TE PUEDE AYUDAR LEER...
If you’re looking for my blog in English, click here.
Cómo ayudo a mi hijo atípico
En este post te doy 5 pautas para ayudar o buscar ayuda para nuestros hijos atípicos de manera centrada, presente y más empoderada. Además, para cada pauta una serie de sugerencias prácticas. Para que tomes las riendas de la situación, sea la que sea, desde ya mismo.
En este post te doy 5 pautas para ayudar o buscar ayuda para nuestros hijos atípicos de manera centrada, presente y más empoderada. Además, para cada pauta una serie de sugerencias prácticas. Para que tomes las riendas de la situación, sea la que sea, desde ya mismo.
¿Prefieres escucharlo? ¡Escúchalo aquí!
Uno de los temas que más ansiedad nos causa a los padres de hijos diferentes; ¿qué puedo hacer yo para ayudar a mi hijo o hija?
Y empiezo con una aclaración muy importante que es que en este post te voy a dar unos apuntes principales y los más generales. Porque cuando conoces a una persona con autismo…. ¡conoces a una persona con autismo! Como imagino sabes es un trastorno o condición que se manifiesta de manera individualizada en cada persona y, aunque haya unas características comunes, realmente varía muchísimo de caso en caso.
Aquí te planteo las claves que te pueden servir a TI, como padre, madre o cuidador de una persona con autismo. Mayoritariamente me refiero a hijos menores de edad y que están bajo tu tutela, aunque estas claves son genéricas para cualquier persona que tenga que tomar decisiones sobre el bienestar de alguien con autismo.
1. Observa, pasa tiempo, invierte energía en conocer la individualidad de tu hijo.
Ya lo sé, que suena a perogrullo (como lo de conocerse bien a sí mismo) pero… ¿cuántos de nosotros realmente invertimos tiempo en conocer a la persona que ES nuestro hijo, a fondo, con todos aquellos comportamientos que nos molestan o nos irritan o nos ponen incómodos o sencillamente no entendemos? ¿Cuántos intentamos descifrar lo que esos comportamientos significan más allá del engorro de “lidiar” con ellos, teniendo en cuenta que todo comportamiento es comunicación?
Te hago estas preguntas no para echarte nada en cara ni hacerte sentir mal, todos pasamos por épocas en las que tenemos menos energía y menos ganas (yo la primera). Te hago estas preguntas para que tomes conciencia de que no puedes luchar por lo que realmente necesita tu hijo si no entiendes primero lo que realmente necesita tu hijo (en base a su comportamiento y a lo que te puedan aportar profesionales del tema, no en base a lo que te gustaría a ti).
Es importante comprender que gran parte de las dificultades del autismo (para nosotros, que no lo tenemos) se derivan de que nuestros hijos aprenden de manera diferente. A menudo les intentamos enseñar a hacer o a decir algo de la manera en la que nosotros aprendimos…. Y a ellos puede que no les funcione. Esto pasa en todos los ámbitos, tanto familiares, sociales como escolares. Por ello es crucial aceptar y entender que tu hijo no sólo es diferente en ciertas cosas, sino que también aprende de manera diferente. Esto exige por lo tanto que tú cambies tu “chip” - requiere más trabajo y energía por tu parte (y idealmente por parte de sus educadores). Ayúdale entendiéndose.
Sugerencias prácticas:
Crea un perfil individualizado. Es muy fácil aunque desafortunadamente la mayoría de los recursos online al respecto están en inglés (https://www.actcommunity.ca/creating-a-student-profile y http://www.autismtoolbox.co.uk/supporting-pupils/pupil-profiles/primary/). Aquí puedes acceder a algunos modelos que he utilizado con mi hijo.
Escribe una corta historia sobre tu hijo y, si es posible, haz que el/ella contribuya.
Realiza tests, pruebas, o evaluaciones dentro de tus posibles (económicos y de acceso a servicios) a nivel educativo, psicológico y/o neurológico (algunos son de acceso online y gratuito).
Dos advertencias en base a mi propia experiencia personal: a) no te vuelvas loc@ coleccionando evaluaciones y pruebas (ni es bueno para tu salud mental, ni para la salud de tu bolsillo) - sé selectivo, b) evalúa la utilidad de las evaluaciones - no descartes tu propia intuición como padre o madre, pero ten en cuenta aspectos que tal vez desconoces o que te pueden servir de cara a ayudar a tu hijo.
2. Prioriza la búsqueda de información.
¿Qué necesita tu hijo ahora, en este momento? ¿Ayuda para comunicarse, ayuda con independencia e higiene personal, ayuda educativa, etc?
A menudo queremos que nuestros hijos se comuniquen, hablen (o hablen mejor) y - eso es fundamental, a la larga - pero podemos pasar por alto otras necesidades aún más acuciantes como por ejemplo, la independencia a la hora de ir al baño, o la falta de seguridad personal y vial, etc. Obviamente todos estos temas dependen de la edad y del perfil de tu hijo.
Hay muchas terapias, mucha información, muchas opiniones sobre el autismo y como mejor tratarlo (¡o incluso si hay que tratarlo o si se puede curar!). Es realmente cacofónico y puede resultar muy agobiante, sobre todo porque hoy en día cualquiera puede escribir al respecto en internet. Y esto es una navaja de doble filo - es una herramienta fundamental para acceder a mucha información de manera gratuita e instantánea, pero no siempre es información relevante, contrastada o aplicable a tu situación. A menudo nos llena de angustia y de estrés - por no saber lo suficiente, por no hacer lo suficiente, por no tener lo suficiente.
Tu conoces a tu hijo mejor que la mayoría de personas a tu alrededor, seguramente mejor que nadie. En estos momento en los que estas intentando aprovechar tu tiempo para ayudar a tu hijo, recuerda: prioriza, mantén el foco en sus necesidades, y hazte estas preguntas:
Lo que estoy leyendo en este momento, ¿es relevante para mi hijo?
¿Es información nueva?
¿Es útil?
Si lo que estás leyendo te nutre, te anima, te motiva, te hacer sentir empoderad@ o al contrario te hunde, te entristece, te desmotiva, o te distrae - ¡ojo! A veces nos sentimos mal primero, nos hundimos un poco, para luego pasar a la acción. La clave está en que la información te dé al menos un resquicio de esperanza o energía).
Recuerda que a veces internet será de gran ayuda. Y otras veces, es mejor para ti y para tu hijo que uses ese tiempo para conectar o cuidar de ti mism@.
Sugerencias prácticas:
Prioriza 1 o 2 áreas de apoyo para tu hijo y centra tu búsqueda de información al respecto (siempre puedes cambiarlas o ampliarlas según evolucione o cambie tu hijo).
Organiza la info - te aconsejo que tengas algo físico (una carpeta, un archivador, un cuaderno, etc.) o un sistema virtual (carpeta de favoritos en tu buscador de internet, Evernote, Trello, aplicaciones de notas de tu móvil, etc.) para mantener la info accesible y fácil de encontrar.
Reserva un tiempo limitado a la semana para buscar info, o leer info que previamente has encontrado - puede ser 1 hora, puede ser menos, puede ser mucho más. Eso lo marcas tú. Mi sugerencia es que lo delimites en el tiempo (pongas una alarma en tu móvil) porque si no, te puedes “perder”. Si es el mismo día a la semana, mejor, porque se convertirá en un hábito más rápidamente.
Si quieres puedes tener un diario o un cuadernillo más personal donde apuntas tus propias preguntas o señalas asuntos importantes a investigar.
3. Ponte en marcha.
Sobre esto, la comunidad científica y los servicios educativos están totalmente de acuerdo: cuanto antes ayudemos a las personas con autismo con cualquiera de sus desafíos, mejores resultados para ellos veremos. Sobre todo porque el cerebro tiene neuroplasticidad - es decir, tiene la capacidad de crear nuevos circuitos neuronales (de pensar de otras maneras) cuanto más joven es. Aunque nunca perdemos nuestra neuroplasticidad, cuesta más cambiar nuestra programación mental, nuestro software conforme avanzan los años y nuestros circuitos están más establecidos.
Afortunadamente, cada vez se oye más el debate sobre si hemos de cambiar / modificar a las personas con autismo o simplemente aceptarlas tal y como son y apoyarlas. Sobre si esta diferencia neurológica es o no es una discapacidad, o simplemente una diferencia. Se habla cada vez más de neuro-diversidad [si te interesa saber más del tema escucha este TED Talk - aunque está en inglés le puedes poner subtítulos en español].
Aquí tan solo te quiero decir algo muy sencillo: si tu hijo con autismo tiene algún desafío en algún ámbito de su vida, entonces ponte en marcha para ayudarle desde la aceptación, el respeto y el amor más incondicional. No sientas que has de cambiarle a él o ella (porque a parte de imposible - no podemos cambiar a nadie - en el fondo es un rechazo a su ser). Enfócate en ayudarle a encontrar las herramientas que le permitan superar o gestionar mejor esos desafíos. A mi re-enfocarme de esta manera me ha ayudado muchísimo.
