TE PUEDE AYUDAR LEER...
If you’re looking for my blog in English, click here.
¡Estoy exhausta!
Te doy algunas pautas para hacer dos tipos de ajustes en tu vida: ajustes internos (soltar los "debería") y externos (soltar las tareas menos importantes). Al final, el cansancio es un mensaje de tu cuerpo que te pide que bajes el ritmo.
Te doy algunas pautas para hacer dos tipos de ajustes en tu vida: ajustes internos (soltar los "debería") y externos (soltar las tareas menos importantes). Al final, el cansancio es un mensaje de tu cuerpo que te pide que bajes el ritmo.
¿Prefieres escucharlo? ¡Escúchalo aquí!
Ajuste interno
Cuando tenemos demasiados “deberías” no estamos presentes con nuestras necesidades ni, paradójicamente, con las de nuestros hijos. Estamos en el futuro, y en una mentalidad autocrítica enfocándonos en todo lo que no hemos hecho.
Muchas veces, nuestra reacción inmediata es añadir más cosas a la lista… yo misma lo hago, me siento y digo Uf es que no llegó porque no tengo claridad. Entonces empiezo a hacer listas. Esto es super típico en mí y es una señal de que estoy en modo “control”.
Para ti puede que sea diferente. Puede que en vez de ponerte a hacer listas, te pongas a gritarle a los de la casa ‘no has hecho esto’, no has hecho lo otro’ (bueno, eso también lo hago yo, para serte sincera), o te pongas nerviosa a hacer mil cosas a la vez, los típicos malabarismos o multitasking de las madre y padres.
Y así, ni las cosas salen bien, ni puedes disfrutar tampoco. Porque añadir más tareas a una lista interminable no es sostenible. Al final el día tiene las horas que tiene y tu tienes la energía que tienes. Ambos, energía y tiempo, son finitos.
Entonces, el primer paso es darse cuenta de cuando estas en los “debería” y cuales son tus gatillos para entrar en esa mentalidad hiper-crítica. Pues esa mentalidad es lo que nos cansa.
Respira conscientemente. Mueve el cuerpo con alegría. Tomate micro pausas con y sin tus hijos, aunque sean en el baño.
Ten una buena higiene del sueño. ¡Duerme más que antes!
Recuerda que esto también pasará. Ajusta tus expectativas, que es lo único que puedes controlar en una situación de incertidumbre.
Ajuste externo
Suelta
Deja de hacer tareas igual que antes, o no con los mismos estándares (esto se aplica por igual al trabajo en línea que a la organización de la casa).
Priorizar
¿Pero cómo dejamos espacio cuando no sabemos que tenemos en la agenda? Hacer un mapa mental. Diagrama usando representación de imágenes, dibujos para extraer información, para organizarnos, para tener una imagen de lo que quiero organizar en mi vida. Con un folio y un boli. No necesitas nada más. Puedes usar imágenes, o dibujos, o puedes usar palabras que es lo más fácil.
Es como un esquema donde viertes todo lo que tienes en tu vida en este momento.
A veces realizar este ejercicio puede llevar a más agobio aún, porque nos damos cuenta de TODO lo que llevamos encima. A mí casi siempre me pasa y te puede pasar si eres de las que les gusta maximizar. Entiende que este ejercicio es un VACIADO, es literalmente vomitar todo lo que tu mente lleva rumiando para desde ahí elegir y aligerarte el camino.
¿Cómo priorizar?
1. Establece cómo te quieres sentir.
2. Decide si hay áreas de tu vida que no son tan importantes en este momento en base a como te quieres sentir.
3. Decide en 1 -2 objetivos SOLO para cada área de tu vida. No te vuelvas a llenar el plato de cosas.
4. Escríbelos donde los puedas ver a menudo.
5. Cuando tengas que tomar una decisión y vuelvas a sentir que tienes el plato lleno, vuelve a hacer el ejercicio, o simplemente vuelve a mirar a la hoja del vaciado mental.
Es importante entender, no solo con la cabeza sino también a nivel emocional, que dejar de hacer cosas, soltar, priorizar, llamado como tu quieras, supone HACER MENOS y esto nos puede costar.
Podemos sentirnos con miedo a perdernos cosas, a que nuestros hijos se atrasen, a que ganemos menos, a que perdamos oportunidades. En definitiva, el famoso FOMO.
Cómo aplicarlo a tu vida en especifico como madre o padre de un hijo diferente:
Si tu(s) hijo(s) necesita(n) mucha atención continua, usa varios momentos al día la tele, la tablet o cualquier juego con el que pueda entretenerse sol@. Acótalos en el tiempo y usa esos minutos, o al menos, parte de ellos para descansar o recargar pilas.
Si tu(s) hijo(s) no necesita(n) tanta atención continua, busca un equilibrio emocional en la conexión con el/ella. La convivencia es una oportunidad para unirnos más a nuestros seres queridos.
Pedir ayuda a familiares. Si puedes pagar, a profesionales.
Buscar programas de “family respite”. Campamentos específicos un o varias veces al año.
Al final, mi mensaje clave de este post es que si estas cansado continuamente has de entender eso como una llamada de atención de tu propio cuerpo (y por supuesto asegúrate de que no hay enfermedades medicas detrás, como por ejemplo anemia o cualquier otra condición física y de salud).
Cómo ayudo a mi hijo atípico
En este post te doy 5 pautas para ayudar o buscar ayuda para nuestros hijos atípicos de manera centrada, presente y más empoderada. Además, para cada pauta una serie de sugerencias prácticas. Para que tomes las riendas de la situación, sea la que sea, desde ya mismo.
En este post te doy 5 pautas para ayudar o buscar ayuda para nuestros hijos atípicos de manera centrada, presente y más empoderada. Además, para cada pauta una serie de sugerencias prácticas. Para que tomes las riendas de la situación, sea la que sea, desde ya mismo.
¿Prefieres escucharlo? ¡Escúchalo aquí!
Uno de los temas que más ansiedad nos causa a los padres de hijos diferentes; ¿qué puedo hacer yo para ayudar a mi hijo o hija?
Y empiezo con una aclaración muy importante que es que en este post te voy a dar unos apuntes principales y los más generales. Porque cuando conoces a una persona con autismo…. ¡conoces a una persona con autismo! Como imagino sabes es un trastorno o condición que se manifiesta de manera individualizada en cada persona y, aunque haya unas características comunes, realmente varía muchísimo de caso en caso.
Aquí te planteo las claves que te pueden servir a TI, como padre, madre o cuidador de una persona con autismo. Mayoritariamente me refiero a hijos menores de edad y que están bajo tu tutela, aunque estas claves son genéricas para cualquier persona que tenga que tomar decisiones sobre el bienestar de alguien con autismo.
1. Observa, pasa tiempo, invierte energía en conocer la individualidad de tu hijo.
Ya lo sé, que suena a perogrullo (como lo de conocerse bien a sí mismo) pero… ¿cuántos de nosotros realmente invertimos tiempo en conocer a la persona que ES nuestro hijo, a fondo, con todos aquellos comportamientos que nos molestan o nos irritan o nos ponen incómodos o sencillamente no entendemos? ¿Cuántos intentamos descifrar lo que esos comportamientos significan más allá del engorro de “lidiar” con ellos, teniendo en cuenta que todo comportamiento es comunicación?
Te hago estas preguntas no para echarte nada en cara ni hacerte sentir mal, todos pasamos por épocas en las que tenemos menos energía y menos ganas (yo la primera). Te hago estas preguntas para que tomes conciencia de que no puedes luchar por lo que realmente necesita tu hijo si no entiendes primero lo que realmente necesita tu hijo (en base a su comportamiento y a lo que te puedan aportar profesionales del tema, no en base a lo que te gustaría a ti).
Es importante comprender que gran parte de las dificultades del autismo (para nosotros, que no lo tenemos) se derivan de que nuestros hijos aprenden de manera diferente. A menudo les intentamos enseñar a hacer o a decir algo de la manera en la que nosotros aprendimos…. Y a ellos puede que no les funcione. Esto pasa en todos los ámbitos, tanto familiares, sociales como escolares. Por ello es crucial aceptar y entender que tu hijo no sólo es diferente en ciertas cosas, sino que también aprende de manera diferente. Esto exige por lo tanto que tú cambies tu “chip” - requiere más trabajo y energía por tu parte (y idealmente por parte de sus educadores). Ayúdale entendiéndose.
Sugerencias prácticas:
Crea un perfil individualizado. Es muy fácil aunque desafortunadamente la mayoría de los recursos online al respecto están en inglés (https://www.actcommunity.ca/creating-a-student-profile y http://www.autismtoolbox.co.uk/supporting-pupils/pupil-profiles/primary/). Aquí puedes acceder a algunos modelos que he utilizado con mi hijo.
Escribe una corta historia sobre tu hijo y, si es posible, haz que el/ella contribuya.
Realiza tests, pruebas, o evaluaciones dentro de tus posibles (económicos y de acceso a servicios) a nivel educativo, psicológico y/o neurológico (algunos son de acceso online y gratuito).
Dos advertencias en base a mi propia experiencia personal: a) no te vuelvas loc@ coleccionando evaluaciones y pruebas (ni es bueno para tu salud mental, ni para la salud de tu bolsillo) - sé selectivo, b) evalúa la utilidad de las evaluaciones - no descartes tu propia intuición como padre o madre, pero ten en cuenta aspectos que tal vez desconoces o que te pueden servir de cara a ayudar a tu hijo.
2. Prioriza la búsqueda de información.
¿Qué necesita tu hijo ahora, en este momento? ¿Ayuda para comunicarse, ayuda con independencia e higiene personal, ayuda educativa, etc?
A menudo queremos que nuestros hijos se comuniquen, hablen (o hablen mejor) y - eso es fundamental, a la larga - pero podemos pasar por alto otras necesidades aún más acuciantes como por ejemplo, la independencia a la hora de ir al baño, o la falta de seguridad personal y vial, etc. Obviamente todos estos temas dependen de la edad y del perfil de tu hijo.
