Cuando te equivocas con tu hijo
Cuando nos equivocamos como madres y padres con nuestros hijos neurodiversos: por acción (gritos, irascibilidad, impaciencia nuestra); por omisión (no les prestamos atención cuando la reclaman); o por falta de información (no les entendemos o malinterpretamos sus comportamientos).... Una de las primeras reacciones es pedirles perdón, como lo haríamos con cualquier otra persona.
Pero, ¿te has parado a reflexionar sobre lo que esto exige de tu hijo/a?
En este post te doy un sencillo truco para afrontar este tipo de situaciones más allá de pedir perdón. Se llama las 3 Rs y es un cambio total y muy sencillo para hacer de cualquier error por nuestra parte una oportunidad de CONEXIÓN con nuestros hijos.
¿Prefieres escucharlo? ¡Escúchalo aquí!
Ayer a primera hora de la mañana Adrián y yo nos liamos a gritos antes de salir para el cole.
Yo quería que llevase ropa más caliente. Él quería que yo le dejase de controlar lo que se pone (sí, ya lo sé - ¡tengo un adolescente de 11 años en casa!)
Yo quería control. Él quería libertad.
Yo le grité. Y tengo muchos factores que explican que perdiera la paciencia y las buenas maneras con él. Pero este post no es para justificar mi cansancio ni mi saturación.
Con este ejemplo quiero abrir la veda para hablar de las equivocaciones que cometemos como padres de hijos neurodiversos, la importancia de entender nuestras creencias limitantes al respecto de cometer errores, y lo que podemos hacer en esas situaciones para reparar y reconectar con nuestros hijos, ya sea inmediatamente o al cabo de un cierto tiempo.
Empezamos con una clave crucial que es todo es una oportunidad de aprendizaje y de crecimiento personal tanto para ti como madre o padre como para tu hijo.
Se nos ha enseñado desde pequeños que los errores son malos y esto no es cierto. De hecho en ciertos ambientes profesionales los errores se buscan activamente para conseguir datos nuevos, testar hipótesis o productos, y retroalimentar el proceso de investigación, producción, distribución o mercadeo. En realidad, el método científico se basa en la capacidad innata del ser humano para probar, para ajustar, para evaluar y para modificar. Y en la base de todo esto están los aparentes ‘errores’.
Nuestro autoconcepto y nuestra autoestima depende de nosotros y no de nuestros resultados. Depende de hecho de nuestra capacidad de adaptación y de aprendizaje en lo que se consideraría un círculo virtuoso de adaptabilidad y de resiliencia.
Esto tiene una traducción fundamental de cara a la crianza en sí misma y sobre todo de cara a la crianza de alguien neurodiverso. Porque a menudo hay un problema de fondo, que es la interpretación que nosotros como padres hacemos de lo que hacen, dicen o quieren nuestros hijos con autismo y otras diferencias.
Porque muchas veces creemos que nuestros hijos cometen “errores” entre comillas, o desde nuestra perspectiva, por:
Desregulación o perfiles sensoriales diferentes (te invito a que escuches los ep 76 con Llanos y 78 Dafne)
Desafíos o diferencias en las funciones ejecutivas (ep 72)
Necesidades emocionales de control, de predictibilidad, etc (episodio 65 con Alicia sobre Disciplina positiva)
Ahora, ¿por qué cometemos nosotros, sus padres, errores?
Lo primero, porque somos humanos. Si crees que por ser madre o padre estás libre de responsabilidad sobre tus errores o no puedes admitirlos porque te llevaría a una pérdida de autoridad, te invito a que te cuestiones una creencia muy arraigada que viene del modelo parental autoritario que es la de que los padres lo sabemos todo, o sabemos más que nuestros hijos. Esto ni es cierto, ni ayuda a ser compasivo con uno mismo ni con nuestros hijos.
Lo segundo, porque infelizmente no siempre comprendemos a nuestros hijos ni sus necesidades. Y aunque sea fácil, no caigas en la tentación de escudarte en la pobre comunicación o la falta de habla en tu hijo o hija. Hay muchas maneras de comunicar necesidades y tu responsabilidad es buscar métodos, herramientas y modelos de comunicación que ayuden a tu hijo a expresar sus necesidades.
Y tercero, al final, como padres vamos conociendo a nuestros hijos también por la observación y por la intuición. Y a veces cometemos errores por no escucharnos a nosotros mismos.
A nivel de la conexión con mi hijo, cuando me he equivocado pienso en las 3 Rs: un sencillo método.
1. Reconozco. Que soy humana y por ello cometo errores y tengo peores momentos. Reconozco los disparadores, los factores y lo que podría haber hecho de otra manera (con más presencia y menos reactividad).