A menudo recabar apoyos específicos, sean cuales sean, para nuestros hijos nos hacen sentir mejor. Nos hacen sentir que estamos “haciendo algo”. Además si sabes que durante una hora a la semana (o el tiempo que sea) tu hijo está aprendiendo “a aprender” o recibiendo ayuda específica, te puedes enfocar en planificar, en educarte sobre el autismo, o en recabar más info, o por supuesto en cuidar de ti mism@.
Sugerencias prácticas:
Prioriza, prioriza, prioriza… No lo puedo repetir demasiadas veces. :-) No te lances a todo. Empieza por lo más urgente e importante para tu hij@.
Piensa cómo te puedes organizar mejor… Yo soy una freaky de la organización y me encanta tener agendas, cuadernos y libretas de direcciones clasificadas, etc. Cada cual opera como quiere y puede. Date unos minutos para reflexionar cómo te quieres organizar y qué sistemas/hábitos has de poner en marcha para ayudarte.
¡Simplifica! No sirve de nada tener una agenda aparte para los temas de tu hij@ si luego no la miras. Pregúntate “¿Como me lo puedo poner fácil en este momento?”
Date permiso para hacer lo que te funciona a TI. Si los papeles te agobian, mantén solo lo estrictamente necesario y pásate a lo digital. Si te encantan los papeles, ¡adelante!
4. Busca una buena comunidad de apoyo.
Desafortunadamente los procesos administrativos para que tu hijo reciba apoyo personalizado (en educación, en salud, etc.) suelen ser complicados, largos, difíciles y a menudo sin la financiación adecuada. Las diferencias en los servicios de autismo entre país y país, incluso dentro de un mismo país, pueden llegar a ser abismales. Aquí es donde una buena comunidad de otros padres y madres puede ser una auténtica salvación. Son personas que están en la misma situación, algunos de ellos con mucha más experiencia que tú, y te pueden dar información, consejo, apoyo emocional. Además te pueden ayudar a no sentirte tan solo y aislado.
Busca grupos de apoyo, ya sea online o presenciales (o ambos). Pide ayuda. Comparte. Conecta. De ellos sacarás tanto como tú mismo des. Si hasta ahora te ha dado vergüenza o reparo hablar del autismo (o sencillamente no lo has querido publicitar entre tu entorno por la razón que sea), unirse a una comunidad de padres puede darte ese alivio de encontrar a personas con experiencias similares a las tuyas.
Al final todos estamos buscando lo mismo - comprensión, apoyo, bienestar.
Sugerencias prácticas:
Si lo haces online, limita el tiempo que pasas (o veras que es como un agujero negro que te chupa horas y energía).
Dentro de lo posible, busca grupos donde te sientas a gusto. Esto a veces lleva tiempo (y a veces no tenemos muchas opciones) pero se trata de que te encuentres a gusto y te sientas arropada.
Ten muy presente que cada persona, y cada familia, lleva su propio camino y su propio ritmo. Sé muy consciente de no caer en las comparaciones, en las envidias, y en los malos rollos por diferencias que son inevitables.
Pregúntate si realmente te merece la pena y te aporta. Tu situación puede que cambie. No dudes en soltar cualquier grupo de apoyo que ya no te sirva o te enriquezca, pero siempre desde el agradecimiento y el respeto.
5. Como padre o madre, confía siempre en tu instinto.
¿Qué significa esto? ¿Qué hago con mi instinto? ¿Cómo lo uso? Son preguntas que a menudo me he hecho yo misma.
Lo del instinto maternal o paternal queda muy bien, pero no todos sabemos bien a qué se refiere. Estoy hablando de ese sistema alternativo para saber cosas que no pasa por la parte racional de nuestro cerebro sino que surge de manera espontánea y a menudo se expresa a través de nuestro cuerpo - esas mariposas en el estómago, esa sensación en el corazón, ese nudo en la garganta…
Con los hijos sabemos que sabemos algo (a veces contradiciendo lo que nos dice la cabeza o los “especialistas”) pero no siempre lo podemos explicar. Escucha a tu instinto y tómalo en consideración siempre que puedas.
Y date permiso para cambiar de opinión. Recuerda que nuestros hijos no son estáticos, cambian continuamente (sobre todo si son pequeños). Mantente abierto a lo que en inglés llaman “breakthroughs” - grandes saltos o cambios que parecen surgir de la noche a la mañana en nuestros hijos. Camina a su lado, a su ritmo, acompáñales.
Sugerencias prácticas:
Cuando tengas que tomar una decisión con respecto a tu hijo, escucha a tu cuerpo. ¿Cómo te sientes físicamente? ¿Nervioso pero el cuerpo te dice “si, adelante”? ¿O te sabe mal, te deja un sabor amargo? Esto te puede llevar algo de tiempo, es una práctica que muchas personas encontramos difícil, pero con la práctica, se va volviendo más fácil al ser capaz de notar los cambios más sutiles en nuestra fisiología.
Si sientes resistencia a algo, pregúntate: “¿Qué miedo siento? ¿Qué pasa si lo intento? ¿Qué pasa si no lo intento?”
Si tienes que soltar o dejar algo (actividad, persona, servicio) en relación a tu hijo, pregúntate: “Lo dejo por miedo (al fracaso, a cambiar, etc).? O lo dejo por amor (porque ya no aporta, porque tengo que priorizar, porque hay cambios)?”
Por supuesto te podría enumerar muchas cosas más, pero con estas 5 empezamos a re-enfocarnos y a darnos permiso para ayudar o buscar ayuda para nuestros hijos de manera centrada, presente y más empoderada. A menudo la primera búsqueda de apoyo después de un diagnóstico es caótica, desesperada… Muchas veces nosotros mismos restamos importancia a nuestro rol como padres o madres, encomendándonos a profesionales (¡y menos profesionales!).
Aunque la buena ayuda externa es crucial (y desafortunadamente escasa), no pases por alto que TÚ eres el mejor defensor y conocedor de las fortalezas y las dificultades de tu hij@.
Espero que esto te ayude y te inspire a pasar a la acción o a re-enfocar tu papel.
¿Cómo contarle a tu hij@ su diferencia?
Este es un tema complejo por depender mucho de las situaciones individuales de cada familia. Pero resumiendo: entiende tus necesidades al respecto, la suyas, busca el mejor momento, espera si no crees que esté preparado…Pregúntate: “¿Le va a ayudar o no saberlo en este momento?”
Este es un tema complejo por depender mucho de las situaciones individuales de cada familia. Pero resumiendo: entiende tus necesidades al respecto, la suyas, busca el mejor momento, espera si no crees que esté preparado…Pregúntate: “¿Le va a ayudar o no saberlo en este momento?”
¿Prefieres escucharlo? ¡Escúchalo aquí!
Verás mi hijo tiene un diagnóstico de TEA. Desde hace varios años me pregunté cuándo sería el mejor momento para contárselo y para hablarle de su diagnóstico.
Alguna vez se quejó de las varias terapias que tiene después del cole y en ese momento intuí que era importante explicarle que no todos los niños necesitan ayuda extra, pero que él sí porque su cerebro funciona de una manera algo diferente.
Así que, hoy te quiero hablar sobre este tema: por qué, cuándo, cómo contárselo y también quién es la persona más adecuada para hacerlo. Y lo hago en base a mi experiencia como mamá pero también en base a lo que he investigado al respecto y lo que me traen las familias que trabajan conmigo en sesiones de coaching.
POR QUÉ
Lo primero, es importante examinar el por qué. ¿Por qué contárselo a tu hijo?
Para mí no se concibe que hablemos de conocimiento, de aceptación, de bienestar, de integración, de apoyo si no lo ponemos a disposición de nuestros hijos también. Es decir, si no les ayudamos para que se conozcan mejor, para que se entiendan mejor, para que comprendan que ciertas dificultades que tienen no se deben a que sean defectuosos de ninguna manera, a que sean tontos, o antipáticos, o malos. Sino sencillamente a que su cerebro está cableado de manera algo diversa al de muchos de sus coetáneos.
Esto da muchísimo poder. Poder para aceptarse y apreciarse; para aceptar y apreciar la diferencia como diversidad y no como binomio mejor-peor o normal-anormal. Todo el mundo, tengamos diferencias neurológicas o no, necesitamos aprender quienes somos para poder tomar decisiones con plena conciencia de quienes somos, que nos gusta, que no, y por qué. Desde aquí cualquier puede usar esa información para ayudar a maximizar su potencial. Negarle a nuestros hijos esa luz en el camino puede tener consecuencias serias para ellos más adelante.
Muchos padres nos preocupamos de que no lo van a entender, o de que se van a enfadar o deprimir, o no querer aceptarlo. O incluso que van a usar su diferencia como excusa para no hacer ciertas cosas. Y, claro, dependiendo de las circunstancias y del contexto familiar y social, todo esto puede o no pasar. Pero cabe recordar que muchos de estos desafíos pueden igualmente surgir sin ese conocimiento del diagnóstico. Desde un punto de vista ético, creo que es importante aquí insistir en que guardarnos información que puede ayudar a nuestro hijo a entenderse mejor y a aceptarse más plenamente (aunque esto lleve su tiempo, no digo que no) sería poco responsable y respetuoso por nuestra parte.