Hay muchas terapias, mucha información, muchas opiniones sobre el autismo y como mejor tratarlo (¡o incluso si hay que tratarlo o si se puede curar!). Es realmente cacofónico y puede resultar muy agobiante, sobre todo porque hoy en día cualquiera puede escribir al respecto en internet. Y esto es una navaja de doble filo - es una herramienta fundamental para acceder a mucha información de manera gratuita e instantánea, pero no siempre es información relevante, contrastada o aplicable a tu situación. A menudo nos llena de angustia y de estrés - por no saber lo suficiente, por no hacer lo suficiente, por no tener lo suficiente.
Tu conoces a tu hijo mejor que la mayoría de personas a tu alrededor, seguramente mejor que nadie. En estos momento en los que estas intentando aprovechar tu tiempo para ayudar a tu hijo, recuerda: prioriza, mantén el foco en sus necesidades, y hazte estas preguntas:
Lo que estoy leyendo en este momento, ¿es relevante para mi hijo?
¿Es información nueva?
¿Es útil?
Si lo que estás leyendo te nutre, te anima, te motiva, te hacer sentir empoderad@ o al contrario te hunde, te entristece, te desmotiva, o te distrae - ¡ojo! A veces nos sentimos mal primero, nos hundimos un poco, para luego pasar a la acción. La clave está en que la información te dé al menos un resquicio de esperanza o energía).
Recuerda que a veces internet será de gran ayuda. Y otras veces, es mejor para ti y para tu hijo que uses ese tiempo para conectar o cuidar de ti mism@.
Sugerencias prácticas:
Prioriza 1 o 2 áreas de apoyo para tu hijo y centra tu búsqueda de información al respecto (siempre puedes cambiarlas o ampliarlas según evolucione o cambie tu hijo).
Organiza la info - te aconsejo que tengas algo físico (una carpeta, un archivador, un cuaderno, etc.) o un sistema virtual (carpeta de favoritos en tu buscador de internet, Evernote, Trello, aplicaciones de notas de tu móvil, etc.) para mantener la info accesible y fácil de encontrar.
Reserva un tiempo limitado a la semana para buscar info, o leer info que previamente has encontrado - puede ser 1 hora, puede ser menos, puede ser mucho más. Eso lo marcas tú. Mi sugerencia es que lo delimites en el tiempo (pongas una alarma en tu móvil) porque si no, te puedes “perder”. Si es el mismo día a la semana, mejor, porque se convertirá en un hábito más rápidamente.
Si quieres puedes tener un diario o un cuadernillo más personal donde apuntas tus propias preguntas o señalas asuntos importantes a investigar.
3. Ponte en marcha.
Sobre esto, la comunidad científica y los servicios educativos están totalmente de acuerdo: cuanto antes ayudemos a las personas con autismo con cualquiera de sus desafíos, mejores resultados para ellos veremos. Sobre todo porque el cerebro tiene neuroplasticidad - es decir, tiene la capacidad de crear nuevos circuitos neuronales (de pensar de otras maneras) cuanto más joven es. Aunque nunca perdemos nuestra neuroplasticidad, cuesta más cambiar nuestra programación mental, nuestro software conforme avanzan los años y nuestros circuitos están más establecidos.
Afortunadamente, cada vez se oye más el debate sobre si hemos de cambiar / modificar a las personas con autismo o simplemente aceptarlas tal y como son y apoyarlas. Sobre si esta diferencia neurológica es o no es una discapacidad, o simplemente una diferencia. Se habla cada vez más de neuro-diversidad [si te interesa saber más del tema escucha este TED Talk - aunque está en inglés le puedes poner subtítulos en español].
Aquí tan solo te quiero decir algo muy sencillo: si tu hijo con autismo tiene algún desafío en algún ámbito de su vida, entonces ponte en marcha para ayudarle desde la aceptación, el respeto y el amor más incondicional. No sientas que has de cambiarle a él o ella (porque a parte de imposible - no podemos cambiar a nadie - en el fondo es un rechazo a su ser). Enfócate en ayudarle a encontrar las herramientas que le permitan superar o gestionar mejor esos desafíos. A mi re-enfocarme de esta manera me ha ayudado muchísimo.
A menudo recabar apoyos específicos, sean cuales sean, para nuestros hijos nos hacen sentir mejor. Nos hacen sentir que estamos “haciendo algo”. Además si sabes que durante una hora a la semana (o el tiempo que sea) tu hijo está aprendiendo “a aprender” o recibiendo ayuda específica, te puedes enfocar en planificar, en educarte sobre el autismo, o en recabar más info, o por supuesto en cuidar de ti mism@.
Sugerencias prácticas:
Prioriza, prioriza, prioriza… No lo puedo repetir demasiadas veces. :-) No te lances a todo. Empieza por lo más urgente e importante para tu hij@.
Piensa cómo te puedes organizar mejor… Yo soy una freaky de la organización y me encanta tener agendas, cuadernos y libretas de direcciones clasificadas, etc. Cada cual opera como quiere y puede. Date unos minutos para reflexionar cómo te quieres organizar y qué sistemas/hábitos has de poner en marcha para ayudarte.
¡Simplifica! No sirve de nada tener una agenda aparte para los temas de tu hij@ si luego no la miras. Pregúntate “¿Como me lo puedo poner fácil en este momento?”
Date permiso para hacer lo que te funciona a TI. Si los papeles te agobian, mantén solo lo estrictamente necesario y pásate a lo digital. Si te encantan los papeles, ¡adelante!
4. Busca una buena comunidad de apoyo.
Desafortunadamente los procesos administrativos para que tu hijo reciba apoyo personalizado (en educación, en salud, etc.) suelen ser complicados, largos, difíciles y a menudo sin la financiación adecuada. Las diferencias en los servicios de autismo entre país y país, incluso dentro de un mismo país, pueden llegar a ser abismales. Aquí es donde una buena comunidad de otros padres y madres puede ser una auténtica salvación. Son personas que están en la misma situación, algunos de ellos con mucha más experiencia que tú, y te pueden dar información, consejo, apoyo emocional. Además te pueden ayudar a no sentirte tan solo y aislado.
Busca grupos de apoyo, ya sea online o presenciales (o ambos). Pide ayuda. Comparte. Conecta. De ellos sacarás tanto como tú mismo des. Si hasta ahora te ha dado vergüenza o reparo hablar del autismo (o sencillamente no lo has querido publicitar entre tu entorno por la razón que sea), unirse a una comunidad de padres puede darte ese alivio de encontrar a personas con experiencias similares a las tuyas.
Al final todos estamos buscando lo mismo - comprensión, apoyo, bienestar.
Sugerencias prácticas:
Si lo haces online, limita el tiempo que pasas (o veras que es como un agujero negro que te chupa horas y energía).
Dentro de lo posible, busca grupos donde te sientas a gusto. Esto a veces lleva tiempo (y a veces no tenemos muchas opciones) pero se trata de que te encuentres a gusto y te sientas arropada.
Ten muy presente que cada persona, y cada familia, lleva su propio camino y su propio ritmo. Sé muy consciente de no caer en las comparaciones, en las envidias, y en los malos rollos por diferencias que son inevitables.
Pregúntate si realmente te merece la pena y te aporta. Tu situación puede que cambie. No dudes en soltar cualquier grupo de apoyo que ya no te sirva o te enriquezca, pero siempre desde el agradecimiento y el respeto.
5. Como padre o madre, confía siempre en tu instinto.
¿Qué significa esto? ¿Qué hago con mi instinto? ¿Cómo lo uso? Son preguntas que a menudo me he hecho yo misma.
Lo del instinto maternal o paternal queda muy bien, pero no todos sabemos bien a qué se refiere. Estoy hablando de ese sistema alternativo para saber cosas que no pasa por la parte racional de nuestro cerebro sino que surge de manera espontánea y a menudo se expresa a través de nuestro cuerpo - esas mariposas en el estómago, esa sensación en el corazón, ese nudo en la garganta…
Con los hijos sabemos que sabemos algo (a veces contradiciendo lo que nos dice la cabeza o los “especialistas”) pero no siempre lo podemos explicar. Escucha a tu instinto y tómalo en consideración siempre que puedas.
Y date permiso para cambiar de opinión. Recuerda que nuestros hijos no son estáticos, cambian continuamente (sobre todo si son pequeños). Mantente abierto a lo que en inglés llaman “breakthroughs” - grandes saltos o cambios que parecen surgir de la noche a la mañana en nuestros hijos. Camina a su lado, a su ritmo, acompáñales.
Sugerencias prácticas:
Cuando tengas que tomar una decisión con respecto a tu hijo, escucha a tu cuerpo. ¿Cómo te sientes físicamente? ¿Nervioso pero el cuerpo te dice “si, adelante”? ¿O te sabe mal, te deja un sabor amargo? Esto te puede llevar algo de tiempo, es una práctica que muchas personas encontramos difícil, pero con la práctica, se va volviendo más fácil al ser capaz de notar los cambios más sutiles en nuestra fisiología.
Si sientes resistencia a algo, pregúntate: “¿Qué miedo siento? ¿Qué pasa si lo intento? ¿Qué pasa si no lo intento?”
Si tienes que soltar o dejar algo (actividad, persona, servicio) en relación a tu hijo, pregúntate: “Lo dejo por miedo (al fracaso, a cambiar, etc).? O lo dejo por amor (porque ya no aporta, porque tengo que priorizar, porque hay cambios)?”
Por supuesto te podría enumerar muchas cosas más, pero con estas 5 empezamos a re-enfocarnos y a darnos permiso para ayudar o buscar ayuda para nuestros hijos de manera centrada, presente y más empoderada. A menudo la primera búsqueda de apoyo después de un diagnóstico es caótica, desesperada… Muchas veces nosotros mismos restamos importancia a nuestro rol como padres o madres, encomendándonos a profesionales (¡y menos profesionales!).
Aunque la buena ayuda externa es crucial (y desafortunadamente escasa), no pases por alto que TÚ eres el mejor defensor y conocedor de las fortalezas y las dificultades de tu hij@.
