¿Qué significa estar presente con tus hijos?
Ya me habrás oído hablar del tema de cantidad vs. calidad y de como lo de estar presente físicamente en la misma habitación o en el mismo espacio con tu hijo o hija no significa estar de verdad PRESENTE.
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Entonces ¿qué significa estar presente con nuestros hijos? Esto es algo que a menudo me preguntan las mamás con las que trabajo en mis sesiones de coaching y en mis cursos online. Y, claro no te sorprenderá si te digo que el mindfulness como técnica de enfoque de atención, ayuda muchísimo.
Hoy te quiero dar 4 claves que desarrollan Dan Siegel y Tina Payne Bryson, dos psicólogos americanos de renombre, en su libro “El poder de la presencia: Cómo la presencia de los padres moldea el cerebro de los hijos y configura las personas que llegarán a ser”. Aunque este libro no está escrito específicamente para niños neurodiversos, después de leerlo, me ha inspirado a darte alguna claves que sí se pueden aplicar en nuestras circunstancias de ser padres de hijos con autismo, con TDAH, con dislexia, dispraxia, síndrome de Down, y otras neurodiferencias.
En la versión inglesa, los autores hablan del poder de “showing up”, que es una expresión que me encanta y que se queda pobre al traducirse meramente por presencia. To show up es aparecer en escena, estar ahí, dar el do de pecho, poner la carne en el asador… En fin, entrarle de lleno a la maternidad y paternidad. De lleno. No es solo aparecer en escena, es aparecer en escena, estar pendiente y conectar profundamente con nuestros hijos.
Entonces, ¿cómo lo hacemos?
No se trata de perfección, sino de predictibilidad. Esto me parece importantísimo porque a menudo lo que entra en escena es la culpabilidad, y sin razón. Los autores hablan de cómo está estimado que solo necesitamos dar en la diana a nivel de entender y atender a las necesidades de nuestros hijos un 30% de la veces. UN 30%! Lo repito: un 30% Con eso ya creamos predictibilidad. De cualquier manera, y más allá de los números, la clave es entender que no tenemos que estar ahí al pie del cañón (madre mía, la cantidad de metáforas que me están saliendo en este episodio!). No tenemos que estar al pie del cañón con nuestros hijos el 100% de nuestro tiempo. Ni aunque tengan necesidades específicas (en el caso de niños que se auto-lesionan, hay que investigar a fondo para conseguir poner en marcha medidas paliativas y preventivas para no tener que estar permanentemente pendientes de ellos, porque eso lleva a cuadros de ansiedad clínica).
Se trata de consistencia. En la maternidad es más beneficioso el cuidado consistente que un cuidado errático, aunque venga puntuado de momentos preciosos. Los hijos necesitan predictibilidad, sobre todo antes las potenciales adversidades que pueda suponer tener una diferencia de desarrollo o de aprendizaje.
Así que, que estés tú y su madre/padre ahí de manera consistente para:
1. Ayudar a tu hijo a sentirse SEGURO
2. Ayudar a tu hijo a sentirse VISTO
3. Ayudar a tu hijo a sentirse CONSOLADO
4. Ayudar a tu hijo a sentirse A SALVO
Antes de entrar a hablar de cada una, te voy a dar la versión resumida de la llamada teoría del apego. El apego es el vínculo emocional que desarrolla el niño con sus padres (o cuidadores) y que le proporciona la seguridad emocional indispensable para un buen desarrollo de la personalidad.
La tesis fundamental de la Teoría del Apego es que el estado de seguridad, ansiedad o temor de un niño es determinado en gran medida por la accesibilidad y capacidad de respuesta de su principal figura de afecto (persona con que se establece el vínculo). Hace varias décadas se llevaron a cabo una serie de estudios en los que la madre entra y sale varias veces de una habitación, dejando a su hijo unas veces solo y otras en compañía de un desconocido. Las separaciones son muy breves.
El equipo investigador grabó y analizó la conducta del niño cuando se produjeron las separaciones y, sobre todo, lo que pasa en el reencuentro. El reencuentro es el indicador más claro del estado de una relación. Se llego a 4 tipos de apego:
El tipo de apego seguro se caracteriza porque el pequeño busca la protección y la seguridad de la madre y recibe cuidado constante. “Un niño con apego seguro juega con los juguetes, se aflige cuando la madre abandona la habitación, interrumpe el juego y, de algún modo, demanda el reencuentro. Cuando la madre vuelve, se consuela con facilidad, se queda tranquilo y vuelve a jugar”
El tipo de apego evitativo se caracteriza porque el pequeño se cría en un entorno en el que el cuidador más cercano deja de atender constantemente a las necesidades de protección de éste. Esto es contraproducente para el desarrollo del pequeño, puesto que no le ayuda a adquirir el sentimiento de confianza hacia sí mismo que necesitará posteriormente en su vida. Por tanto, los niños (y también de adultos cuando ya han crecido) se sienten inseguros y desplazados por las experiencias abandono en el pasado. evitaban tener proximidad cercana con la madre y no lloraban ni mostraban signos abiertos de disgusto cuando ella abandonaba la habitación. Cuando la madre volvía, estos niños evitaban de forma activa el contacto con ella...
El tipo de apego ambivalente se caracteriza porque estos individuos responden a la separación con gran angustia y suelen mezclar sus conductas de apego con protestas y enfados constantes. Esto se debe a que no han desarrollado correctamente las habilidades emocionales necesarias, ni han tenido expectativas de confianza ni de acceso a los cuidadores. reaccionaba fuertemente a la separación. Cuando la madre regresa, estos niños buscan el reencuentro y el consuelo pero pueden también mostrar rabia o pasividad: no se calman con facilidad, tienden a llorar de una manera desconsolada y no retoman la actividad de exploración.