Recuerda que, aunque tu hijo no te diga nada (o no se exprese verbalmente), percibe la frustración y la confusión a su alrededor y puede llegar a conclusiones muy equivocadas sobre su salud, sobre su vida, sobre el cariño de sus seres queridos.
CUÁNDO
Este aspecto depende totalmente de la personalidad, la especificidad, las habilidades y la sociabilidad de tu hijo.
En mi opinión, no hay una edad concreta porque depende de en qué punto de auto-conciencia está tu hijo. ¿Se da cuenta de que hay ciertas cosas que le cuestan más o que le salen mal? ¿Se frustra y no entiende por qué? ¿Se da cuenta de que otros niños son diferentes a él (por ejemplo, tienen más amigos)?
Una buena indicación es si te hace este tipo de preguntas, a ti o a cualquier otra persona de tu entorno, o incluso en la escuela. No evites hablar si él o ella te pregunta, pues le puede causar ansiedad y hacer que se obsesione más con el tema. Aunque no las haga, esto no quiere decir que no lo piense.
Como padres tenemos que jugar un papel de detective a menudo para averiguar si ha llegado el momento de hablar del tema o no.
Y también le podamos dar la vuelta a la tortilla a estas preguntas y hacerlas nosotros, siempre con cariño y respeto. Por ejemplo, yo desde hace algunos años a veces le pregunto a mi hijo “Cuando aleteas las manos, ¿cómo te sientes?¿Cómo te ayuda?”. Es una buena manera de, primero, entenderle mejor y, segundo, de abrir una conversación sobre cómo eso puede suponer una diferencia con otros niños. Desde aquí se pueden tener conversaciones muy enriquecedoras tanto para nosotros como para ellos.
Hay que tener cuidado de no sacar de lleno el tema después de algún evento que haya sido difícil para tu hijo. Si ha habido algún incidente o algo que le haya causado emociones fuertes, es mejor esperar a que vuelvan las aguas al cauce porque si no caemos en el peligro de vincular sin querer el diagnóstico o la diferencia a dificultades emocionales o sociales.
Esto suele pasar más a menudo con adolescentes o personas mayores, que llegan a puntos de crisis antes de enterarse de que tienen una diferencia neurológica. Esto puede hacerles especialmente susceptibles o sensibles a eso de ser diferente porque lo asocian a eventos desagradables.
Es mejor empezar con una campaña sutil pero regular de comunicación en el hogar en torno a cómo todos somos diferentes pero igualmente valiosos. Así vamos preparando el camino. Esto es mucho mejor que el niño o la niña se entere por un compañero de clase o que alguien le espete una palabra que no entienda del todo y que le lleve a asociarla al rechazo o al ridículo.
Y un último punto sobre el cuándo es el cuando de los padres y del resto de la familia. Todos tenemos que estar preparados. Muchos padres no quieren hablar de esto con sus hijos porque se sienten abrumados, angustiados o sencillamente no saben cómo van a responder ellos mismos a esa conversación. Es normal.
No te agobies aún más. Tú como mamá o papá, tienes que estar bien para poder tener esta conversación. Y cuando digo bien, no quiero decir que estés fenomenal, sino lo suficientemente bien emocionalmente para asumir una conversación que puede ser muy difícil o muy emotiva o incluso algo decepcionante.
Si no es buen momento para ti, seguramente no lo será para tener este tipo de conversaciones. Pero no lo pospongas eternamente hasta que alguna situación desagradable lo fuerce.
¿QUÉ? ¿CÓMO?
Las diferencias neurológicas son complejas, incluso dentro del mismo diagnóstico. Cada persona es única y tiene unas combinaciones de fortalezas y de dificultades propias.
Aqui te dejo algunas indicaciones genéricas que te pueden ayudar a personalizar el contenido de la conversación con tu hijo diferente:
Ten en cuenta la capacidad de procesar información de tu hijo. Esto es fundamental. Si te hace preguntas, empieza por ahí, contestando a sus preguntas.
Si no, empieza hablando de la diferencia en términos generales. Háblale de como tú y él o ella hacéis ciertas cosas de manera diferente. O un hermano o cualquier otra persona, pero cuidado con las comparaciones.
Adapta la info a su edad con palabras apropiadas.
No demasiada información de golpe. Siempre puedes añadir más y más detalles según pase el tiempo y se desarrolle tu hijo.
Comunica primero la información que crees es más importante para tu hijo, para su vida diaria, para gestionar temas que le cuestan, etc. Házlo práctico y usa muchos ejemplos de su propia vida cotidiana.
Tu actitud es muy importante, que sea positiva, aunque tú también tengas dudas (y no tienes porqué saberlo todo ni ocultárselas a tu hijo)
Es importante que tu hijo entienda que no está solo en su diferencia y que hay muchas otras personas con su diagnóstico que seguramente tienen las mismas preguntas o dudas.
Puedes preguntarle a tu hijo si quiere averiguar más leyendo libros. Si crees que su respuesta va a ser que no, en vez de preguntarle le puedes traer algún libro y dejar que decida.
Acaba la conversación asegurándole que puede preguntar cuando quiera y que, si no sabes la respuesta, podéis investigar juntos.
Al final, no se trata de una sola conversación sino que seguramente serán muchas, de diversa intensidad, duración y complejidad, según se vaya desarrollando tu hijo y según donde esté a nivel de desarrollo. Puede que tu hijo no te haga preguntas durante semanas, o meses, o años después de haberle dado la información pero eso no quiere decir que no lo esté asimilando.
¿QUIÉN?
Aquí hay dos opciones. La primera, a la que me he referido hasta ahora, es que sean los padres los que inicien el proceso de comunicar el diagnóstico a su hijo.
Pero también en algunos casos puede ser útil que la información la comunique un profesional que trabaja con tu hijo (habiéndolo previamente acordado contigo, claro).
Las ventajas de esta segunda opción es que puedes así reservaros el rol emocional de apoyo si se espera que la información le cause mucha ansiedad a tu hijo, por lo menos en una primera instancia. Además, ese profesional puede también ayudar a los padres a lidiar con cualquier reacción del hijo al respecto de la noticia.
Y finalmente también permite que la conversación se lleve a cabo fuera del hogar, en un lugar más o menos neutro, como la consulta del profesional. Pero esto requiere mucha confianza entre profesional y padres.
Bueno, como ves, este es un tema complejo por depender mucho de las situaciones individuales de cada familia. Pero resumiendo, entiende tus necesidades al respecto, la suyas, busca el mejor momento, espera si no crees que esté preparado…Pregúntate: “¿Le va a ayudar o no saberlo en este momento?” Recuerda que la información es poder, pero esto incluye pasar más allá de una mera etiqueta. Requiere enseñar a tu hijo a que se conozca, a que se entienda, a que se acepte tal y como es…
Finalmente comentarte que buscando libros para leer con mi hijo sobre lo que supone tener autismo y ser diferente en ciertas formas, me frustré porque no encontraba nada apropiado para que él se pudiera ver reflejado en este preciso momento. O eran libros sobre niños genio o sobre niños con autismo grave que no hablan. Entonces decidí escribir mi propia historia describiéndole a él, pero también dejando huecos para que él mismo se auto-defina o pueda expresarse.
Uno de los mejores regalos que le puedes hacer a tu hij@ (sea atípico o no) es inculcarle la importancia del autoconocimiento. Y modelársela (por ejemplo hablarle de cómo tú te has ido conociendo).
Si él o ella se va conociendo mejor, entenderá mejor sus frustraciones y por qué se siente como se siente. Es un regalazo para poder acompañarnos a nosotros mismos por la vida con mayor compasión y también satisfacer mejor nuestras necesidades (y comunicárselas a los demás).
¿Qué es lo que más te gusta de tu hijo o hija con autismo?
Hoy te quiero hacer una pregunta: ¿Que es lo que mas te gusta de tu hijo o hija con autismo? Es una pregunta muy sencilla, pero que no siempre somos capaces de contestar de manera rápida y natural.
Es una pregunta que implica una toma de conciencia porque nos exige cambiar nuestra perspectiva.
Hoy te quiero hacer una pregunta: ¿Que es lo que mas te gusta de tu hijo o hija con autismo? Es una pregunta muy sencilla, pero que no siempre somos capaces de contestar de manera rápida y natural.
Es una pregunta que implica una toma de conciencia porque nos exige cambiar nuestra perspectiva. De lo que está mal, o lo que no es como lo esperábamos, a lo que - sencillamente - es. Y desde este punto a la aceptación y al agradecimiento hay un solo paso.
¿Prefieres escucharlo? ¡Escúchalo aquí!
Voy a contarte algo sobre la apreciación. Sobre ese sutil pero poderosísimo cambio de perspectiva que nos lleva a ver cosas, eventos y personas en positivo.