Espero que esto te ayude y te inspire a pasar a la acción o a re-enfocar tu papel.
¿Cómo contarle a tu hij@ su diferencia?
Este es un tema complejo por depender mucho de las situaciones individuales de cada familia. Pero resumiendo: entiende tus necesidades al respecto, la suyas, busca el mejor momento, espera si no crees que esté preparado…Pregúntate: “¿Le va a ayudar o no saberlo en este momento?”
Este es un tema complejo por depender mucho de las situaciones individuales de cada familia. Pero resumiendo: entiende tus necesidades al respecto, la suyas, busca el mejor momento, espera si no crees que esté preparado…Pregúntate: “¿Le va a ayudar o no saberlo en este momento?”
¿Prefieres escucharlo? ¡Escúchalo aquí!
Verás mi hijo tiene un diagnóstico de TEA. Desde hace varios años me pregunté cuándo sería el mejor momento para contárselo y para hablarle de su diagnóstico.
Alguna vez se quejó de las varias terapias que tiene después del cole y en ese momento intuí que era importante explicarle que no todos los niños necesitan ayuda extra, pero que él sí porque su cerebro funciona de una manera algo diferente.
Así que, hoy te quiero hablar sobre este tema: por qué, cuándo, cómo contárselo y también quién es la persona más adecuada para hacerlo. Y lo hago en base a mi experiencia como mamá pero también en base a lo que he investigado al respecto y lo que me traen las familias que trabajan conmigo en sesiones de coaching.
POR QUÉ
Lo primero, es importante examinar el por qué. ¿Por qué contárselo a tu hijo?
Para mí no se concibe que hablemos de conocimiento, de aceptación, de bienestar, de integración, de apoyo si no lo ponemos a disposición de nuestros hijos también. Es decir, si no les ayudamos para que se conozcan mejor, para que se entiendan mejor, para que comprendan que ciertas dificultades que tienen no se deben a que sean defectuosos de ninguna manera, a que sean tontos, o antipáticos, o malos. Sino sencillamente a que su cerebro está cableado de manera algo diversa al de muchos de sus coetáneos.
Esto da muchísimo poder. Poder para aceptarse y apreciarse; para aceptar y apreciar la diferencia como diversidad y no como binomio mejor-peor o normal-anormal. Todo el mundo, tengamos diferencias neurológicas o no, necesitamos aprender quienes somos para poder tomar decisiones con plena conciencia de quienes somos, que nos gusta, que no, y por qué. Desde aquí cualquier puede usar esa información para ayudar a maximizar su potencial. Negarle a nuestros hijos esa luz en el camino puede tener consecuencias serias para ellos más adelante.
Muchos padres nos preocupamos de que no lo van a entender, o de que se van a enfadar o deprimir, o no querer aceptarlo. O incluso que van a usar su diferencia como excusa para no hacer ciertas cosas. Y, claro, dependiendo de las circunstancias y del contexto familiar y social, todo esto puede o no pasar. Pero cabe recordar que muchos de estos desafíos pueden igualmente surgir sin ese conocimiento del diagnóstico. Desde un punto de vista ético, creo que es importante aquí insistir en que guardarnos información que puede ayudar a nuestro hijo a entenderse mejor y a aceptarse más plenamente (aunque esto lleve su tiempo, no digo que no) sería poco responsable y respetuoso por nuestra parte.
Recuerda que, aunque tu hijo no te diga nada (o no se exprese verbalmente), percibe la frustración y la confusión a su alrededor y puede llegar a conclusiones muy equivocadas sobre su salud, sobre su vida, sobre el cariño de sus seres queridos.
CUÁNDO
Este aspecto depende totalmente de la personalidad, la especificidad, las habilidades y la sociabilidad de tu hijo.
En mi opinión, no hay una edad concreta porque depende de en qué punto de auto-conciencia está tu hijo. ¿Se da cuenta de que hay ciertas cosas que le cuestan más o que le salen mal? ¿Se frustra y no entiende por qué? ¿Se da cuenta de que otros niños son diferentes a él (por ejemplo, tienen más amigos)?
Una buena indicación es si te hace este tipo de preguntas, a ti o a cualquier otra persona de tu entorno, o incluso en la escuela. No evites hablar si él o ella te pregunta, pues le puede causar ansiedad y hacer que se obsesione más con el tema. Aunque no las haga, esto no quiere decir que no lo piense.
Como padres tenemos que jugar un papel de detective a menudo para averiguar si ha llegado el momento de hablar del tema o no.
Y también le podamos dar la vuelta a la tortilla a estas preguntas y hacerlas nosotros, siempre con cariño y respeto. Por ejemplo, yo desde hace algunos años a veces le pregunto a mi hijo “Cuando aleteas las manos, ¿cómo te sientes?¿Cómo te ayuda?”. Es una buena manera de, primero, entenderle mejor y, segundo, de abrir una conversación sobre cómo eso puede suponer una diferencia con otros niños. Desde aquí se pueden tener conversaciones muy enriquecedoras tanto para nosotros como para ellos.
Hay que tener cuidado de no sacar de lleno el tema después de algún evento que haya sido difícil para tu hijo. Si ha habido algún incidente o algo que le haya causado emociones fuertes, es mejor esperar a que vuelvan las aguas al cauce porque si no caemos en el peligro de vincular sin querer el diagnóstico o la diferencia a dificultades emocionales o sociales.
Esto suele pasar más a menudo con adolescentes o personas mayores, que llegan a puntos de crisis antes de enterarse de que tienen una diferencia neurológica. Esto puede hacerles especialmente susceptibles o sensibles a eso de ser diferente porque lo asocian a eventos desagradables.
Es mejor empezar con una campaña sutil pero regular de comunicación en el hogar en torno a cómo todos somos diferentes pero igualmente valiosos. Así vamos preparando el camino. Esto es mucho mejor que el niño o la niña se entere por un compañero de clase o que alguien le espete una palabra que no entienda del todo y que le lleve a asociarla al rechazo o al ridículo.
Y un último punto sobre el cuándo es el cuando de los padres y del resto de la familia. Todos tenemos que estar preparados. Muchos padres no quieren hablar de esto con sus hijos porque se sienten abrumados, angustiados o sencillamente no saben cómo van a responder ellos mismos a esa conversación. Es normal.
No te agobies aún más. Tú como mamá o papá, tienes que estar bien para poder tener esta conversación. Y cuando digo bien, no quiero decir que estés fenomenal, sino lo suficientemente bien emocionalmente para asumir una conversación que puede ser muy difícil o muy emotiva o incluso algo decepcionante.
Si no es buen momento para ti, seguramente no lo será para tener este tipo de conversaciones. Pero no lo pospongas eternamente hasta que alguna situación desagradable lo fuerce.
¿QUÉ? ¿CÓMO?
Las diferencias neurológicas son complejas, incluso dentro del mismo diagnóstico. Cada persona es única y tiene unas combinaciones de fortalezas y de dificultades propias.
Aqui te dejo algunas indicaciones genéricas que te pueden ayudar a personalizar el contenido de la conversación con tu hijo diferente:
Ten en cuenta la capacidad de procesar información de tu hijo. Esto es fundamental. Si te hace preguntas, empieza por ahí, contestando a sus preguntas.
Si no, empieza hablando de la diferencia en términos generales. Háblale de como tú y él o ella hacéis ciertas cosas de manera diferente. O un hermano o cualquier otra persona, pero cuidado con las comparaciones.
Adapta la info a su edad con palabras apropiadas.
No demasiada información de golpe. Siempre puedes añadir más y más detalles según pase el tiempo y se desarrolle tu hijo.
Comunica primero la información que crees es más importante para tu hijo, para su vida diaria, para gestionar temas que le cuestan, etc. Házlo práctico y usa muchos ejemplos de su propia vida cotidiana.
Tu actitud es muy importante, que sea positiva, aunque tú también tengas dudas (y no tienes porqué saberlo todo ni ocultárselas a tu hijo)
Es importante que tu hijo entienda que no está solo en su diferencia y que hay muchas otras personas con su diagnóstico que seguramente tienen las mismas preguntas o dudas.
Puedes preguntarle a tu hijo si quiere averiguar más leyendo libros. Si crees que su respuesta va a ser que no, en vez de preguntarle le puedes traer algún libro y dejar que decida.
Acaba la conversación asegurándole que puede preguntar cuando quiera y que, si no sabes la respuesta, podéis investigar juntos.
Al final, no se trata de una sola conversación sino que seguramente serán muchas, de diversa intensidad, duración y complejidad, según se vaya desarrollando tu hijo y según donde esté a nivel de desarrollo. Puede que tu hijo no te haga preguntas durante semanas, o meses, o años después de haberle dado la información pero eso no quiere decir que no lo esté asimilando.
¿QUIÉN?
Aquí hay dos opciones. La primera, a la que me he referido hasta ahora, es que sean los padres los que inicien el proceso de comunicar el diagnóstico a su hijo.
Pero también en algunos casos puede ser útil que la información la comunique un profesional que trabaja con tu hijo (habiéndolo previamente acordado contigo, claro).
Las ventajas de esta segunda opción es que puedes así reservaros el rol emocional de apoyo si se espera que la información le cause mucha ansiedad a tu hijo, por lo menos en una primera instancia. Además, ese profesional puede también ayudar a los padres a lidiar con cualquier reacción del hijo al respecto de la noticia.
Y finalmente también permite que la conversación se lleve a cabo fuera del hogar, en un lugar más o menos neutro, como la consulta del profesional. Pero esto requiere mucha confianza entre profesional y padres.
Bueno, como ves, este es un tema complejo por depender mucho de las situaciones individuales de cada familia. Pero resumiendo, entiende tus necesidades al respecto, la suyas, busca el mejor momento, espera si no crees que esté preparado…Pregúntate: “¿Le va a ayudar o no saberlo en este momento?” Recuerda que la información es poder, pero esto incluye pasar más allá de una mera etiqueta. Requiere enseñar a tu hijo a que se conozca, a que se entienda, a que se acepte tal y como es…
Finalmente comentarte que buscando libros para leer con mi hijo sobre lo que supone tener autismo y ser diferente en ciertas formas, me frustré porque no encontraba nada apropiado para que él se pudiera ver reflejado en este preciso momento. O eran libros sobre niños genio o sobre niños con autismo grave que no hablan. Entonces decidí escribir mi propia historia describiéndole a él, pero también dejando huecos para que él mismo se auto-defina o pueda expresarse.
