Lo que he aprendido de ti (y de mi trabajo de apoyo a madres como tú)

Con este post te doy las GRACIAS. A ti que me escuchas, a ti que me cuentas, a ti que me preguntas, a ti que lees, a ti que quieres. A ti, mamá de un hijo neurodiverso. A ti que te malinterpretan, a ti que te ignoran, a ti que te critican. A ti que te echan la culpa. Porque sin ti, nuestros hijos seguirían escondidos. No subestimes el poder de nuestro colectivo, porque es brutal. En este post te propongo 12 aprendizajes de las maternidades atípicas.

¿Prefieres escucharlo? ¡Escúchalo aquí!

Siempre he pensado que este trabajo es en realidad igual de egoísta que es generoso, porque al dar recibo, y al recibir doy. Mi rol no es el de darte las respuestas, sino el de hacerte las preguntas… Y sí, darte algunas indicaciones de por dónde seguir en tu propio camino. Pero ya sabes, el camino lo vas haciendo tú, y tu camino no es ni mejor ni peor que el de nadie más. Igual que el camino de tu hijo no es ni mejor ni peor que el de otros niños. Puede que en muchas ocasiones resulte más difícil, eso no lo niego. Pero merece igualmente ser caminado. Y vivido.

Así que hoy te propongo que compartamos entre todos una serie de aprendizajes de las p/maternidades atípicas.

1. Los padres somos los expertos

Los expertos sabrán más sobre el autismo o el TDAH o la neurodiversidad que sea en general, tú y yo somos expertas en cómo se manifiesta en nuestros hijos.

Nadie tiene la perspectiva, la sensibilidad, la habilidad y sobre todo la motivación para captar y entender los matices en el comportamiento de nuestros hijos como nosotros, sus padres.

Claro que hay excepciones, cuando los padres tienen dificultades propias o de pareja, o financieras, o de cualquier otro tipo que dificultan esta conexión con los hijos. Por eso siempre digo que tenemos que sanar lo nuestro para poder conectar y poder de esa forma ser expertas en nuestra hijos y así poder ayudarles a maximizar su potencial. Cuando los padres estamos presentes y conectamos de una manera regular y predecible, somos sin duda alguna, los expertos en nuestros hijos.

2. Confía y sigue tu instinto de madre

De tu pericia como madre o padre con respecto a tu hijo, sigue que debes confiar en tu propio instinto. Esto no quiere decir que ignores los consejos de los profesionales, pero que no te quites poder. Los profesionales también se equivocan y recuerda que tienen menos información personal sobre tu hijo que tú.

3. Encuentra a una comunidad de apoyo

Es esencial para las familias conectar con otros en situaciones similares, y encontrar comunidad donde se sientan comprendidos y bienvenidos, donde no se les juzga, donde se sientan cómodos y se puedan expresar abiertamente. Lo más importante es encontrar la comunidad que realmente te sirve a ti, como madre o padre, y no solo un grupo donde vomitar quejas y victimizarse o buscar consuelo sin aportar valor y empatía.

4. El vaso también está medio lleno.

Algo que he aprendido de mis años de apoyo a otras madres es que necesitamos rodearnos de personas que quieren y saben ver lo positivo por el camino. Muchos de los factores sobre el desarrollo de tu hijo no son como te gustaría y están fuera de tu control.

Pero lo que si controlas son tus propias elecciones: con quien pasas tú y tu familia el tiempo, con que profesionales tratas y que consejos tienes en cuenta. Los mejores resultados a nivel de bienestar de todos en casa no vienen necesariamente del “progreso” de nuestros hijos tal y como nos lo esperábamos, sino de lo acompañados, apoyados y agradecidos que nos sentimos por el camino. De nuestra propia perspectiva y de la perspectiva de los demás que nos rodean. Si tu familia o tus amigos te resultan tóxicos en este momento, aléjate de ellos.

5. Ten fe o confianza en la vida y en la relación con tu hijo.

La fe puede tomar muchas formas. Hay familias que luchan por tener fe espiritual y fe en los niños, pero también por tener fe en los médicos, terapeutas, maestros y distritos escolares. Pero conozco a muchas madres que han tenido que luchar internamente y buscar en los más profundo de ellas para encontrar la manera de tener fe y/o confianza en la vida.

Algunos padres se sienten conectados con un poder superior en la crianza de un hijo. Esto brinda comodidad, un sentido de responsabilidad compartida y confianza, y disminuye la ansiedad. Pero para otros es importante desarrollar la fe en su propia capacidad para saber qué es lo mejor para sus hijos.

En muchos casos, se necesita aliento de continuidad porque el factor común es la esperanza, independientemente de que seamos religiosos o no, practicantes o no. Por supuesto, hay que ser realistas…. Y al mismo tiempo desear. Desear y celebrar el progreso de nuestros hijos incluso en sus formas más sutiles o inesperadas. Aceptar que ni lo sabemos todo ni lo podemos saber todo, sobre nuestros hijos y su vida, ni siquiera sobre nuestras propias vidas. Damos un paso detrás de otro, y eso es más que suficiente.

6. Acepta y expresa tus emociones

Nadie puede negar que tener una maternidad atípica, y un hijo o hija con necesidades específicas y desafíos diferentes es duro. Sin embargo a veces lo hacemos más difícil aún por nuestra incapacidad de expresar nuestras emociones, sobre todo esas emociones difíciles que rechazamos, la vergüenza la ira enfado la tristeza.