A los padres y madres de hijos con autismo nos cuesta mucho ver lo positivo. Y no te hablo de que te levantes todos los días de un salto con unas ganas tremendas de verlo todo de color de rosa o de estar alegre todo el dia. No. Esto no va de flower power ni de optimismo new age. La realidad es la que es, y negarla o restarle importancia es tan poco saludable como verlo todo negro, todo el rato.
Pero como padres o cuidadores de personas con autismo, estamos predispuestos a ver lo que falta, lo que es diferente, los desafíos, los retrasos y, en fin, todo lo que percibimos que queda por “arreglar” o “solucionar” en nuestro hijo o hija. Aqui esta la clave. Es una percepción.
Sesgo de la negatividad
¿Has oído hablar del sesgo de la negatividad? Es un concepto psicológico que significa que, ante igual número de aspectos negativos e igual número de aspectos positivos, tendrán mas peso en nuestra mente los aspectos negativos. Pero también quiere decir que ante mayor número de aspectos positivos y menor numero de aspectos negativos, tendrán más peso los negativos.
O sea. Nuestra mente nos “torea” sí o sí, y nos lleva siempre, por defecto, a enfocarnos en aquello que vemos como negativo.
¿El vaso está medio lleno o medio vacío?? Esto lo puedes también apreciar cuando nos dan piropos o nos dicen cosas agradables sobre nuestra apariencia, nuestro esfuerzo o algo que hemos hecho bien. 20 personas te dicen que te quedan genial tus gafas nuevas y tan solo una te dice que no le gustan. ¿Con que comentarios te quedas? Surprise, surprise… pues lo más probable es que te quedes rumiando sobre el comentario critico. Y que esto te pueda incluso generar dudas sobre tu elección, tu actuación o lo que sea que se “ha criticado”.
Esto es el sesgo de la negatividad y todos los seres humanos lo tenemos. ¡Venimos diseñados de fabrica así! ¿Y quieres que te cuente algo mas? Cuando se trata de nuestros hijos, tengan autismo o no, sean diferentes o no… te aseguro que el sesgo de negatividad es fuertísimo. Porque, mas o menos inconscientemente, tratamos a nuestros hijos como extensiones de nosotros mismos. Y vemos en su valía un espejo de la nuestra.
Así que, si a tu hijo le cuesta socializar, hacer amigos, conversar, o tiene tics de auto-estimulacion, o un procesamiento de estímulos sensoriales diferentes, o cualquier otro comportamiento que entra dentro del espectro autista, pues obviamente te vas a enfocar en eso “que no está bien”. Esto, a parte de hundirte la moral, te dificulta AUN MÁS poder enfocarte en lo positivo que SÍ esta ahí y en el proceso de potenciarlo en tu hijo y de agradecerlo como madre.
Cambio de perspectiva
Así que ,vuelvo a la pregunta del principio: ¿Qué es lo que mas te gusta de tu hijo o hija con autismo?
Date permiso para sentirlo, no lo pienses solo. A menudo lo primero que se nos ocurre, lo primero que se nos viene a la mente es lo más certero, pues ha “saltado” los filtros mentales que suelen colocarse en posición cuando empezamos a pensárnoslo mucho.
Te cuento algunas de las cosas que mas me gustan de Adrian:
Su alegría. Es totalmente natural, espontánea, y contagiosa. Desde bebé le hemos llamado “smiler” por sonriente, pues es una de sus características más queridas y fuertes de su personalidad.
Su ternura. Se deshace y me deshace a mí. ¿Que mas quieres que te diga? (Ay, suspiro de madre)
Su sentido del humor. El nene se descuelga a veces con las cosas más graciosas y que menos nos esperamos.
Su bailoteo. Es impresionante lo bien que baila. Como nació en Africa (mi marido y yo vivíamos por allí entonces), siempre decimos que “lleva el ritmo africano en el cuerpo”
Sus ojos. Tiene unos ojos marrones preciosos.
Y muchas otras mas…
En realidad, ¿son tan diferentes de lo que me podría gustar de cualquier otra persona, tenga o no tenga autismo? Pues, seguramente no.
Mi hijo tiene autismo, pero el autismo no es TODO mi hijo.
Mi hijo tiene comportamientos difíciles a veces, o aspectos de su comunicación que me frustran y me asustan, pero es un ser humano con sus fortalezas y sus tendencias, su personalidad y sus preferencias a través de y también más allá del autismo.
El autismo le modula y ÉL modula al autismo en la expresion unica de su ser. Y por todo ello, doy las gracias.
La gratitud
El agradecimiento es una práctica de toma de conciencia, más allá de que se haya puesto más de moda a nivel de desarrollo personal. Es una práctica que nos sigue desde tiempos inmemoriales y que siempre ha estado unida a la practica religiosa. Pero ahora, además, los psicólogos, los neurólogos-biólogos, nos han dados muchas mas razones para practicarla a diario por sus beneficios neurológicos y fisiológicos.
Pero el punto central es este: la practica de agradecer nos obliga a enfocarnos en lo positivo en nuestras vidas. No en fabricarlo, no, en darnos cuenta de que siempre ha estado ahí, pero sencillamente no lo hemos visto o no le hemos dado tanta importancia como los aspectos más negativos. Por nuestro sesgo de negatividad.
No se trata de forzar la gratitud. Hay días en los que nos costará ver qué podemos agradecer de nuestra situación familiar. Te sugiero que empieces por lo más obvio y lo mas sencillo. El sol, tu hogar, la comida en la mesa, la música que has escuchado hoy, las flores que has visto en el parque, la mirada de tu hijo, los huesos que te sostienen, lo que sea… No tiene por que ser grandes eventos ni grandes éxitos.
¿Qué ha ido bien? ¿Por qué puedes dar gracias?
Verás que es una bola de nieve y que, cuanto más agradeces, más aprecias para agradecer.
Celebra cada victoria, si. Pero celebra también cada respiración, cada experiencia - sea memorable o no. Celebra tu vida y celebra también la vida de tus seres queridos.
Celebra la vida de tu hijo o hija con autismo. Porque será un desafío para él o ella, para ti y para el resto de tu familia… Pero sigue siendo una vida única, y llena de cosas por agradecer. Solo tienes que mirar…
Te sugiero que te des unos minutos y hagas una lista de todas esas facetas de tu hijo o hija que tanto te gustan. No es una competición. No se trata de que sea una lista interminable. Puede ser muy cortita. Pero siéntelo. Siente ese agradecimiento y ese amor por tu hijo o hija.
8 enseñanzas que me ha regalado mi hijo con autismo
Estas son reflexiones muy personales sobre mi maternidad diferente; tal vez alguna resuene contigo o tal vez no, sin embargo, creo que tiene valor el poder reflexionar sobre cómo los hijos son nuestros grandes maestros.
Estas son reflexiones muy personales sobre mi maternidad diferente; tal vez alguna resuene contigo o tal vez no, sin embargo, creo que tiene valor el poder reflexionar sobre cómo los hijos son nuestros grandes maestros.
¿Prefieres escucharlo? ¡Escúchalo aquí!
Eso es algo que a menudo se dice, que los hijos son nuestros grandes maestros. Pero más allá de que se haya convertido en un cliché, sobre todo dentro del mundo del desarrollo personal y la espiritualidad, yo siento que es cierto que la relación con una persona tan cercana como un hijo o una hija es un portal que nos permite adentrarnos hacia dentro y conocernos mejor.
En el propio conflicto de lidiar y de gestionar la relación con un hijo, con una persona que es mucho más joven que nosotros, que en muchos casos depende tanto de nosotros, es una oportunidad grandísima para el conocimiento propio y también para una mejor gestión emocional.
Como padres muchas veces nos sentimos fatal, con una gran pérdida cuando nuestro hijo es diferente: trae consigo grandes dosis de ansiedad, de vergüenza, de falta de aceptación, de rechazo, grandes dificultades adicionales.
Entonces aquí os voy a dar ocho reflexiones muy personales, 8 enseñanzas que me ha regalado mi hijo:
1.- Mantén tu corazón abierto
Incluso cuando más lo quieres cerrar, cuando más quieres protegerte.
Esto es algo que a mí me ha costado muchísimo porque crecí creyendo que la vulnerabilidad era debilidad. Lo cierto es que vulnerables, somos desde el mismo momento que nacemos. Pero en mi aprendizaje vital mostrarme vulnerable lo equiparaba a abrirme en canal y a dejar que las personas entraran a dañarme.
Esto tiene mucho que ver con el hecho de que consideraba que para ser querida tenía que valer, que tenía que demostrar siempre lo mejor de mí misma. Y por lo tanto, ahí no entraba la vulnerabilidad, no entraba el mostrarme con mis imperfecciones, con mis errores, con mis meteduras de pata, con mis cagadas…. ¡como cualquier persona! Cuando traes un hijo al mundo, ellos que aparentemente son tan vulnerables y aparentemente tienen el corazón tan abierto y son capaces de vivir todo absolutamente todo es un gran efecto de demostración.
Pero además como madre llegamos a cuotas muy altas de estrés físico, emocional, psicológico y por lo tanto es en esa vulnerabilidad de mostrarnos en esos momentos difíciles, en los momentos bajos, que podemos conectar con nuestro hijo en primera instancia y con los demás también.