Uno de los mejores regalos que le puedes hacer a tu hij@ (sea atípico o no) es inculcarle la importancia del autoconocimiento. Y modelársela (por ejemplo hablarle de cómo tú te has ido conociendo).
Si él o ella se va conociendo mejor, entenderá mejor sus frustraciones y por qué se siente como se siente. Es un regalazo para poder acompañarnos a nosotros mismos por la vida con mayor compasión y también satisfacer mejor nuestras necesidades (y comunicárselas a los demás).
Mindfulness para niños con TDAH
En esta entrevista me acompaña Carmen Pellicer, coach y especialista en mindfulness para niños y adolescentes con perfil TDAH (trastorno de deficit de atención e hiperactividad). Hablamos sobre las peculiaridades de este perfil neurológico y sobre cómo el mindfulness es una herramienta clave, tanto en el aula, como en el hogar, para entrenar el “músculo” de la atención.
En esta entrevista me acompaña Carmen Pellicer, coach y especialista en mindfulness para niños y adolescentes con perfil TDAH (trastorno de deficit de atención e hiperactividad). Hablamos sobre las peculiaridades de este perfil neurológico y sobre cómo el mindfulness es una herramienta clave, tanto en el aula, como en el hogar, para entrenar el “músculo” de la atención.
¡Escúchala aquí!
Es una conversación rica y muy informativa.Aquí tienes los puntos principales de nuestra conversación:
2:40 Presentación del trabajo de Carmen
4:45 El perfil neurológico TDAH
7:25 La inteligencia ejecutiva (después de la cognitiva y la emocional)
10:20 El peligro de las etiquetas y su asociación a las creencias
11:40 Errores de diagnóstico
19:15 Impulsividad y creatividad
21:25 El coaching y el mindfulness como alternativa y/o complemento a la medicación
29:15 “Quiero que mi hijo haga los deberes solo”
29:35 Atención a la respiración
34:35 Escaneo del cuerpo
37:35 El estrés de las madres y la presión a los padres
44:30 La falta de refuerzo positivo a los hijos
52:30 Aceptación a través de 2 técnicas sencillas
53:30 Importancia de que los padres se involucren
54:50 Tarro de la calma
57:15 El estrés de los profesores por la falta de recursos adecuados
58:15 Más info sobre el trabajo de Carmen
01:02 “Hay vida más allá del colegio” - Dejar de pensar en los hijos sólo en su faceta escolar y no penalizar las conductas que son fruto del TDAH
¿Cómo ser fuerte?
Ante las adversidades de la vida, cualquier hijo de vecino te dirá “hay que ser fuerte”. Pero, ¿en qué consiste esto cuando nos referimos a una dificultad como el autismo, el TDAH, la dislexia severa, el síndrome de Down o cualquier otra diferencia de tu hij@? ¿Significa acaso resignación? ¿Paciencia? ¿Estar siempre a pie de batalla? En este post te hablo de la resiliencia y de las 5 preguntas que te ayudarán a crecer antes las circunstancias de la vida, sean cuales sean.
Ante las adversidades de la vida, cualquier hijo de vecino te dirá “hay que ser fuerte”. Pero, ¿en qué consiste esto cuando nos referimos a una dificultad como el autismo, el TDAH, la dislexia severa, el síndrome de Down o cualquier otra diferencia de tu hij@? ¿Significa acaso resignación? ¿Paciencia? ¿Estar siempre a pie de batalla? En este post te hablo de la resiliencia y de las 5 preguntas que te ayudarán a crecer antes las circunstancias de la vida, sean cuales sean.
¿Prefieres escucharlo? ¡Escúchalo aquí!
¿Qué es la resiliencia?
Bueno, y entonces esto de la resiliencia ¿qué es? ¿Y por qué es más util hablar de resiliencia que de fortaleza o incluso que de autoestima?
Es un término de la psicología positiva que se refiere a nuestra capacidad de afrontar la adversidad y de adaptarnos a lo que surge en nuestras vidas. Hoy en día se dice que la resiliencia es más crucial que la autoestima para llevar una vida plena y realizada. ¿Por qué? Porque la resiliencia es un músculo que ejercitamos a diario y ante cualquier situación que exija un cambio de perspectiva o de acción.
La autoestima es lo que pensamos de nosotros, pero esto a menudo se desinfla con facilidad cuando las cosas no van como queremos. Y la fortaleza puede implicar una rigidez, un mantenerse y no enmendarla, un “yo me quedo aqui igual que siempre, ante vientos y mareas” lo cual acabará creando más sufrimiento.
Así que, ante el complejo y desbordante desafío de la diferencia de nuestro hij@, nuestra fortaleza (entendida como resiliencia) es no sólo necesaria para mantenernos a flote sino que se convierte en un círculo virtuoso de aceptación, y por tanto de crecimiento lo que lleva a menos resistencias, menos sufrimiento, y así cada vez a un mayor sentimiento de paz y de confianza ante la vida, sea cuales sean las circunstancias.
Porque desde la aceptación de todo lo que nos ocurre en la vida, lo veamos como positivo o como negativo, podemos gestionar lo que sea. Porque estamos respondiendo a partir de lo que ya ES.
Aceptar es siempre el primer paso, y el más difícil. Porque consciente y racionalmente, muchos de nosotros podemos decir que hemos aceptado la diferencia de nuestro hij@. Pero a nivel de sentimientos y de acciones, a menudo nos resistimos, nos rebelamos, negamos inconscientemente que esta sea su (y nuestra) realidad.
5 claves que te ayudarán a afrontar una situación que tú no hubieras elegido
Pregúntate:
1. ¿Qué puedo aprender de esto?
¿Cómo puedo crecer / madurar / mejorar / evolucionar? (usa el verbo que más te resuene) El hecho irrefutable es que los humanos aprendemos a través de la adversidad o los desafíos.
Somos máquinas de resolver problemas. En realidad los problemas los creamos nosotros, o más bien, nuestra mente. Nada en sí es un problema o una ventaja, sino solo en tanto que lo vemos así.
Un ejercicio muy sencillo y potente es escribir “Mi hij@ tiene X y eso significa que …” y escribir todas las creencias que te vengan en mente. ¿Son todas negativas? ¿Hay alguna que no te cause ansiedad o tristeza? De esa lista puedes sacar dos aprendizajes: 1) no todo es bueno ni malo, 2) como ves tu realidad depende exclusivamente de ti.
2. ¿Qué regalos “escondidos” me trae esta situación?
Puede que te cueste verlos durante un tiempo, pero están ahí y solo tienes que reconocerlos desde el corazón y no desde la mente (tu intuición, tu sexto sentido, o el hecho de que sabes algo aunque no sepas exactamente por qué).
Te doy un ejemplo de mi propia vida: soy muy parlanchina, y el hecho de que mi hijo no hablase de manera conversacional hasta hace bien poco fue extremadamente difícil para mi. Sin embargo, me hizo enfocarme mucho más en estar presente con él, intentar entender sus comportamientos, y esforzarme en ver el mundo desde su perspectiva en vez de intentar siempre traerle a él a mi zona de comfort que es hablar.
3. ¿De qué me libera?
Esta puede parecer una pregunta extraña, pero cuando afrontamos lo que percibimos como dificultades, tenemos una oportunidad única de soltar lastre. De cambiar algo en nuestra vida dejando marchar, soltando, liberándonos. Ya sea de una rutina o hábito que ya no nos sirve, de personas que ya no aportan nada a nuestra vida, de actividades que nos hacen perder energía… de lo que sea.
Un ejemplo muy sencillo y muy potente es dejar de importarte un comino lo que piensen de ti o de tu hij@ personas que no son importantes para ti. ¿Las miradas de la vecina? ¿Los comentarios de otras mamás en el parque? Ni caso. No malgastes energía pensando en lo que pueden o no estar pensando gente que ni te va ni te viene.
4. ¿Qué recursos tengo para afrontar esto?
Tienes muchos y los verás cuando te quites el sesgo negativo de tu mente (es un hecho estudiado y probado que la mente humana se enfoca en lo que no va bien por encima de lo que sí).
Siéntate y haz una lista: ingenio, amor, amigos, familiares, dinero, conocidos, contactos, profesionales, tiempo, estudios, motivación, interés, acceso a información, redes de apoyo formal e informal, servicios públicos, curiosidad, etc….
A menudo nos enfocamos sólo en el dinero (o en la falta de), pero lo cierto es que hoy en día puedes acceder a mucho de manera gratuita. Como este blog y podcast.
5. ¿Cómo puedo YO pasar a la acción?
¿Qué voy a vivir de manera diferente? Esta pregunta es fundamental pues es la clave de la resiliencia.
Pasar de recibir a dar, de ser el sujeto pasivo de algo que nos sucede a crear una respuesta que nos sirva en esa situación. La resiliencia es el regalo que te haces cuando te devuelves el poder. El poder de decidir.
Un ejercicio muy sencillo es cada vez que digas “no puedo (algo que dependa de ti como meditar, o hacer ejercicio, o lo que sea)…..”, cambiado por “no quiero….”. Devuélvete el poder. ¿Cómo se siente?
Recuerda: Siempre tienes opciones. Aunque tu mente las niegue, el poder de decisión es tuyo.
Claro, dirás, pero yo no quiero que mi hij@ tenga autismo o Downs o lo que sea. O yo no quiero que le pase esto. O que me pase esto a mí.
Eso no está en tus manos. Lo que ya es una realidad no cabe más que aceptarlo. Lo que TÚ haces con esa realidad es tu prerrogativa. Ahí radica tu poder y la magia de cambiar tu percepción y por tanto la realidad de lo que te rodea.