2. Reparo. En este caso le pedí perdón a Adrián por haberle gritado al ir a buscarle por la tarde.
3. Reconecto. Paso la página. No me flagelo ni me hundo en la culpa durante días. Saco mis aprendizajes, me perdono y me enfoco en conectar de nuevo con mi hijo y ofrecerle mi presencia incondicional.
¿PEDIR O NO PEDIR PERDÓN A NUESTROS HIJOS?
Cuando nos equivocamos como madres y padres con nuestros hijos neurodiversos:
Por acción (gritos, irascibilidad, impaciencia nuestra)
Por omisión (no les prestamos atención cuando la reclaman)
Por falta de información (no les entendemos o malinterpretamos sus comportamientos)
Una de las primeras reacciones es pedirles perdón, como lo haríamos con cualquier otra persona.
Pero, ¿te has parado a reflexionar sobre lo que esto exige de tu hijo/a?
Le estás pidiendo que te de “algo”, algo que a menudo no entienden qué significa, que les puede crear más ansiedad e incluso rechazo, y que emocionalmente no necesariamente aporta oportunidades de aprendizaje, ni para ellos ni para nosotros.
¿Quiere decir esto que no debemos pedirles perdón o que pedir perdón está mal? No, claro que no.
Pero aquí te ofrezco una alternativa: la próxima vez que te equivoques, en vez de pedir perdón en automático, EXPLICA TU PROCESO.
Empieza diciendo: “mamá se ha equivocado” o “mamá lo ha hecho mal” o incluso “mamá está triste porque te he gritado”. Y explica cómo te sentías o que te ha hecho comportarte así. No se trata de que te justifiques ni de que le responsabilices a él o ella. Se trata de que te responsabilices de tus emociones y de que se las expliques a tu hijo/a para que vayan internalizando que las emociones surgen y se van. Y que muchos comportamientos vienen de nuestras emociones y de no saber gestionarlas mejor.
Sin culpas, sin vergüenzas. TODOS somos humanos. TODOS cometemos errores. Si la culpa es algo que realmente te pesa mucho.
De esta manera te vas comprendiendo mejor, y además le das herramientas prácticas a tu hijo/a para que se comprenda mejor y pueda expresar sus emociones de muchas más maneras. Estás VALIDANDO emociones, en vez de meterlas debajo de la alfombra con un “perdóname” que a menudo solo pasa página.
Pedir perdón es importante cuando se hace desde la autenticidad y no desde la obligación o el automatismo. Muchos perdones son falsos y eso también hay que evitarlo, tanto en nosotros como en nuestros hijos. Que no crean erróneamente que pedir perdón es “borrón y cuenta nueva” sin aprendizajes. Que es algo que se dice y ya está. Por eso a veces hay que tardar en pedir perdón… porque tenemos que reconocer y procesar nuestro error. El perdón no es el primer paso. El primer paso es admitir nuestra responsabilidad.
Por ello este tema es tan importante. Porque somos modelos para nuestros hijos.
No es errado. Lo importante no es decir perdón, lo importante es DESDE DONDE se pide perdón. Si lo hacemos como el que dice buenos días, de manera automática, sin tomar conciencia de lo que ha sucedido, sin aprender de ello, entonces tiene una utilidad bien superficial. Es pedir perdón para pasar página. Y ahí no aprendemos nosotras ni aprenden nuestros hijos de la situación.
Ahora, ¿qué hacemos en la relación con nosotras mismas cuando nos hemos equivocado?
Aprende de los errores: Revisa, revalora, reordena. Son ejercicios mentales útiles que aumentan la flexibilidad cognitiva que todos potencialmente tenemos independientemente de nuestra edad y experiencias. Cambia de perspectiva: que aprendiste, qué harías diferente, que necesitas cambiar desde ya, etc.
Acepta que te duele y date compasión, no te metas prisa en querer levantarte como si ahí no hubiese pasado nada
Mueve tu cuerpo para soltar las emociones que se te han quedado atascadas (ejercicio físico, baile, etc.)
Sé amable contigo misma, especialmente cuando te has equivocado o cuando te sientes mal por algún resultado que te deja triste o decepcionada. Recuerda que tú eres la única persona con la que vas a pasar todos y cada uno de los días de tu vida.
Evita este patrón o hábito emocional muy poco saludables:
Enfocarse SOLO en lo que hiciste mal (el llamado sesgo de la negatividad del que hablo en el ep 4). Como ejercicio o contrapunto a lo que es una tendencia muy natural, te animo a que escribas lo que hiciste bien cada día (dar de comer a tu familia por ejemplo).
Así que fíjate la cantidad de material para trabajar tanto en nosotros como en la relación con nuestros hijos podemos sacar de los errores, ya sean grandes o pequeños, de nuestro día a día como padres.
Como decía al principio, podemos de hecho dar gracias por nuestros errores, porque aprendemos y somos capaces de practicar un círculo virtuoso de toma de conciencia, aprendizaje, reparación, reconexión, y cambios, si son necesarios.