La vulnerabilidad es pedir ayudar y mantener el corazón abierto para poder conectarte con los demás. Esa vulnerabilidad nos hace humanos, todas las personas alrededor nuestro la tienen. Y esa conexión con el hijo en el caso de los niños con necesidades especiales es fundamental.
2. Ten curiosidad pero no esperes nada
Las expectativas son enemigos número 1. Son las piedras en el camino sobre las que tropezamos una y otra vez. Esas piedras las colocamos nosotros mismos. No nos damos cuenta y es inevitable en el fondo porque tenemos una mente que está diseñada para crear expectativas.
Pero no hay mejor reality check, no hay mejor manera que hacer un check in de realidad que tener un hijo. Todos esperamos, todos deseamos, todos nos nos imaginamos cómo va a ser nuestra hija y luego llega una persona que puede o puede que no sea igual que nosotros nos imaginábamos.
Cuando nuestro hijo es diferente de la manera en la que sea a lo que nosotros esperábamos, incluso más allá de eso a lo que es típico, en este caso lo que es neurotípico, pues es un palo muy grande porque vamos a tener vergüenza, vamos a tener reparos, vamos a tener mucho dolor y mucho duelo.
Yo personalmente con el autismo de mi hijo me ha llevado un tiempo, pero no pienso en su futuro y esto no me hace ser mala madre. No pienso en su futuro de cara a mis expectativas sobre cómo su futuro va ser. Pues pienso en su presente y en lo que necesita ahora y en lo que me puede desarrollar de cara a un futuro. Pero un futuro muy amplio, un futuro muy genérico como adulto pero no como un adulto concreto con una imagen específica de lo que yo creo que tiene que ser él.
Se trata de potenciar, de ayudarle a realizar su mayor potencial a partir de este momento presente, siempre a partir del momento presente. No se trata de forzar a que él llegué a una visión o a una imagen futura mía o de su padre de lo que él debería de hacer. Y esto igualmente lo podemos aplicar a nosotros mismos entonces para mí la liberación de soltar las expectativas ha sido increíble.
3. Hay que vivir el momento presente (con todo lo que eso implica)
En el camino de los padres de niños con autismo van a haber momentos de duelo, de rechazo, de dolor, de contracción física y emocional. Cuanto menos nos queramos escapar o pasar por alto esos momentos más vamos a poder entregarnos a esos momentos y aunque esto parezca una locura vamos a poder traspasarlos y llegar al otro lado transformándonos y recogiendo las oportunidades y los aprendizajes que esos momentos duros.
Pero también se trata de vivir el momento presente cuando el momento presente es algo sencillo, es algo amable, es algo agradable.
Cuando nuestros hijos tienen diferentes maneras de conectarse y de comunicarse con los demás implica que tenemos que ser curiosos, que tenemos que estar, que tenemos que estar atentos, que tenemos mucho que ganar si estamos realmente presentes con nuestro momento, con el momento de nuestro hijo y con el momento de la relación entre los dos.
Yo que me consideraba una experta en mindfulness, ha sido el autismo del mi hijo lo que me ha hecho ser auténtica practicante del mindfulness. Lo de antes era teoría y eran prácticas que se quedaban en más la superficie. Desde el autismo de mi hijo yo considero que puedo estar presente conmigo no solamente a nivel mental ni de atención sino también a nivel emocional que es uno de los más difíciles: estar presentes con nuestras emociones.
4. Siente tus emociones
Siéntelas y suéltalas, pero siéntelas primero y es que, el problema es que no nos damos permiso para sentir nuestras emociones.
Los niños en general, tengan o no tengan diferencias neurológicas, son grandes maestros en esto sobre todo cuando son pequeños. Ellos se lanzan de lleno a la piscina de sus emociones, sea la que sea, en el momento en el que les surge y después salen de ellas.
Todos estamos diseñados para eso: para sentir nuestras emociones, sentirlas completamente, que la emoción pase por nuestro cuerpo, que deje el mensaje que tenga que dejar, provoque las reacciones fisiológicas que tenga que provocar, y se disipe. Los niños son grandes maestros de las emociones.
Esto no quiere decir que tengamos que exhibir grandes berrinches o montar un numerito como si fuésemos un niño de 3 años , significa que podemos estar mucho más presente con nuestras emociones: conocerlas, amarlas, respetarlas, entender que tienen un mensaje para nosotros y que no nos van a hacer daño. Las emociones no están aquí para herirnos.
Las emociones difíciles como la ira, el enfado, la irritabilidad, o la tristeza, no están aquí para dañarnos están aquí para darnos un mensaje, están aquí para sentirse.
Esta es una manera que tenemos de vivir como seres humanos.
Esto para mí también ha sido una gran montaña de aprendizaje que me ha costado mucho subir pero que en la relación conmigo me ha ayudado muchísimo estar presente con mis emociones y ser, por lo tanto, capaz de sostener las de mi hijo: estar presente junto con él en sus momentos difíciles emocionales.
5. Cambia tu perspectiva
Adopta la de tu hijo/a
Estamos tan invertidos en nuestra propia perspectiva, nuestra propia historia mental que nos perdemos en nuestra propia autorreferencia de quiénes somos, lo que hacemos, lo que nos gusta, lo que no nos gusta. Básicamente estamos en una cárcel mental que hemos creado nosotros mismos.
Cambiar la perspectiva nos permite vivir la vida casi como de nuevas. Ser padre o madre, tener un hijo diferente que tal vez ve al mundo de una manera diferente es una gran invitación a deshacernos de esta cárcel o por lo menos abrir la puerta de esta cárcel y salir un ratito. A ver que vemos en el mundo de este ese otro punto de vista. Ponernos en los zapatos de nuestros hijos.
A nivel de disciplina, a nivel de relaciones diarias, nos ayuda muchísimo entender el punto de vista de la otra persona, el punto de vista de nuestro hijo.
Los niños con diferencias de comunicación no siempre son capaces de explicar o de verbalizar sus necesidades y por lo tanto nosotros sí tenemos esa capacidad como adultos y como personas neurotipicas para tener empatía y ponernos en su lugar e intentar entender dónde vienen.
6. Ten claridad sobre tus motivaciones
Ten claridad sobre tus “para qués”, tus motivaciones, tus expectativas, tus acciones, tus razones…. ¿para quién son? ¿Son para ti, son para tu hijo, o son para los demás?
Muchas veces hacemos cosas simplemente porque se hacen así o porque los demás las hacen así o porque los demás esperan que las hagamos así. Eso también puede estar bien en ciertos momentos, pero tomar conciencia de para qué haces las cosas, de para qué vives de la manera en la que vives y sobre todo en la relación con tu hijo o hija…
Por ejemplo, tener claridad sobre para qué estoy disciplinando: ¿es para mí? ¿es porque a mí me hace sentir cómoda? ¿es porque a mí me hace sentir que soy mejor madre? ¿es para los demás? ¿es por el que dirán? ¿es para evitar que la gente me critique? Eso no tiene que ver nada con las necesidades de tu hijo o hija ni con la relación que tú tienes con tu hijo. Tiene que ver con tu necesidad propia de ser validada, de ser valorada.
En mi caso, ha sido un temazo para mí quitarme expectativas y sobre todo tener mucha claridad en el para qué: ¿para qué estoy pidiéndole que no haga esto?
7. Reflexiona: desde dónde haces las cosas: ¿es desde el miedo o desde el amor?
Esto suena bastante en new age, bastante flowerpower pero realmente cuando el amor es amor, es incondicional.
En muchas de las cosas que hacemos como madres y como padres son condicionales “te quiero si te portas bien”. Incluso cuando no lo decimos así, lo creemos así. Muchas veces decimos te quiero pero nuestro comportamiento es incongruente: retiramos el amor, retiramos el cariño, retiramos incluso el habla o la atención.
¿Por qué has hecho esto?, ¿porque has tenido un comportamiento?, o ¿porque no has hecho esto…. ? y eso viene del miedo a fracasar como padre o como madre, o a no ser suficiente o a hacerlo mal. Viene de nuestros propios juicios que muchas veces son juicios externos que hemos internalizado sobre todo lo que constituye un buen padre o una buena madre, un buen hijo o hija, un buen niño o niña independientemente de que tengan autismo o cualquier otra diferencia neurológica o física, de que sean altos, de que sean bajos, de que tengan los ojos azules, etc. Todo eso no tiene que ver con el amor.
El amor es presencia y aceptación de todo lo que hay nos cueste o no nos cueste. Cuando no nos cuesta es muy fácil decir te quiero. Es muy fácil. Y entender que lo opuesto del amor no es el odio, es el miedo y suele venir de este miedo propio de que no somos suficientes o de que no lo estamos haciendo bien. Entonces yo creo que preguntarse para que estoy haciendo esto y es por miedo o por amor son preguntas bastante claves.
8. Ten compasión de ti y de tu hijo o hija
En realidad de todo el mundo.