Recuerda que la mente es el filtro por el que nos llega lo que nos ocurre a nuestro alrededor. Limpia ese filtro y lo verás todo con otra luz. No se trata de negar el dolor de lo que es difícil, de lo que nos causa fuertes emociones, de la incertidumbre de la vida.
El mar tiene olas, pero no por eso nos tenemos que ahogar (esa sería una decisión - aun inconsciente - no un destino). Aprender a navegar con, no contra, las olas del mar y verás como llegas lejos y puedes disfrutar mejor de la travesía.
Estas preguntas se enfocan en TU resiliencia, como padre o madre de un hij@ diferente.
Ayudar a que tu hij@ desarrolle su propia resiliencia, sobre todo teniendo en cuenta que vive en un mundo que no siempre le va a comprender o ayudar, es también fundamental.
Como padre o madre, vas a poder enseñar a través de tus acciones, de tus palabras. Vas a poder modelar para ellos la práctica de la resiliencia a diario. Y por supuesto investigar y facilitarle métodos y técnicas sobre gestión emocional y habilidades sociales que sean especificas para personas con su perfil neurológico y cognitivo y que les ayuden a incrementar su propio poder de adaptación.
Pero, como siempre, vuelvo a TI. Aquí nos enfocamos en TU bienestar, en TU capacidad de adaptación, en TU poder de crecimiento tanto a través del desafío del autismo de tu hij@ como a través de los millones de micro (y macro) desafíos que surgen en tu vida, como en la de todos.
Porque finalmente la calidad de nuestra vida SI depende de nosotros. Pues depende de nuestra percepción, y de nuestra mentalidad. Depende de los filtros a través de los cuales vemos la vida.
La resiliencia nos hace abrirnos a la experiencia que sea para aprender de ella, para pasar por ella y salir al otro lado más fuerte, más consciente de nuestro propio poder de adaptación y de aceptación.
Lo contrario de la resiliencia es la resignación, es el sentimiento de que no podemos hacer nada, de que no tenemos poder para nada. En el fondo esto es una estrategia de miedo por parte de nuestro inconsciente, que nos distrae del riesgo que supone afrentar el desafío y cambiarnos por el camino.
Te dejo con la oración de la Serenidad, que seguramente has escuchado antes pues es muy conocida y que establece las bases para la resiliencia.
Una nota: si la palabra Dios te rechina, te incomoda, o no te sirve por la razón que sea, la puedes cambiar por otra palabra que te resuene. La oración dice:
Que Dios me dé la serenidad para aceptar lo que no puedo cambiar, el coraje para cambiar lo que sí puedo, y la sabiduría para saber cual es cual.
Tu misión esencial
En esta entrevista me acompaña Bienvenida Morote, coach, creadora del proyecto Misión Esencial y mamá de un hijo con diferencias de aprendizaje y comunicación. Y hablamos de la invitación de la maternidad a reconectar con nosotras mismas, pero también de la culpa, del miedo, y de la aceptación de nuestro hijo diferente como umbral para vivir una vida coherente.
En esta entrevista me acompaña Bienvenida Morote, coach, creadora del proyecto Misión Esencial y mamá de un hijo con diferencias de aprendizaje y comunicación. Y hablamos de la invitación de la maternidad a reconectar con nosotras mismas, pero también de la culpa, del miedo, y de la aceptación de nuestro hijo diferente como umbral para vivir una vida coherente.
¡Escúchala aquí!
Aquí tienes los puntos principales de nuestra conversación:
1:15 Presentación del trabajo de Bienvenida
3:20 La desconexión de la propia vida
5:30 Coherencia y reinvención personal y profesional
6:06 La maternidad diferente como reto y como invitación
8:40 La culpa y el miedo de que tu hij@ sea diferente
10:15 Conectar contigo para conectar con tu hij@
12:00 El paso del tiempo y el ajuste de expectativas
14:20 Exigencias y falta de respecto a los hij@s y a nosotros mism@s
16:40 La importancia de rendirse (que no es resignarse)
20:25 La opinión de los demás
22:30 Los apegos excesivos a nuestros hij@s diferentes
28:20 Pedir ayuda y crear tiempos para ti
31:31 La familia como ecosistema
39:40 Más info sobre el trabajo de Bienvenida
5 pasos para dejar de sobrevivir y comenzar a vivir
La gran mayoría de los padres de hijos con diferencias neurológicas nos sentimos abrumados de manera crónica. Para dejar de sobrevivir y empezar a vivir en este post te propongo 5 pasos.
La gran mayoría de los padres de hijos con diferencias neurológicas nos sentimos abrumados de manera crónica. Para dejar de sobrevivir y empezar a vivir en este post te propongo 5 pasos.
¿Prefieres escucharlo? ¡Escúchalo aquí!
Déjame que te pregunte… ¿tú vives o sobrevives?
¿Qué es sobrevivir?
Respuesta del estrés en continuo, vivir apagando fuegos, sintiendo como que no puedes controlar nada, ni tus propias emociones, que vas de tarea en tarea sin ningun tipo de recompensa, ya sea interna o externa. No te sientes bien casi nunca. Reaccionas a todo en vez de responder. Altos niveles de irritabilidad y también de ansiedad. No sientes que descansas, ni siquiera cuando se supone que estas descansando. No duermes bien. Las relaciones con los seres queridos se resienten.
¿Te sientes identificado? La gran mayoría de los padres de hijos con diferencias neurológicas nos sentimos abrumados de manera crónica. Las necesidades adicionales o distintas de nuestros hijos nos absorben o, tal vez al contrario, vivimos de espaldas a esa realidad pero sintiéndonos profundamente infelices. Nos ahogamos en nuestra propia vida.
¿Qué es vivir?
Por contraste vivir, para mí, es relacionarse con nuestra propia vida de una manera saludable. Esto no tiene que ver con no sufrir pérdidas, con no sentir dolor, con no tener dificultades. Para vivir no hace falta que todo nos vaya bien en la vida.
Es necesario, mas bien, que seamos capaces de observar, entender, aceptar o modificar nuestra experiencia interna de nuestra vida. Vivir para mí, significa pasar por todo lo que nos arroja las experiencias vitales con presencia. La imagen que te propongo aquí es la de una persona en un barquito sobre el mar. Tú llevas el timón pero no siempre puedes decidir hacia dónde vas, las olas te van a llevar por aquí y por allá hasta cierto punto. Porque las olas son grandes y tú eres una persona en un barquito pequeño que has venido a surcar esas olas.
Vivir significa subir y bajar esas olas, a veces irás más rápido, a veces más despacio, a veces creerás que las olas te van a hundir, a veces el mar esta tranquilo como un espejo y te puedes tumbar a dormitar sobre el barquito. Pase lo que pase, te abres al vaivén de las olas. Esto es vivir. Sobrevivir sería tirarte al agua cuando tu barquito se encuentra con una gran tormenta. Ahí seguramente te vas a hundir porque has abandonado a tu barquito, a tu hogar sobre ese mar oleado. Ese barquito, ese hogar eres tú mismo, tu bienestar, tu presencia.
Hay una frase judía que me impactó mucho cuando la lei hace unos años que dice “Deja que no muera mientras siga vivo”. Sobrevivir es morir en vida. Bueno, suena bastante dramático la verdad, pero a lo que me refiero aquí es a que cuando sobrevivimos no disfrutamos de la vida y, por lo tanto, no disfrutamos de nosotros mismos. Seguimos aquí por supuesto, pero somos como una cáscara vacía, estamos de alguna manera muertos en vida.
A ver, todos tenemos momentos en los que estamos meramente sobreviviendo. Hay noches oscuras del alma que nos bajan a la mera supervivencia. Un dia detrás de otro. Y ya es bastante, sobrevivir cuando estamos sufriendo tanto. En nuestra situación como mamás o papás de hijos diferentes, estas noches oscuras del alma pueden durar mucho. De hecho, lo cierto es que pueden durar una vida entera y de aquí este post.
Desde aquí te quiero invitar a que no sobrevivas más, a que vivas tu vida como se merece, aunque no sea la que hubieras deseado ni para ti, ni para tu hij@ diferente. Es mi llamada a que tomes conciencia de en que modo pasas tus dias: ¿Sobrevives o vives?
Vamos por partes.
Ya te he comentado lo que para mi supone sobrevivir versus vivir. Ahora bien, vamos un poco más allá a entender por qué nos ponemos en modo supervivencia. Pues, lo dice la palabra misma.
Sobrevivir es la capacidad innata que tenemos los seres humanos desde el punto de vista físico neurológico emotivo e instintivo para responder a las dificultades externas y seguir viviendo.
Y detrás de esta capacidad de supervivencia está la llamada respuesta del estrés que es un conjunto de respuestas fisiológicas y psicológicas con las que nuestro cuerpo se pone en marcha. Es un sobreesfuerzo del funcionamiento normal de nuestro organismo para afrontar una amenaza. La clave aquí es que no todo lo que percibimos como una amenaza es en realidad una amenaza. El cerebro busca sobrevivir a toda costa y a menudo hace saltar la alarma con cosas que no son tan peligrosas o que no suponen un peligro real para nuestra integridad.
Es como una goma elástica Hoy en día la utilizamos tanto que se ha acortado muchísimo y salta a la mínima dificultad. Y el coste para nuestro cuerpo y para nuestra salud, tanto física como mental, es enorme. Es literalmente una gota malaya que no para de caer y va haciendo un agujerito que poco a poco se va profundizando. Desde aquí:
Ni podemos vivir plenamente
Ni podemos tomar mejores decisiones para nosotros mismos ni para nuestros seres queridos
Porque estamos viviendo de problema en problema. Y al final, todo se vuelve un disparador potencial de nuestro estrés, desde la cola del super, hasta el trafico en el coche, pasando por absolutamente todo lo que hace y deja de hacer nuestro hijo.
Desde el estrés es fácil caer en la rumiación mental. ¿Y qué es esto? Pues es darle vueltas y más vueltas a lo que no va bien, a lo que te preocupa, a lo que tienes que hacer, a lo que tienes que dejar de hacer… y todo este dialogo incesante mental te causa…. ¿Qué crees? Pues eso, más estrés.