El tipo de apego desorganizado Estos niños reaccionan ante el encuentro con sus madres de una forma confusa y desorganizada. Se encontraron indicios de que los padres de estos niños asustaban a sus hijos mediante abusos u otras formas de maltrato.
Ahora, ¿para qué nos sirve este tema de la teoría del apego? Para entender, primera y principalmente, TU PROPIA HISTORIA DE APEGO cuando tú eras niño o niña.
Aunque tú no hayas tenido un apego seguro de tus padres, mientras hayas reflexionado y hecho las paces con la narrativa, con la historia de tu niñez, le puedes dar una presencia sólida a tu hijo.
Se puede aprender nuevas pautas de comportamiento y practicar con tus propios hijos
¿Quién es responsable ahora? Tú
Se puede re-cablear el cerebro
Y se pueden romper cadenas del pasado para no darlas en herencia a nuestros hijos
Las 4 características de la presencia con nuestros hijos.
1. Ayudar a tu hijo a sentirse SEGURO
Como madre tienes dos responsabilidades: proteger y evitar ser la fuente de miedo para nuestros hijos. Aunque esto último pueda parecer una locura, piensa que cuando te enfadas y gritas o cuando estás triste y lloras desconsoladamente, puedes causar temor en tus hijos. No se trata de evitar mostrar tus emociones, sino de gestionar mejor cómo las expresas y como las explicas para que tus hijos no sientan que ellos son los culpables.
Cuando hablo de la seguridad de nuestros hijos, no me refiero a la sobreprotección que tanto se da con los hijos diferentes (por cierto, si aún no has escuchado el episodio 34 con Raquel Parra Valls no te lo pierdas). Me refiero a apoyarles en sus luchas entendiendo las situaciones y las capacidades del niño.
Estrategias:
a. Nuestra propia gestión emocional
B. reparar cuando no lo hacemos bien
C. Crear un ambiente en el hogar de puerto seguro de bienestar para que tus hijos puedan volver a ti por apoyo, aunque no siempre lo expresen de manera verbal o clara (pero lo demostrarán con sus emociones y con su cuerpo).
Siempre es muy potente reflexionar sobre tu propia experiencia al crecer. Cómo te sentías seguro? Y cuando no?
2. Ayudar a tu hijo a sentirse VISTO y valorado
Enfocarse en entender y responder a la intención y necesidad detrás del comportamiento.
Es especialmente difícil con los hijos diferentes: observar, aceptar, no juzgar sino entender todo tipo de factores, evitar etiquetas, no negar o suprimir emociones de los hijos, no avergonzar, minimizar o echar la culpa.
Estrategias:
a. Tener curiosidad por profundizar para entender a tu hijo, no asumas, no te pongas en lo peor. Pregúntate por qué. No asumas que no quiere, entiende que tal vez no lo puede evitar.
b. Intenta entrar en su mundo, de la manera que sea.
Reflexiona sobre tu propia experiencia, si tus padres te valoraron y entendieron, porque esto puede tener un efecto sobre como te valoras y te ves a ti mismo y a tu capacidad para hacerlo con tu hijo.
No se trata de ser perfecto, de estar siempre ahi, de verlo y entenderlo todo. ¿Que puedes hacer desde ya para entender a tu hijo? Crear espacios para compartir, enfocarte en el por que cuando hay comportamientos que no te gustan y demostrando interés por algo que les gusta a ellos.
3. Ayudar a tu hijo a sentirse CONSOLADO / SOSTENIDO
Cuando nuestros hijos se frustran o tienen sentimientos difíciles no intentar controlar o manipular sino tranquilizar para aumentar su propia capacidad interna de gestionarse.
Sostener ayuda a desarrollar ciertas funciones neurológicas complejas - decisiones, planificación, regulación emocional, empatia, autoconocimiento, etc,. Se trata aqui de co-regulacion emocional con nuestros hijos. Se trata de ayudarles a adquirir habilidades y no solo a controlar sus comportamientos según el momento.
Se pueden poner limites y reglas fijas sobre comportamientos y expectativas mientras que se es “blando” o suave con el niño y sus emociones. Conectar para reconducir. ¡La conexión es lo primero!
Estrategias:
a. Ayudarle a usar su propio sistema interno para auto-tranquilizarse: crea una cueva o rincón sensorial, pon música tranquila, invitale a ciertos movimientos o a que se mueva, o estableced juntos una “llamada de alarma”.
b. Presta atención a tu respuesta no-verbal. Ponte a su nivel de ojos (o por debajo). Afecto. Presencia. Empatía.
Reflexiona sobre tu historial pasado y sobre tu presente en este área.
4. Ayudar a tu hijo a sentirse A SALVO / confiado
Sé un trampolín y al mismo tiempo puerto seguro como madre o padres. Ofrece apoyo emocional incondicional. Prioriza la conexión y tu propio auto-control: se sentirán más seguros de explorar.
Estrategias:
a. Invierte en un fondo de confianza mutuo. NO se trata de hacer todo por ellos sino de responder a sus necesidades emocionales.
b. Enseña habilidades de gestión interna - mindfulness.
Reflexiona: que puedes hacer para que tu hijo se sienta seguro? Aceptarle? Tus expectativas? Enfoca en conectar con el paisaje interno de tu hijo, aunque te cueste.
En conclusión, el mindfulness nos ayuda a estar más presente con nuestros hijos al estar más presentes con nosotros mismos, con nuestras emociones, con nuestra comprensión de nuestra historia personal etc.