La compasión no se refiere a tenerle pena o a decir pobrecito de mí o pobrecito de mi hijo. Su etimología es sentir algo con alguien, acompañar a alguien en el sentimiento. Y eso también nos incluye a nosotros cuando no nos sentimos bien, cuando nos sentimos perdidos, cuando nos sentimos solos, aislados, cuando nos sentimos cansados…
Tener compasión por nosotros mismos es cuidarnos, entendernos, escucharnos y hacer lo mismo con nuestro hijo. Cuanto más se hace a nivel propio más podemos hacerlo con los demás: con nuestro hijo, con nuestra hija, con nuestra pareja, con nuestros amigos y familiares.
Hay que entender que todos tenemos los mismos miedos y todos tenemos la misma necesidad de conexión y de amor independientemente de cómo lo manifestemos, de cómo lo pidamos, o de si lo pedimos.
Muchas veces no lo pedimos explícitamente y muchas veces que nuestros hijos no lo piden con palabras pero lo están pidiendo con comportamientos. Entonces quererse empieza por tener compasión, por cuidarse y por perdonarse los errores. En definitiva todos somos humanos y todos queremos lo mismo: ser vistos, ser oídos, ser queridos, ser aceptados, ser valorados.
Espero que estas reflexiones te ayuden y te aporten valor.
Cuéntame ¿a ti qué enseñanzas te ha regalado tu hijo(a)?
El por qué y para qué de mi trabajo en autismo, crianza y mindfulness
Después de mucho divagar como profesional por los senderos del desarrollo personal, el coaching y la terapia, decidí enfocarme exclusivamente en el apoyo a padres y madres, o a cualquier otra persona que tenga al cargo a una persona con autismo. ¿Por qué?
Hola me llamo Magüi Moreno y soy coach estratégica, terapeuta transpersonal y experta en mindfulness. Pero todo esto es lo de menos. En mi propio camino de crecimiento personal y de ayuda a los demás, soy ante todo, la madre de un niño con autismo. Mi hijo se llama Adrián, fue diagnosticado con TEA Trastorno del Espectro Autista al poco de cumplir 4 años.
¿Prefieres escucharlo? ¡Escúchalo aquí!
Después de mucho divagar como profesional por los senderos del desarrollo personal, el coaching y la terapia, decidí enfocarme exclusivamente en el apoyo a padres y madres, o a cualquier otra persona que tenga al cargo a una persona con autismo. ¿Por qué?
En realidad la principal razón es que todos los padres de niños, adolescentes o jóvenes con autismo sufren unos niveles de ansiedad y de estrés mucho más elevados que el resto de los padres. Esto no te lo tengo que explicar ni justificar. Tu lo sabes bien de primera mano.
A las dificultades intrínsecas de relacionarnos, cuidar de, y luchar por el desarrollo de una persona con autismo, se unen además la gran incertidumbre por su futuro, y la vergüenza de tener un hijo o hija diferente.
Todos pasamos por esa vergüenza, por ese proceso que a veces se hace infinitamente largo de procesar y de aceptar el autismo de nuestro hijo o hija. Y eso nos crea niveles altísimos de estrés, de ansiedad, de estados depresivos incluso. Que en muchos casos se convierten en crónicos.
El papel del mindfulness
Aquí entra el mindfulness. Gran parte de mi trabajo se centra en dar claves, técnicas y herramientas sencillas para reducir tu estrés y tu agobio. ¿Cómo? Con la sencilla pero a menudo difícil técnica de vivir el momento presente - básicamente lo que hoy llamamos mindfulness. De no identificarnos con nuestros pensamientos. De no creernos todo lo que nos surge en la mente. De conectar con la respiración. Con el cuerpo. Con el aquí y con el ahora.
El mindfulness no va a hacer desaparecer el autismo de tu hijo o hija por arte de magia. No va a cambiar tu realidad externa. Pero si puede cambiar como percibes TÚ esa realidad externa. Porque como digo yo siempre: no es lo que te pasa, es lo que haces con lo que te pasa.
Nadie tiene el poder de borrar el autismo en tu hogar, pero TÚ si tienes el poder (y yo diría la responsabilidad) de mejorar tu dialogo interior, de bajar tus niveles de estrés, y de conectar contigo misma para poder conectar mejor con todos lo que te rodean, incluido tu hijo con autismo.
¿Has oído lo de la mascarilla de oxigeno en los aviones, no? Pues eso. NO puedes dar de donde no tienes. No puedes cuidar de los demás, si no cuidas de ti mismo. No puedes aumentar la serenidad en tu hogar si en tu interior no hay mas que agobio.
Mis por qué y para qué
AsÍ que, mi primer por qué es porque los padres estamos muy estresados y ademas recibimos poco o ningun apoyo especifico PARA NOSOTROS. Y mi primer para qué es para darte herramientas practicas, sencillas, que puedas usar de manera cotidiana. Y también, ¿por qué no?, para compartir lo que me ha funcionado a mí en mis años de exploración, de bajones, de tropiezos y de descubrimientos.
Pero hay otro por qué y otro para qué. Todos los que nos convertimos en padres y madres sabemos que es un camino difícil, independientemente de cómo sea nuestro hijo. La crianza es un desafío, siempre. Nos saca de nuestra zona de confort, nos saca de quicio muy a menudo. Es un camino largo, de muchos años, y con muchos altibajos. Lo que yo propongo es: ¿por qué no ver la crianza como una relación que nos permite conocernos mejor a nosotros mismos, y crecer como personas?
Aqui te invito a que cambies la pregunta que todos nos hacemos de “¿por que a mí?” Por la pregunta “¿para qué a mi?” Es un cambio sutil de perspectiva, pero potente. ¿Para qué a mé este desafío del autismo de mi hijo? ¿Qué me trae este desafío, aparte de dificultades o de consecuencias que no deseo? ¿Te has parado alguna vez a preguntarte esto?
Es como cuando te suben la apuesta en una partida de poker… si la crianza ya es difícil de por sí, ¿qué hay de la crianza de un hijo con autismo? ¿Qué puedo yo sacar de esta realidad?
Por ahora te lo dejo aquí… Si te ha resonado de alguna manera, o te ha puesto incómoda, es buena señal.
Si quieres acceder a contenido exclusivo gratuito y saber mas sobre mis aventuras y mis retos (y tengo muchos, eeeh) como madre de un niño con autismo, sígueme en mis redes sociales y suscríbete a mi boletín donde recibirás mis abrazos virtuales .
Hola me llamo Magüi Moreno y soy coach estratégica, terapeuta transpersonal y experta en mindfulness. Pero todo esto es lo de menos. En mi propio camino de crecimiento personal y de ayuda a los demás, soy ante todo, la madre de un niño con autismo. Mi hijo se llama Adrián, fue diagnosticado con TEA Trastorno del Espectro Autista al poco de cumplir 4 años.
¿Prefieres escucharlo? ¡Escúchalo aquí!
Después de mucho divagar como profesional por los senderos del desarrollo personal, el coaching y la terapia, decidí enfocarme exclusivamente en el apoyo a padres y madres, o a cualquier otra persona que tenga al cargo a una persona con autismo. ¿Por qué?
En realidad la principal razón es que todos los padres de niños, adolescentes o jóvenes con autismo sufren unos niveles de ansiedad y de estrés mucho más elevados que el resto de los padres. Esto no te lo tengo que explicar ni justificar. Tu lo sabes bien de primera mano.
A las dificultades intrínsecas de relacionarnos, cuidar de, y luchar por el desarrollo de una persona con autismo, se unen además la gran incertidumbre por su futuro, y la vergüenza de tener un hijo o hija diferente.
Todos pasamos por esa vergüenza, por ese proceso que a veces se hace infinitamente largo de procesar y de aceptar el autismo de nuestro hijo o hija. Y eso nos crea niveles altísimos de estrés, de ansiedad, de estados depresivos incluso. Que en muchos casos se convierten en crónicos.
El papel del mindfulness
Aquí entra el mindfulness. Gran parte de mi trabajo se centra en dar claves, técnicas y herramientas sencillas para reducir tu estrés y tu agobio. ¿Cómo? Con la sencilla pero a menudo difícil técnica de vivir el momento presente - básicamente lo que hoy llamamos mindfulness. De no identificarnos con nuestros pensamientos. De no creernos todo lo que nos surge en la mente. De conectar con la respiración. Con el cuerpo. Con el aquí y con el ahora.
El mindfulness no va a hacer desaparecer el autismo de tu hijo o hija por arte de magia. No va a cambiar tu realidad externa. Pero si puede cambiar como percibes TÚ esa realidad externa. Porque como digo yo siempre: no es lo que te pasa, es lo que haces con lo que te pasa.
Nadie tiene el poder de borrar el autismo en tu hogar, pero TÚ si tienes el poder (y yo diría la responsabilidad) de mejorar tu dialogo interior, de bajar tus niveles de estrés, y de conectar contigo misma para poder conectar mejor con todos lo que te rodean, incluido tu hijo con autismo.