Ahora ya ni siquiera te estresa que tu vecina te haya hecho un comentario poco afortunado sobre tu hijo, ahora también te estás estresando al revivir ese encuentro, lo que hiciste, dijiste, dijo ella. Lo revives mil veces y te auto-estresas también con tus propios pensamientos. En lugar de obtener una liberación emocional, simplemente tocamos las mismas escenas angustiantes en nuestra cabeza una y otra vez, sintiéndonos aún más tristes, enojados o agitados. Por cierto, si eres de los que le da mucho al coco, te recomiendo mucho el libro “Mente, Déjame Vivir” de Eduardo Llamazares.
5 pasos para dejar de sobrevivir y comenzar a vivir
1. Entiende tu respuesta del estrés
¿Cómo sientes el estrés en tu cuerpo? ¿Te tensas? ¿Te pones rojo? ¿Gritas? T¿e sube el calor a la cara, a los puños? ¿Contienes la respiración? Etc. Haz un proceso de auto-reflexion para tomar conciencia de cómo se manifiesta el estrés en tu vida.
2. Entiende que se esconde detrás de tu estrés
¿Qué te agobia más en tu vida? ¿Por qué? ¿Qué hay realmente en tu vida y que quieres realmente en tu vida? Contrasta lo que percibes con lo que esperabas.
3. Decide qué quieres
¿Qué puedes cambiar que dependa solo de ti en este momento?
Algo super fácil de cambiar son nuestras expectativas. NI más ni menos. Porque nos las hemos inventado nosotros, o las hemos heredado de otros, pero si son expectativas es que no son realidad así que hoy te invito a que las sueltes. Sobre todo las expectativas en torno a tu hij@ diferente porque esas sí que dependen de ti.
4. Crea una nueva relación contigo mism@
Ya sabes, la única persona con la que vas a tener una relación todos los dias de tu vida eres tu. Asi que escuchate, hablate mejor, entiendete. Claro, todo esto exige algo de dedicación. Pero si tu no estas dispuesto a conocerte mejor, como puedes guiar tu propia vida? Si no te dedicas a conocer un poquito mejor tu barquito, como quieres entender como navega?
5. Integra gratitud y compasión en tu vida
Hacia los demás claro, pero sobre todo hacia ti mism@. ¿Cómo? Practicándolo de manera consciente. Hay que practicar estas emociones para fortalecer nuestro sentimiento de conexión con la vida. Nos llevan a una apertura y a una visión más global y completa de nuestra vida. Tal vez no todo es como queramos y no lo vamos a poder cambiar, pero la gratitud nos hace reconocer lo positivo, y la compasión nos ayuda a ser más tolerantes con nosotros mismos y con los demás cuando no nos sintamos tan cómodos en una situación.
Un ejemplo sencillo de la practica de la gratitud, que yo misma realizo, es dar las gracias por lo que sea cada noche en la cama. Puedes hacerlo por escrito (y poder asi volver a ello cuando te sientas deprimido o bajo anímicamente). O puedes hacerlo en su version vaga, como yo, que es mentalmente.
Y un ejemplo practico de la compasión a diario es hablarte bien cuando algo no te salga bien. Con cosas pequeñitas como que se te caiga algo, o pierdas algo, o se te olvide algo… Si lo empiezas a hacer contigo mismo veras como se extiende a los demás incluido tu hijo diferente.
Espero que este post te haya aportado valor y te haya hecho reflexionar sobre si vives o si sobrevives y, sobre todo, te haya motivado, a replantearte la relación con tu propia vida de manera sencilla y práctica.
¿Qué va a ser de mi hij@ diferente?
Un tema con el que a menudo me vienen las mamás y las familias con las que trabajo. Y es la pregunta: ¿Qué va a ser de él? ¿Podrá mi hijo con el mundo de fuera? ¿Conseguirá mi hija tener amigos? ¿Serán capaces de llevar una vida normal? ¿Cómo se va a portar el mundo con ellos?
Un tema con el que a menudo me vienen las mamás y las familias con las que trabajo. Y es la pregunta: ¿Qué va a ser de él? ¿Podrá mi hijo con el mundo de fuera? ¿Conseguirá mi hija tener amigos? ¿Serán capaces de llevar una vida normal? ¿Cómo se va a portar el mundo con ellos?
¿Prefieres escucharlo? ¡Escúchalo aquí!
A menudo cuando pregunto qué es lo mas difícil como madre o padre de alguien con diferencias de desarrollo, de socialización, de atención o de aprendizaje, la respuesta suele ser la incertidumbre sobre su futuro. Sobre todo, ese nubarrón negro que siempre acecha por el horizonte de nuestra mente de ¿Quién le cuidara cuando yo no esté?
Claro, muchos de nosotros también nos enfocamos en la sintomatología, es decir en como esa diferencia se manifiesta en él o ella… pues el que le cueste hacer amigos, el que no hable (o no igual que sus coetáneos), su rigidez mental o lo fácil que se descontrola en ciertas situaciones.
Pero lo que más ansiedad nos suele traer como padres es nuestro deseo de que “se adapte” a un mundo exterior que a menudo le malinterpreta. Y esto es totalmente normal. Los seres humanos somos sociales por instinto y la pertenencia al grupo es inconscientemente fundamental para todos. Es uno de nuestros grandes motivadores y explica mucho de nuestro comportamiento tanto individual como a nivel grupal, seamos conscientes de ello o no. Así que imagínate si no va a ser importante para ti como madre o padre que tu hijo o hija se integre en el grupo o lo que las demás personas piensen de él o ella. ¡Por supuesto que sí!
Seguramente, a un nivel profundo, lo que más te llena de ansiedad y de dolor es la incertidumbre sobre su futuro, sobre su vida de aquí a unos años, independientemente de la edad que tenga ahora. Yo misma he sufrido de esto. Siempre he tenido tendencia a la ansiedad y al control y cuando diagnosticaron a Adrian con autismo, lo primero que pensé fue ¿“Que va a ser de él?”
Las primeras preguntas que a menudo se hacen los padres y madres como tú y como yo, en esta situación es :”ya, ¿pero va a estar bien?”, “ya, ¿pero va a poder vivir con independencia cuando sea mayor?”, “ya, ¿pero esto ira mejorando?”
El diagnostico de cualquier trastorno o diferencia de desarrollo como el autismo puede venir o no con una prognosis, es decir con una indicación de como se va a desarrollar a futuro… Pero nadie, ni los medicos ni los investigadores más punteros, pueden predecir el futuro de tu hijo o hija. Pues nadie lo sabe. Ni el pediatra, ni la logopeda, ni la profesora, ni la terapeuta ocupacional, ni la voluntaria de tu asociacion local de apoyo.
Porque la mayoría de estas diferencias son neurológicas por definición y no admiten pronósticos definitivos sobre el desarrollo futuro de la persona que las tiene, sobre todo si es un niño o niña pequeño. ¿Por qué? Pues sencillamente porque no sabemos lo suficiente sobre el cerebro y sobre las causas de estas diferencias. Así es.
Como nota personal sobre esto, yo siempre digo que las sociedades ricas en el primer mundo deberíamos dejar de gastar tanto dinero en armamento militar o incluso en mandar sondas a Marte y enfocarnos en aumentar nuestro conocimiento sobre cómo funciona nuestro cerebro. Porque ahi radica realmente la ultima frontera del conocimiento humano.
También hay una segunda cuestión sobre por qué no podemos “predecir” el futuro desarrollo de nuestros hijos,y es la llamada neuroplasticidad, que es la capacidad innata del cerebro de re-cablearse constantemente, de cambiar y adaptarse como resultado de la experiencia. Por ello es tan fundamental la intervención temprana, porque en muchos casos un cerebro joven puede cambiar muchísimo y ampliar capacidades cuanto antes se le expone a ciertos estímulos.
Así que nadie te puede confirmar con certeza si tu pequeño (o no tan pequeño) se va a desarrollar de tal forma que pueda llevar una vida “normal”, si va a poder cumplir o pasar por muchos de los indicadores de una vida típica: estudios, trabajo remunerado, pareja, hijos, etc.
Incluso aquellos niños que no tienen retrasos evidentes en el habla o problemas graves cognitivos pueden verse incapacitados más adelante por problemática en torno a la socialización, a la ansiedad, a la depresión.
Realmente no sabemos que va a ser de nuestros hijos. Y eso duele. Eso duele una barbaridad. Esto nos crea una angustia tremenda.
¿Y sabes qué?? Que en realidad esto no es tan diferente de lo que pasan otros padres con hijos neuro-tipicos. Nadie puede saber el futuro. No hay garantías de nada.
Y sin embargo, dejamos que nuestra mente nos torture con pensamientos sobre ese futuro que aun no existe. Y que nunca existirá, porque solo podemos vivir el presente, el ahora. Y, aunque esto lo entendamos a nivel cognitivo, usando la parte racional de nuestro cerebro… lo cierto es que constantemente estamos teniendo pensamientos en clave de futuro, que ademas suelen ser, pensamientos negativos y llenos de miedos. Y esto nos lleva a las emociones de ansiedad, tristeza e incluso depresión.
Además, aunque entendamos que solo existe el presente, el momento actual, una parte de nuestro cerebro piensa: Ya ¿pero el preocuparse nos permite prepararnos mejor no? ¿O preparar a nuestros hijos?
Aquí hay 3 creencias subyacentes que nos causan ansiedad y nos alejan de la conexión con nuestra sabiduría interior y con nuestro presente:
Que tenemos que prepararnos para el futuro ahora. Pero, de hecho, la mayoría de las decisiones que tomamos y la planificación que hacemos son bastante a corto plazo. ¿Sabes cómo va a ser tu vida dentro de un año? ¿Qué tipo de factores van a afectar tu vida?
Que sabemos cómo va a resultar lo que nos está pasando ahora por nuestras experiencias pasadas. La consecuencia es que a menudo nos resistimos a nuestra experiencia real, nos ponemos tensos física y emocionalmente ... y en el proceso, nos desconectamos de lo que está realmente sucediendo. A parte de que el pasado no siempre predice el futuro (pero tu mente así lo cree porque le da una sensación de control).
