Cómo responder ante el rechazo de los demás

¿Qué hacemos cuando sentimos rechazo? ¿De otros niños hacia nuestro hijo con autismo? ¿De otros adultos hacia nuestra hija con TDAH? ¿De otros adultos a nosotros mismos como padres de alguien neurodiverso?

En este post te doy un sencillo sistema para decidir cómo reaccionar según el tipo de persona que esté rechazando. Y te animo a que vayas más allá del impacto, y que entiendas que detrás de muchos rechazos hay tan solo desinformación y malentendidos.

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Este es un tema que me habéis pedido así que aquí os ofrezco algunas claves que espero que os sean prácticas y de fácil aplicación en el día a día.

Lo podemos ver desde varios ángulos: a veces el rechazo no es tal. Es sencillamente incomprensión o falta de información.

A veces el rechazo viene de temores infundidos por información desactualizada o incorrecta (por ejemplo cuando los niños piensan que los niños autistas son agresivos porque es lo que les han dicho). A veces el rechazo viene por incomodidad del que rechaza, porque se siente incompetente y se justifica diciendo o pensando “este no es mi problema’ ‘no quiero lidiar con esta persona o niño o con esta situación’. Claro, hay rechazos que duelen mucho más que otros, porque el rechazo de un docente o entrenador o cualquier profesional que, por definición, tiene que trabajar con y apoyar a nuestros hijos neurodiversos es muy duro. Lo sentimos como injusto e injustificable.

El rechazo también se presenta a varios niveles: 

  • De otros niños a nuestros hijos, por ejemplo en el parque infantil o en una fiesta de cumpleaños.

  • De otros adultos a nuestros hijos, por ejemplo dentro de la familia cuando la prima no quiere que asista tu hijo a una comida familiar. O fuera de la familia, cuando los otros padres del colegio le hacen el vacío a tu hijo (no invitándole a fiestas de cumpleaños).

  • De otros adultos a nosotros mismos (en calidad de padres) -  siguiendo con los ejemplos de antes, dentro de la familia cuando tu prima te critica a ti por criar “mal” a tu hijo y, fuera de la familia, cuando los padres del colegio te hacen el vacío a ti (o te hacen comentarios hirientes). Sobre este último nivel de adultos a adultos, me refiero al episodio 41 “me molestan los comentarios ajenos” donde exploro con mayor profundidad este tema.

Por cierto, quiero dejar bien claro que en este post no estoy hablando del bullying ni acoso (ese es un tema que se merece un artículo aparte). Me estoy refiriendo a las microagresiones, a los gestos feos, al desplante, a las situaciones en las que ves que se le esta haciendo el vacio a tu hijo, o los cuchicheos de otros adultos sobre el comportamiento a tu hijo, o cuando ves que los niños no quieren incluir a tu hija en sus juegos.

Entonces, lo primero es recordar que la intención no es lo mismo que impacto. Si no has oído esto antes, o no recuerdas de qué va, déjame que me explique un poco.

Tú, como madre o padre, puedes ver rechazo donde no era la intención de que hubiese rechazo. También puedes ver rechazo donde sí hay una intención de rechazar a nuestros hijos. En el primer caso no había intención de rechazar pero el impacto se ha percibido como rechazo, y toca comunicarse con claridad. En el segundo caso, la intención y el impacto es el mismo: rechazar. Y ahí pues la verdad es que solo hay dos opciones: 1) también toca comunicarse con claridad (para entender por qué hay rechazo y ver si se puede reparar - esto lo miramos ahora después) o 2) abandonar la situación. Y por supuesto gestionar las emociones, a menudo difíciles, que nos deja el rechazo.

Pero volvamos sobre intención e impacto, porque entender esto es fundamental de cara a gestionar el rechazo, tanto real como percibido. Te voy a poner varios ejemplos la vida real:

Cuando tu hijo con autismo persigue a alguien e invade su espacio personal, la intención de tu hijo puede ser demostrar interés por ser amigos con ese otro niño. El impacto puede ir desde el rechazo a tu hijo a que sea visto como un acosador.

Cuando tu prima le repite a tu hijo verbalmente mil veces que juegue con su hija así y no lo hace (porque no lo entiende o por mil otras razones), su intención es ayudarle a jugar. El impacto es que tanto tu hijo como tu prima se frustran (y pueden sentir rechazo mutuo). 

Cuando tu vecina mira de mala manera a tu hijo porque no la saluda en el ascensor, su intención puede ser la de demostrar que se siente ignorada. El impacto es que sientes que os está juzgando o rechazando.

En la vida, y en la maternidad neurodiversa, quedarse o justificarse solo con la intención NO VALE. La vecina puede estar molesta, pero si no sabe que es muy común para los niños con autismo no saludar, su rechazo no es intencional sino que viene por falta de información y/o por unas creencias específicas sobre lo que es socialmente aceptable que no encajan con el perfil de tu hijo o hija. Tu responsabilidad es doble: o ignorar “el supuesto rechazo” o ir más allá para entender la fuente del rechazo y/o explicar el comportamiento de tu hijo. 