¿Has oído lo de la mascarilla de oxigeno en los aviones, no? Pues eso. NO puedes dar de donde no tienes. No puedes cuidar de los demás, si no cuidas de ti mismo. No puedes aumentar la serenidad en tu hogar si en tu interior no hay mas que agobio.
Mis por qué y para qué
AsÍ que, mi primer por qué es porque los padres estamos muy estresados y ademas recibimos poco o ningun apoyo especifico PARA NOSOTROS. Y mi primer para qué es para darte herramientas practicas, sencillas, que puedas usar de manera cotidiana. Y también, ¿por qué no?, para compartir lo que me ha funcionado a mí en mis años de exploración, de bajones, de tropiezos y de descubrimientos.
Pero hay otro por qué y otro para qué. Todos los que nos convertimos en padres y madres sabemos que es un camino difícil, independientemente de cómo sea nuestro hijo. La crianza es un desafío, siempre. Nos saca de nuestra zona de confort, nos saca de quicio muy a menudo. Es un camino largo, de muchos años, y con muchos altibajos. Lo que yo propongo es: ¿por qué no ver la crianza como una relación que nos permite conocernos mejor a nosotros mismos, y crecer como personas?
Aqui te invito a que cambies la pregunta que todos nos hacemos de “¿por que a mí?” Por la pregunta “¿para qué a mi?” Es un cambio sutil de perspectiva, pero potente. ¿Para qué a mé este desafío del autismo de mi hijo? ¿Qué me trae este desafío, aparte de dificultades o de consecuencias que no deseo? ¿Te has parado alguna vez a preguntarte esto?
Es como cuando te suben la apuesta en una partida de poker… si la crianza ya es difícil de por sí, ¿qué hay de la crianza de un hijo con autismo? ¿Qué puedo yo sacar de esta realidad?
Por ahora te lo dejo aquí… Si te ha resonado de alguna manera, o te ha puesto incómoda, es buena señal.
Si quieres acceder a contenido exclusivo gratuito y saber mas sobre mis aventuras y mis retos (y tengo muchos, eeeh) como madre de un niño con autismo, sígueme en mis redes sociales y suscríbete a mi boletín donde recibirás mis abrazos virtuales .
Manifiesto para Madres y Padres de Hijos Diferentes
Hoy más que nunca creo que los padres de hijos diferentes tenemos que invertir en nuestro propio bienestar para aumentar el de nuestros hijos. ¿Cómo? Reparando la conexión con nosotros mismos, conectando con otros padres en la misma situación y compartiendo nuestros desafíos. Aquí tienes mi manifiesto de crianza para niños con necesidades especiales con 10 puntos. ¡Compártelo!
En este momento, millones de niños están creciendo en un mundo no creado por o para ellos; un mundo que a menudo los malinterpreta, los ignora, los aísla o incluso los maltrata. Un mundo que no los apoya para desarrollar todo su potencial. Estos niños son diferentes de alguna manera, algunos dicen que están discapacitados, algunos dicen que son atípicos, algunos dicen que son neurodiversos, algunos dicen que tienen necesidades especiales, algunos dicen que están en un espectro de habilidades. ¿Pero, qué crees? Todos lo estamos.
En este momento, millones de padres de estos niños lo pasan mal intentando criarles. Se sienten perdidos, aislados, agotados y, a menudo, víctimas de una mala pasada de la vida. Viven infelices y estresados. Libran una doble batalla diaria: por un lado, para que sus hijos reciban el apoyo que necesitan; por el otro, lidiando con sus propios sentimientos de fracaso, pena, tristeza, desilusión, vergüenza y frustración.
Hoy más que nunca creo que los padres de hijos diferentes tenemos que invertir en nuestro propio bienestar para aumentar el de nuestros hijos. ¿Cómo? Reparando la conexión con nosotros mismos, conectando con otros padres en la misma situación y compartiendo nuestros desafíos. Algunos, como yo, incluso queremos abogar en nombre de nuestros hijos y de nosotros mismos por nuevos modelos educativos, por una inclusión real en todos los ámbitos de la vida, por un mundo más amable y más solidario para todos nosotros, seamos más o menos “normal".
Aquí tienes mi manifiesto de crianza para niños con necesidades especiales. Es un trabajo en progreso, como la vida misma.
Como padre o madre con necesidades especiales, yo:
1. Cuido de mi bienestar
Invierto en mi bienestar para transformar la relación con mis hijos y recuperar mi vida. Un padre y una madre que están bien son el corazón de una familia que está bien. Reconectarme a mí mism@, a mis necesidades, a mis anhelos, a mis sueños, a mis miedos, me permite conectarme mejor con mis seres queridos, especialmente con mi hij@ con necesidades especiales. No puedo estar presente y satisfacer profundamente las necesidades de mi hij@ si no he entendido y satisfecho las mías.
2. Vivo y educo en el momento presente
Mi mayor fuente de conflicto y estrés es la relación conmigo mism@ y mis pensamientos sobre cómo debería ser como padre o madre. El verdadero desafío es soltar: soltar el control. De lo que otras personas piensan de mi hijo. De lo que piensan de mí como padre o madre. Soltar mis ideas de cómo debería ser el futuro para vivir en el momento presente, el mío y el de mi hij@. Este es el único lugar donde puedo llevar a cabo un impacto positivo en la vida de ambos.
3. Suelto mis expectativas
Mi valor como persona y el de mi hij@ es intrínseco. No depende de logros o de cumplir con las expectativas de nadie, ni mías. La mayor parte de nuestro sufrimiento como padres proviene de centrarnos demasiado en los resultados y no lo suficiente en el camino y en los regalos de criar a un hij@, ya sea neurodivers@ o neurotípic@.
4. Presto atención a mi experiencia interna
Tener una buena vida no depende de lo que me sucede, sino de cómo me relaciono con eso que sucede. La libertad personal está en el espacio entre lo que acontece y cómo respondo. No tengo por qué seguir siendo víctima de las divagaciones de mi mente y de mis patrones emocionales automáticos. Puedo conocerme mejor a mí mism@, a mis pensamientos, a mis emociones, a mis patrones de comportamiento. Y eso me ayudará a ser un padre y una madre más consciente y receptivo; menos en piloto automático.
5. Intento entender la experiencia interna de mi hijo
Todo comportamiento es comunicación. Como padres, a menudo nos enfocamos sólo en lo que el comportamiento de nuestro hij@ significa para nosotros (o para otros adultos), en lugar de lo que significa para ellos. Mi responsabilidad como padre y madre es entender la necesidad que hay detrás, ayudarlos cuando sea necesario, pero sobre todo cuidar de MI reacción a su comportamiento.
6. Proceso mi pena, vergüenza y / o miedo
Reconozco que puede haber dolor, miedo, culpa y vergüenza como parte de mi experiencia de tener un hijo diferente. Me comprometo a trabajar en todo esto (o buscar ayuda) para sanarme a mí mism@ y para sanar la relación con mi hij@ diferente. Criamos lo mejor que podemos y casi siempre estamos influenciados por la forma en que fuimos criados nosotros mismos. Nuestro poder radica en tomar conciencia de esto y decidir lo que queremos mantener y lo que no.
7. Acepto para transformar
Como padre o madre, no necesito saberlo todo ni controlar todo el tiempo. A veces basta con ser testigo de las experiencias de nuestros hijos y acompañarles en sus emociones (siempre y cuando no estén en peligro). No hay nada malo en mí. No hay nada malo en mi hij@.
8. Veo las oportunidades, no sólo los desafíos
Tengo la capacidad de hacer lo mejor para mí y para mis hijos. Estoy dispuest@ a volver a examinar mi vida y mis expectativas, y aprovechar al máximo mis desafíos parentales para conocerme mejor, amarme mejor y aceptar mi vida con confianza. Puedo satisfacer mis propias necesidades emocionales como padre o madre de un hijo diferente de una manera significativa, realista y práctica para mi situación familiar.
9. Acepto y comparto mi experiencia
Estoy dispuest@ a tomar las riendas de mi experiencia como madre o padre de un hijo diferente, a compartirla con otros y a defender lo que mi familia y yo necesitamos. Tendremos días buenos y días no tan buenos, y eso está bien. Lo que importa es mi compromiso de estar todos los días para mí, para mi hijo, para mi familia.
10. Soy un buen apoyo para mí mism@ y para los demás
Creo en un nuevo modelo de crianza que sea inclusivo, que acepte las diferencias y rechace la crianza basada en la vergüenza y la culpa. También creo en apoyar a padres y madres como yo para criar a nuestros hijos desde un lugar de confianza y con los medios educativos para apoyar la forma de ser y de aprender de mi hij@.
La crianza de los hijos a menudo se reduce a administrar sus vidas, sus terapias, su educación académica ... Y además intentando, al mismo tiempo, de gestionar nuestro propio dolor, ansiedad y decepción. Pero la crianza de los hijos no es solo otro grupo de tareas que nos provocan estrés en nuestra interminable lista de pendientes. Es una invitación emocional, física y trascendental para conectarnos con la riqueza de la vida: para estar presentes con nosotros mismos y con nuestros hijos.
¿Estás de acuerdo?