Que la acción es impulsada por el pensamiento. El hecho de que nuestra mente ejecute constantemente un comentario sobre todo lo que hacemos, no significa que esté tomando las decisiones. Muchas veces, nuestro cuerpo actúa antes que la mente. Mucho de lo que hacemos es una respuesta natural a lo que el momento presente nos arroja. La historia mental viene segundos después de la respuesta.
Así que, lo primero es tomar conciencia de cuando estás en modo mental “regreso al futuro” y darte cuenta de que eso a menudo, lejos de ayudarte a ti, a tu hij@ y a tu familia, lo que hace es quitarte energía del momento presente. Recuerda que los pensamientos crean emociones. Si te pones a pensar en un futuro negro que aún no existe y que tal vez no vaya a existir, ¿como crees que te vas a sentir?
4 claves para gestionar mejor tus emociones ante la incertidumbre
1. El miedo al futuro (el tuyo, el de tu hij@) es normal.
Todos lo tenemos. Nuestra mente quiere controlar, pero eso no esta en nuestro poder. Asi que nos mareamos, literalmente, intentando adivinar o atisbar un futuro que no podemos ver. Entiende que tu mente no lo puede evitar, pero toma conciencia de que le puedes decir a tu mente “Ya basta” y darle cada vez menos energía, enfoque e importancia a ese tipo de pensamientos. Allí donde pones tu foco pones tu energía. No la malgastes.
2. En vez de pensar tanto en ese futuro, que seguramente sera muy diferente a como te lo imaginas, hazte esta pregunta:
¿“Que puedo YO hacer ahora para ayudar a mi hij@?” Esto te devuelve al presente, donde realmente puedes marcar una diferencia y pasar a la accion.
3. No te presiones, no te agobies
Tu solita no puedes ni ver ni tampoco cambiar el futuro. No esta en tus manos. Esto no significa resignación o pasotismo. Significa entender donde reside tu poder personal y lo hace en el ahora. En el momento presente. Hay muchos factores del futuro que no dependen de ti. Es imposible controlar o conocer lo que aun no ha pasado, y mucho mas cuando se trata del futuro de otra persona.
4. Ten confianza
Ya sé que esto suena muy hippie y muy vago, pero lo cierto es que cada cual tenemos nuestro camino y, como dijo el gran poeta español Machado “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”. El no saber forma parte de la experiencia humana. El no saber a menudo nos regala libertad…
a. libertad para vivir el ahora sin ahogarse en la ruminacion mental sobre el futuro.
b. Libertad para apreciar lo que esta en nuestro presente.
c. Libertad para abrirse a lo que vaya llegando próximamente.
d. Libertad para hacer YA lo que consideramos es importante.
e. Libertad para dejar de postergar o retrasar “para cuando…”
f. Libertad para nuevos enfoques, nuevas decisiones, nuevas acciones… en definitiva para evolucionar y crecer y ser mas coherentes con nuestro presente.
La incertidumbre nos da espaciosidad. Es esa apertura la que nos da miedo, porque no sabemos lo que va a venir. Pero también en ese no saber están los regalos de la libertad y de la presencia AHORA.
Espero que esta reflexion te permita soltar parte del miedo al futuro de tu hijo o hija diferente. Esto no quiere decir que te importe menos o que te resignes a un peor futuro - el tema es que no sabemos nada sobre el futuro, ni el nuestro ni el de nuestros hijos. La clave esta en que preocuparte menos por el futuro lejano de tu hijo, te libera a nivel emocional, mental y de energía para enfocarte en lo que SÍ puedes - tu y su PRESENTE.
El cerebro y las emociones
En esta entrevista, charlo con la coach especialista en neurociencia Marisa Ruiz sobre maternidad, estrés, aceptación de la diferencia de nuestros hij@s, y cómo entender cómo funciona nuestro cerebro tiene un impacto fundamental sobre nuestro bienestar.
En esta entrevista, charlo con la coach especialista en neurociencia Marisa Ruiz sobre maternidad, estrés, aceptación de la diferencia de nuestros hij@s, y cómo entender cómo funciona nuestro cerebro tiene un impacto fundamental sobre nuestro bienestar.
¡Escúchala aquí!
Aquí te dejo los puntos principales de nuestra conversación:
1:07 - Presentación de Marisa y de los 2 pilares de su trabajo
3:08 - De dónde viene el estrés en la maternidad
6:25 La maternidad como gran avenida de transformación personal
11:30 - El impacto sobre la pareja
15:10 - La importancia de la neurociencia (cómo funciona nuestro cerebro)
20:55 - La maternidad de un hijo diferente
26:15 - Aceptación de la diferencia de nuestro hij@ y lo que esto significa realmente
36:05 - Las creencias limitantes y cómo se forman
41:50 - El filtro de nuestra interpretación - cómo funciona a nivel de cerebro
44:00 - Cómo afecta el procesamiento de los 5 sentidos al cerebro de nuestros hijos
46:05 - La respuesta del estrés - cómo funciona y cómo gestionarla
52:35 - Repetición de patrones de nuestra propia infancia
54:55 - El poder de las historias que nos contamos
59:35 - Herramientas prácticas para entender nuestro cerebro
El conflicto con la pareja
No es difícil imaginarse el estrés, la ansiedad, la resistencia que nos puede llegar a causar el que nuestro hijo se desarrolle de manera atípica. Y esto pone mucha presión sobre la relación de pareja. En este post te aclaro por qué el conflicto no es malo en sí mismo y te doy 5 claves de supervivencia a nivel de pareja cuando tu hijo es atípico.
No es difícil imaginarse el estrés, la ansiedad, la resistencia que nos puede llegar a causar el que nuestro hijo se desarrolle de manera atípica. Y esto pone mucha presión sobre la relación de pareja. En este post te aclaro por qué el conflicto no es malo en sí mismo y te doy 5 claves de supervivencia a nivel de pareja cuando tu hijo es atípico.
¿Prefieres escucharlo? ¡Escúchalo aquí!
Un tema espinoso y muy común para los padres de hijos con diferencias neurológicas o de desarrollo es cuando la relación con la pareja se resiente.
Esto nos pasa a todas las parejas con hijos, sobre todo en los primeros años de crianza. Un hijo cambia todo, así que no hay que sorprenderse de que también afecte a la unidad familiar y a la pareja. Esto es así para todos los padres, independientemente de si sus hijos se desarrollan típicamente o no. Noches de poco o mal sueño, ansiedad, dificultades prácticas de todo tipo, impacto sobre nuestros niveles de energía, concentración mental, incluso sobre nuestro bienestar físico. Tener hijos pasa factura a muchos niveles. Y el tema es que cada cual en la relación sentimental, lo afronta, lo asume y lo interioriza a su manera.
Cada uno de nosotros se está teniendo que descubrir como padre o madre, y re-descubrir al otro como compañero de paternidad o maternidad. Es un camino lleno de expectativas. No es una aventura en blanco, la maternidad y la paternidad.
Todos llegamos a ella con ciertas ideas y muchas creencias al respecto. Algunas son explícitas y muchas son implícitas o no somos del todo conscientes de ellas. Creencias culturales sobre lo que es una buena madre, un buen padre, lo que es un buen hijo o hija, como tiene que ser la relación entre ambos, lo que se “debería” hacer y no hacer. Creencias familiares, de nuestra propia familia de origen, sobre que emocione son aceptables y cuales no.
Valores y reglas familiares sobre como demostrar cariño, afecto, amor. Y por supuesto, también traemos a la mesa de la maternidad nuestras propias experiencias de ser niña o niño, lo que se nos rechazó, lo que se nos aceptó, lo que se nos potenció. Y aquí puede haber grandes diferencias entre tu propia experiencia y la de tu pareja.
Pero la creencia base de todo esto, la que realmente nos afecta de manera insidiosa es la creencia de que nuestros hijos son una extensión de nosotros mismos. De que nuestros hijos reflejan nuestra propia valía.
Así que no es difícil imaginarse el estrés, la ansiedad, la resistencia que nos puede llegar a causar el que nuestro hijo se desarrolle de manera atípica, de que sea diferente de sus coetáneos (y de la hija de tu primo, y del sobrino de tu pareja). Cómo gestionamos el estrés ante las dificultades inherentes de ser padres, y las específicas de ser padres de hijos diferentes, sobre todo en los primeros años es la clave para entender donde estás tú, donde está tu pareja y donde, si cabe, está el conflicto, la diferencia o el “problema” en tu relación.
Antes de pasar a darte algunas claves específicas sobre cómo gestionar las dificultades a dos, te hago un par de aclaraciones:
1. El conflicto en pareja, sea por los hijos, por las finanzas, o por lo que sea, no es malo. Es de hecho, necesario, pues supone un reajuste de expectativas, un intercambio de opiniones, puntos de vista, un punto de encuentro aunque sea en el desencuentro. El conflicto es una parte normal de las relaciones humanas y no se debe evitar, pues es una oportunidad para comunicarnos y desde ahí buscar soluciones o negociar compromisos. Obviamente, cuando hablo de conflicto no incluyo el abuso (sea fisico, verbal o psicológico) ni la necesidad patológica de controlar o cambiar al otro.
2. El conflicto con la pareja es sano mientras se mantenga el compromiso por ambas partes con la relación en sí, con el amor y el respeto hacia la otra persona. Mira, en las relaciones de pareja siempre hay 3: tú, la otra persona, y la unidad que formáis. Piénsalo. Muchas veces con la maternidad y la paternidad, caemos en lo que llaman en inglés el co-parenting. Básicamente somos co-padres con el otro de nuestros hijos, y poco más. Compartimos techo y somos compañeros de casa. Tenemos cuentas comunes pero cada cual va un poco a lo suyo. Si no invertimos en la pareja como área común de los dos, lo normal es que se resienta. Esto requiere un compromiso más allá de las circunstancias, un compromiso que es incondicional desde el respeto hacia ti y hacia el otro. No para compensar ni hacerte sentir de alguna manera, sino para alimentar un proyecto juntos de comunicación, apoyo y confianza.