Una gran parte de nuestro bienestar como padres de hijos neurodiversos y por lo tanto de nuestros hijos, es conocer y expresar nuestras emociones de manera funcional. Todos somos humanos. Nuestras emociones son naturales y legítimas. Una de las cosas más importantes es no ser tan duro o dura contigo misma y con tu experiencia de la maternidad atípica.

7. Practica la asertividad.

De la aceptación y comunicación de nuestras emociones y necesidades emocionales viene la práctica de la asertividad. Muchos padres sienten que gestionan bastante bien la situación del autismo o neurodiversidad de su hijo, pero que su gran campo de batalla son los comentarios o las actitudes ajenas, sobre todo de la familia.

Pero la clave está en la asertividad: aquellas familias que saben y practican a menudo poner límites con los demás son las que menos sufren. Se trata de practicar a menudo el marcar las líneas con frases como “aprecio tu preocupación pero por favor entiende que los que tomamos las decisiones en base a lo que consideramos es mejor para nuestra familia somos nosotros, como padres”.

8. Prioriza tus batallas

Tenemos muchas batallas. Eso no lo niega nadie. Nos desgastan a nosotros y pueden tener consecuencias negativas incluso para nuestros hijos, cuando nos lanzamos a batallar con todo y con todos sin solución de continuidad. Lo que he aprendido de mi propio recorrido y de acompañar a otras familias es que lo esencial es poner a tu hijo o hija en primer plano.

¿Qué va a sacar mi hijo o hija de positivo con este enfrentamiento que estoy teniendo con este profesional o este docente o este personal administrativo? ¿Cómo puedo conseguir lo que necesita mi hijo sin enzarzarme en discusiones sin fin?

Mantener el enfoque en las necesidades del niño en lugar de culpar a los demás brinda oportunidades para que los profesionales den la talla (teniendo siempre presente que ellos tienen múltiples limitaciones estructurales también). 

9. Insiste en el respeto

Algunos padres, particularmente aquellos con menos experiencia con el establecimiento médico o las burocracias del distrito escolar, asumen que no tienen otra opción que tratar con profesionales que son condescendientes o poco respetuosos o empáticos. Que es parte inevitable de criar a un niño con autismo, con síndrome de Down o con TDAH. No lo es. Y tanto los padres como los niños nos merecemos algo mejor. Puede que tu hijo tenga desafíos sensoriales que le lleven a comportamientos inusuales o socialmente mal vistos. Puede que tu hijo a veces sea agresivo como método de defensa ante un peligro que solo él (y a veces tú) ve. Independientemente del comportamiento, todos nuestros hijos se merecen respeto y nosotros, como sus padres, también. Nuestros hijos no son perros adiestrados a los que hay que controlar siempre. Su comportamiento tiene una función, aunque otros no la entiendan, y aunque puede y en muchos casos es mejorable, no quita el respeto que ese niño se merece como ser humano.

10. El humor y la humildad siempre ayudan

Cuando tu hijo actúa de manera inesperada y sorprendente en público, a menudo los padres se sienten avergonzados y humillados, luchando con lo mucho que necesitan explicar tanto a sus hijos como a los demás. A veces es más saludable para todos simplemente reírse o quitarle peso, en la medida de lo posible.

Estas situaciones pueden en el momento parecernos vergonzosas, difíciles y humillantes, pero cuando compartimos historias similares con otras personas que las entienden, se convierten en la base de la risa, el consuelo y las conexiones aseguradas. Encontrar el humor es fundamental para los profesionales también.

Al final todos estamos en este camino humano juntos, aunque no siempre entendamos las motivaciones de los demás, ni siquiera de nuestros hijos. No te tomes las cosas tan a pecho; tu valía como persona, y la de tu hijo, no tienen tanto que ver con su comportamiento como crees.

11. Canaliza tus energías

Para muchas madres y padres de hijos neurodiversos, servidora incluida, la maternidad atípica ha supuesto una oportunidad, además de un desafío. Una oportunidad para encontrar una misión de vida, o un trabajo pagado, o sencillamente una pasión para ayudar a otros. Este no tiene por qué ser tu caso. No digo que todos los padres nos tengamos que volver activistas… 

Criar a un niño con autismo puede ser agotador, tanto emocional como físicamente. Pero una vez más, he visto a padres que no solo aceptan la tarea, sino que realmente cambian el curso de sus vidas para ayudar a otros que enfrentan los mismos desafíos.

Es fácil sentirse frustrado y enojado, pero en lugar de dirigir tu ira a los maestros o las escuelas, estas madres y padres canalizan esa energía en direcciones creativas u optaron por nuevas carreras basadas en las experiencias de crianza.

Te invito a que veas tu camino no solo lleno de dificultades sino también de posibilidades. En el camino de ser madre o padre de alguien neurodiverso puedes encontrar gratificación, inspiración y conexión, sea de la forma que sea.

12. Aprende a llegar a la felicidad. Aunque sea a ratos

Porque solo tú puedes decidir disfrutar de lo realmente valioso, y solo tú puedes decidir sobre lo que es realmente valioso. No dejes que los demás lo hagan por ti. Ni por tu hijo. Darte permiso para sentir plenitud y calma, aún en medio de la tormenta, es darle permiso a tu hijo o hija de ser quién es y de disfrutar también de estar vivo. 

Estos son los aprendizajes principales que quería compartir hoy contigo. ¿Tienes alguno más? Me encantaría leerte en los comentarios

Magüi Moreno

Life coach and mindfulness expert. My mission is to support special needs parents to achieve fulfilled and happy lives for themselves and to increase their family’s wellbeing.

http://www.maguimoreno.com
Anterior
Anterior

Qué hacer ante el escapismo o extravío de nuestros hijos

Siguiente
Siguiente

El perfeccionismo de las madres