Sí, ya sé que vas a pensar que estoy siendo injusta. ¿Por qué nos toca todo a nosotros, los padres y madres, con todo lo que tenemos encima? Déjame recordarte que no somos responsables de las reacciones o emociones de los demás. Somos responsables de entender el impacto que nuestras acciones o las acciones de nuestros hijos pueden tener. Pero no porque le debamos nada a nadie. No. Por un puro efecto egoísta - para que los demás nos entiendan y entiendan a nuestros hijos, y de esa forma dejen de rechazarnos. Si, a pesar de esto, esa vecina o tu prima siguen rechazando, criticando o en general siendo insensibles a la realidad de tu hijo o hija, entonces hay que soltar. Hay que pasar página. O hay que recurrir a instancias mayores (en el caso de que sea la docente de tu hijo).

Te sugiero que implementes una especie de sistema de 4 niveles para situaciones de rechazo. Esto te ayudará a decidir más rápidamente si necesitas gastar tiempo y energía en gestionar ese rechazo, o sencillamente ignorar la situación y seguir con tu día.

Nivel 4: desconocidos en la calle, en el autobús, etc ya sean niños o adultos. Personas que reaccionan de manera negativa a algún comportamiento de tu hijo o incluso se burlan. A menudo no es algo obvio, tal vez una mirada desaprobadora o un mirar para otro lado. En este caso, te sugiero que asumas que esa reacción, sea la que sea, dice más de esa persona (de su ignorancia sobre la neurodiversidad o de sus creencias anticuadas) que de ti o de tu hijo. No hace falta que respondas, pero si lo haces atente a las consecuencias (que pueden ser positivas “ah, no sabía” o negativas “pues no salga usted de su casa”). Reflexiona si quieres disgustarte o emplear energía con alguien que seguramente no vas a volver a ver. 

Nivel 3: una persona que ves ocasionalmente, tal vez un vecino o una familia con niños con la que coincides en el parque a menudo. A veces, sobre todo al principio, lo mejor es ofrecer una explicación objetiva y sencilla: “Mi hijo tiene autismo, por eso hace eso”. Dependiendo de su reacción (que puede ser con efecto retrasado - tal vez te pregunten al cabo de las semanas), puedes ir ampliando la información según te pregunten o comenten.

Nivel 2: amigos y conocidos (+sus hijos) que no están en tu circulo de personas mas cercanas, pero a las que ves con cierta frecuencia. En este nivel, merece la pena - si la otra persona está abierta - explicar lo que está detrás de ciertos comportamientos o dificultades de tu hijo y cómo pueden responder de manera más positiva o útil de cara a la comprensión o bienestar de tu hijo. Para este nivel, te recuerdo que tienes el episodio 12 ‘cuando los amigos no entienden’ y el 74 ‘mi hijo no tiene amigos’

Nivel 1: familiares cercanos, como abuelos, tíos y primos, y cualquier profesional que entre en contacto muy regular con tu hijo. Aquí de nuevo se trata de considerar con cuidado cuánta emergía y tiempo quieres dedicar a “educarles” para que entiendan y estén cómodos con tu hijo y puedan de esa manera apoyarle, aunque sea indirectamente.

También quiero dejar aquí muy claro que, en las situaciones de juegos de nuestros hijos neurodiversos con otros niños neurotípicos, no es tan sencillo como decir ‘le están rechazando’.

Son situaciones sociales complejas donde no tiene porqué haber villanos, sino una falta de sintonía y de atención conjunta total o parcial. Como el ejemplo que te ponía antes del niño que persigue a los otros. O de niños que no contestan cuando les hablan otros niños. O que tienen dificultades específicas para imitar, seguir reglas de juego (sean explicitas o, mas difícil aun, implícitas) o compartir turnos…

Este es un tema muy complejo y que merece un post aparte con una buena terapeuta del juego o pedagoga. Lo único que quiero comentar aquí es que, como sus padres, tenemos que hacer a menudo de intérpretes entre nuestros hijos y los demás.

Tenemos que convertirnos en coaches de su juego y obviamente no todos los niños neurotípicos quieren a un adulto de sombra mientras juegan. Esto también hay que tenerlo en cuenta. Por eso para facilitar las habilidades del juego de nuestros hijos, tenemos que ir más allá del rechazo percibido y plantearlo como una actividad específica con padres y niños, es decir familias, que estén dispuestas a colaborar.

Magüi Moreno

Life coach and mindfulness expert. My mission is to support special needs parents to achieve fulfilled and happy lives for themselves and to increase their family’s wellbeing.

http://www.maguimoreno.com
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