3. Tu bienestar es tuyo de conseguir y de mantener. No es la obligación del otro. Tampoco se trata de sacrificarse por el otro, ni siquiera por nuestros hijos. Eso solo lleva al rencor, a la infelicidad, a la frustración y a culpar a los demás de nuestra propia experiencia interior.
4. El cambio es parte de la vida. A lo largo de una relación podemos tener épocas en las que nos sentimos más cercanos a nuestra pareja, y épocas en las que no. Puede haber cambios grandes en la relación, por ejemplo la llegada de un hijo, o puede haber cambios en uno, o en el otro. A veces los cambios nos llevan por senderos diferentes y la relación se acaba.
Pero esto no tiene por qué ser así. Somos nosotros, tanto uno, el otro, o en conjunto, los que decidimos si la relación se ha acabado. No dejemos que sean las dificultades, la falta de comunicación, el retirar el amor al otro sin ser conscientes de ellos los que nos lleven al camino de la ruptura. Recuerda que los cambios no tienen por qué ser sinónimo de separación. Aprende con tu pareja a surfear las olas del cambio en la vida, y no tenéis por que hundiros.
Bien, ahora sí te dejo con :
5 claves de supervivencia a nivel de pareja cuando tu hijo es atípico
1. Entiende que cada uno lleva su ritmo
Si la imagen es de dos personas caminando por un mismo camino familiar, no te resultará difícil ver que tu puedes ir un poco más adelante o un poco mas atrás que tu compañero/a. Esto es normal en todos los ámbitos de la vida. Cuando surge un desafío como el diagnóstico (o incluso la sospecha) de autismo en uno de tus hijos, lo más común es que uno de los progenitores lo procese antes (a veces mucho antes) que el otro.
Cada cual tenemos nuestros mapas mentales, nuestro software, y aunque el autismo de tu hijo se manifieste ante ambos, cada uno lo va a interpretar de manera diferente. Porque a cada uno le va a resonar con sombras propias, historias propias, creencias y valores propios. Por mucho que vivamos juntos veremos la realidad de manera diferente. La mente es el filtro por el que pasa todo lo que nos ocurre, y tu filtro no es igual que el de tu pareja.
Un tip práctico es que, cada vez que tengais un desacuerdo sobre algo que tenga que ver con tu hij@ diferente, reflexiones sobre en que punto estas tu y en que punto parece estar tu pareja. Si puedes comunicarlo, mejor. Pero si no, recuerda esta diferencia de ritmo y no te lo tomes de manera personal. Seguramente su diferencia de opinión o de perspectiva tiene que ver más con su proceso de aceptación del diagnostico de tu hij@ que con el asunto concreto en si.
2. Las recriminaciones no sirven al bienestar de la familia.
Si a tu pareja le cuesta más aceptar el autismo de tu hijo, ¿crees que echándoselo en cara vas a conseguir algo mas que crear un mal ambiente? La crítica es una reacción normal ante un desafío - todos tendemos a echar balones fuera y a enfocarnos en como repartir responsabilidades en nuestro alrededor. Es totalmente normal. Cumple una función de defensa - en la mayoría de los casos inconsciente. Estamos proyectando nuestras frustraciones a la persona que más cerca tenemos - a la pareja.
Lo primero es darte cuenta de esto. La culpa y la rabia son las astillas que nutren el fuego de la recriminación. El autismo no tiene una causa conocida (de momento, aunque se habla de muchos factores) y por lo tanto buscar cabezas de turco o personas a las que echarle la culpa es no solo una perdida de energía sino que es ademas contraproducente. Date cuenta de qué necesidad emocional estas queriendo saciar con tu pareja y busca satisfacerla de otra manera.
¿Tienes una rabia que te desborda y no sabes como enfocarla? Busca ayuda profesional, practica el mindfulness a diario, escribe un diario sin auto-censura, apúntate a una clase de kick-boxing… Hay mil maneras de saciar esa pulsión a expresar nuestra rabia (que por cierto es totalmente normal y ha de ser descargada).
Dedicarte a criticar a tu compañer@ de camino, ya sea con broncas descomunales o con el jode-jode de las pequeñas recriminaciones constantes, ni te ayuda a ti, ni ayuda a tu pareja, ni ayuda a la unidad familiar. Finalmente, toma conciencia de si estás juntando frustraciones, quejas u otros temas bajo el paraguas del autismo de vuestro hijo para criticar a tu pareja.
El autismo no tiene la culpa de lo que pasa en tu relación. Este puede ser un buen momento para sanarla desde dentro, tomando conciencia de lo que tú mism@ aportas a tu relación.
3. Estamos todos en el mismo barco (y no tiene por qué hundirse).
Invierte en el futuro de tu familia y de tu pareja. La familia, y la pareja, son un ecosistema. Lo que afecta a una parte, afecta al todo. No seas desleal (y ojo, por a veces lo somos sin darnos cuenta). Estás en el mismo equipo, no juegues a meter goles en portería propia. El conflicto es inevitable, pero sufrir por ello no. Aunque no siempre estés de acuerdo con tu pareja, ¿puedes estar de acuerdo con el hecho de que él o ella tiene sus propias ideas y tiene derecho a expresarlas? Es decir, aunque no pienses como él o ella, ¿puedes respetar su punto de vista? La mayoría de nosotros diríamos que si, por supuesto, pero en la práctica no actuamos en consecuencia.
A menudo queremos “ganar” y quedar como el aceite, por encima del otro. O tenemos expectativas de que nuestra pareja tiene que hacer esto o lo otro. Las expectativas son pedruscos que nos ponemos en el camino y que solo sirven para tropezarnos.
Tu pareja es adulto y tú no puedes controlar su comportamiento ni su manera de ver el mundo o el autismo de tu hijo. Ya sea sobre temas del diagnóstico, de las terapias, de pedir apoyo adicional en el cole, de como financiar los costes adicionales, de si contarlo y a quien… potencialmente hay muchas decisiones en torno al autismo de vuestro hijo sobre las que no vais a estar de acuerdo. ¿La clave para avanzar? Empezar desde el respeto y la empatía (entendiendo de donde viene el otro y qué necesidades está intentando cumplir con su punto de vista).
Y una sugerencia práctica: crear acuerdos explícitos de convivencia, reuniones semanales prácticas (para hablar del calendario de la semana, por ejemplo). Y lo siguiente es seguir con una buena comunicación. Todos. Los. Dias. ;-)
4. La comunicación es crucial.
La comunicación asertiva y no agresiva es fundamental. Es como la piedra de toque del edificio entero. Sin comunicación abierta, sin vulnerabilidad, sin deseo de escuchar al otro de verdad, el edificio se tambalea y, mas tarde o mas temprano, se cae.
Todo comportamiento es comunicación… tanto el comportamiento de nuestros hijos como el de nuestras parejas. A menudo no decimos las cosas con palabras pero las decimos con acciones. Y ademas enseguida nos enfocamos en lo que esas palabras o esas acciones significan para nosotros (y por tanto nos metemos en nuestro propio laberinto mental), en vez de estar presente con lo que la otra persona nos está comunicando de SUS propias necesidades o inquietudes. Con tal solo aceptar que todo comportamiento es comunicación, podemos re-enfocarnos del qué al por qué. Intentar lanzar un puente hacia la otra persona para darles y darnos la oportunidad de encontrarnos a medio camino.
Recuerda que el objetivo de la comunicación consciente no es modificar el comportamiento de la otra persona, sino comunicarnos de corazón a corazón a través de la aceptación y la expresión objetiva de necesidades con honestidad y vulnerabilidad. La intención es buscar maneras cooperativas para maximizar la satisfacción de las necesidades de nuestra pareja y las nuestras propias (aunque no sea del todo - aquí entra el compromiso).
Este es un tema muy amplio pero mi recomendación práctica es que: expreses cómo te sientes de manera objetiva sin culpar ni recriminar al otro, incluso cuando sea consecuencia de sus acciones. El esquema es: has hecho o dicho x y yo en este momento me siento así.
5. Redescubre y disfruta de tu pareja.
Aunque esto pueda sonar a un lujo que no nos podemos permitir… la salud de tu relación amorosa e íntima depende de que le dediques tiempo y energía. No hay atajos.
Si desatiendes el jardín, se llenará de malas hierbas, se secará, y no querrás pasar tiempo allí. Claro, pero con todo lo que tenemos encima, ¿cómo encontramos tiempo y ganas de estar en pareja? Lo primero, comunícalo a tu pareja, entabla una conversación sobre lo que os gustaría hacer juntos. Si el o ella necesitan tiempo de distracción, de desconexión de su día a día, de la problemática del autismo, entiende que puede asociarte a ti a esa problemática y por ello necesitar una cierta distancia de ti.
Como comentaba en el punto 1, no siempre vamos al mismo ritmo. Cuando ambos estéis en el mismo punto de querer invertir de nuevo en vosotros, buscad ayuda y sobre todo oportunidad para realizarlo. Tal vez tengáis familia con la que poder dejar a los hijos y salir un par de días fuera. Tal vez tenga que ser por la noche, cuando se acuestan los peques. No digo que sea fácil ni siempre posible, pero desde luego que si ni siquiera está sobre la mesa, no ocurrirá. El autismo no tiene por que secuestrar a tu relación de pareja ni más ni menos que el hecho de ser padre o madre tiene por qué limitar la conexión con el padre o la madre de nuestros hijos.
Una recomendación practica es agenda citas de pareja regularmente (aunque sea una vez cada mes o cada dos meses). Si os es difícil salir, no hace falta, pero la invitación es que no hables de cosas de la casa ni de los hijos. Son momentos para reconectar el uno con el otro, para redescrubriros.
¿Cual de estas 5 claves te ha resonado más? ¿Por qué? ¿Echas de menos algo que te parece importante? Tu aportación es valiosa y le puede servir a otras personas como yo y como tú, en una situación similar.