Si necesitas apoyo para rediseñar tu vida y tu rol de padre o madre, te ofrezco:
Una sesión gratuita de coaching de 45 minutos.
Una exploración en audio de cómo cuidarte mejor día a día, con ideas y consejos prácticos para reducir tu estrés en la crianza.
Un mes de acompañamiento para aumentar la calma en tu vida de manera sencilla y práctica mediante la práctica del mindfulness.
Si este manifiesto resuena contigo, por favor ayúdame para poder llegar a otros papás y mamás de hijos diferentes. ¡Comparte esto o deja un comentario!
¿Cómo ayudo a mi hijo neurodivergente?
Aquí te planteo las claves que te puede servir a TI, como padre, madre o cuidador de una persona con diferencias de desarrollo: 1) Conoce a tu hij@, 2) Prioriza la búsqueda de info, 3) Ponte en marcha, 4) Busca una comunidad de apoyo, y 5) Confía en tu instinto.
¿Qué hago para ayudar a mi hijo neurodivergente? Este es otro tema que da para una serie entera…. Aquí te dejo los apuntes principales y los más generales. Como imagino sabes, muchos de estos trastornos o condiciones se manifiestan de manera individualizada en cada persona y, aunque haya unas características comunes, realmente varía muchísimo de caso en caso.
Aquí te planteo las claves que te puede servir a TI, como padre, madre o cuidador de una persona diferente. Mayoritariamente me refiero a hijos menores de edad y que están bajo tu tutela, aunque estas claves son genéricas para cualquier persona que tenga que tomar decisiones sobre el bienestar de alguien con diferencias neurológicas.
1. Observa, pasa tiempo, invierte energía en conocer la individualidad de tu hijo.
Ya lo sé, que suena a perogrullo (como lo de conocerse bien a si mismo) pero… ¿cuántos de nosotros realmente invertimos tiempo en conocer a la persona que ES nuestro hijo, a fondo, con todos aquellos comportamientos que nos molestan o nos irritan o nos ponen incomodos o sencillamente no entendemos? ¿Cuántos intentamos descifrar lo que esos comportamientos significan mas allá del engorro de “lidiar” con ellos, teniendo en cuenta que todo comportamiento es comunicación? Te hago estas preguntas no para echarte nada en cara ni hacerte sentir mal, todos pasamos por épocas en las que tenemos menos energía y menos ganas (yo la primera). Te hago estas preguntas para que tomes conciencia de que no puedes luchar por lo que realmente necesita tu hijo si no entiendes primero lo que realmente necesita tu hijo (en base a su comportamiento y a lo que te puedan aportar profesionales del tema, no en base a lo que te gustaría a ti).
Es importante comprender que gran parte de las dificultades del autismo o cualquier otra diferencia neurológica (para nosotros, que no lo tenemos) se derivan de que nuestros hijos aprenden de manera diferente. A menudo les intentamos enseñar a hacer o a decir algo de la manera en la que nosotros aprendimos…. Y a ellos puede que no les funcione. Esto pasa en todos los ámbitos, tanto familiares, sociales como escolares.
Por ello es crucial aceptar y entender que tu hijo no sólo es diferente en ciertas cosas, sino que también aprende de manera diferente.
Esto exige por lo tanto que tú cambies tu “chip” - requiere más trabajo y energía por tu parte (y idealmente por parte de sus educadores). Ayúdale entendiéndole.
Sugerencias prácticas:
Crea un perfil individualizado. Es muy fácil aunque desafortunadamente la mayoría de los recursos online al respecto están en inglés. Aquí puedes acceder a un modelo y aquí a otro. Ambos los he utilizado con mi hijo y he traducido al español para ti.
Escribe una corta historia sobre tu hijo y, si es posible, haz que el/ella contribuya.
Realiza tests, pruebas, o evaluaciones dentro de tus posibles (económicos y de acceso a servicios) a nivel educativo, psicológico y/o neurológico (algunos son de acceso online y gratuito).
Dos advertencias en base a mi propia experiencia personal: a) no te vuelvas loc@ coleccionando evaluaciones y pruebas (ni es bueno para tu salud mental, ni para la salud de tu bolsillo) - sé selectivo, b) evalúa la utilidad de las evaluaciones - no descartes tu propia intuición como padre o madre, pero ten en cuenta aspectos que tal vez desconoces o que te pueden servir de cara a ayudar a tu hijo.
2. Prioriza la búsqueda de información.
¿Qué necesita tu hijo ahora, en este momento? ¿Ayuda para comunicarse, ayuda con independencia e higiene personal, ayuda educativa, etc? A menudo queremos que nuestros hijos se comuniquen, hablen (o hablen mejor) y - eso es fundamental, a la larga - pero podemos pasar por alto otras necesidades aún más acuciantes como por ejemplo, la independencia a la hora de ir al baño, o la falta de seguridad personal y vial, etc. Obviamente todos estos temas dependen de la edad y del perfil de tu hijo.
Hay muchas terapias, mucha información, muchas opiniones sobre el autismo o cualquier otra diferencia neurológica y como mejor tratarlo (¡o incluso si hay que tratarlo o si se puede curar!). Es realmente cacofónico y puede resultar muy agobiante, sobre todo porque hoy en día cualquiera puede escribir al respecto en internet. Y esto es una navaja de doble filo - es una herramienta fundamental para acceder a mucha información de manera gratuita e instantánea, pero no siempre es información relevante, contrastada o aplicable a tu situación. A menudo nos llena de angustia y de estrés - por no saber lo suficiente, por no hacer lo suficiente, por no tener lo suficiente.
Tu conoces a tu hijo mejor que la mayoría de personas a tu alrededor, seguramente mejor que nadie.
En estos momento en los que estas intentando aprovechar tu tiempo para ayudar a tu hijo, recuerda: prioriza, mantén el foco en sus necesidades, y hazte estas preguntas:
Lo que estoy leyendo en este momento, ¿es relevante para mi hijo? ¿Es información nueva? ¿Es útil? ¿Cómo me sien to al leer esta información?
(Esto es como un barómetro interior sobre si lo que estás leyendo te nutre, te anima, te motiva, te hacer sentir empoderad@ o al contrario te hunde, te entristece, te desmotiva, o te distrae - ¡ojo! A veces nos sentimos mal primero, nos hundimos un poco, para luego pasar a la acción. La clave está en que la información te dé al menos un resquicio de esperanza o energía).
Recuerda que a veces internet sera de una gran ayuda. Y otras veces, es mejor para ti y para tu hijo que uses ese tiempo para conectar o cuidar de ti mism@.
Sugerencias prácticas:
Prioriza 1 o 2 areas de apoyo para tu hijo y centra tu búsqueda de info al respecto (siempre puedes cambiarlas o ampliarlas según evolucione o cambie tu hijo).
Organiza la info - te aconsejo que tengas algo físico (una carpeta, un archivador, un cuaderno, etc.) o un sistema virtual (carpeta de favoritos en tu buscador de internet, Evernote, Trello, aplicaciones de notas de tu móvil, etc.) para mantener la info accesible y fácil de encontrar.
Reserva un tiempo limitado a la semana para buscar info, o leer info que previamente has encontrado - puede ser 1 hora, puede ser menos, puede ser mucho más. Eso lo marcas tú. Mi sugerencia es que lo delimites en el tiempo (pongas una alarma en tu móvil) porque si no, te puedes “perder”. Si es el mismo día a la semana, mejor, porque se convertirá en un hábito mas rápidamente.
Si quieres puedes tener un diario o un cuadernillo mas personal donde apuntas tus propias preguntas o señalas asuntos importantes a investigar.
3. Ponte en marcha.
Sobre esto, la comunidad científica y los servicios educativos están totalmente de acuerdo: cuanto antes ayudemos a las personas con autismo o cualquier otra diferencia neurológica con cualquiera de sus desafíos, mejores resultados para ellos veremos. Sobre todo porque el cerebro tiene neuroplasticidad - es decir, tiene la capacidad de crear nuevos circuitos neuronales (de pensar de otras maneras) cuanto más joven es. Aunque nunca perdemos nuestra neuroplasticidad, cuesta más cambiar nuestra programación mental, nuestro software conforme avanzan los años y nuestros circuitos están más establecidos.
Afortunadamente, cada vez se oye más el debate sobre si hemos de cambiar / modificar a las personas con diferencias neurológicas o simplemente aceptarlas tal y como son y apoyarlas. Sobre si esta diferencia neurológica es o no es una discapacidad, o simplemente una diferencia. Se habla cada vez más de neuro-diversidad [si te interesa saber mas del tema escucha esta conferencia TED Talk - aunque está en inglés le puedes poner subtítulos en español]. Aquí tan solo te quiero decir algo muy sencillo:
Si tu hijo diferente tiene algún desafío en algún ámbito de su vida, entonces ponte en marcha para ayudarle desde la aceptación, el respecto y el amor más incondicional.
No sientas que has de cambiarle a él o ella (porque a parte de imposible - no podemos cambiar a nadie - en el fondo es un rechazo a su ser). Enfócate en ayudarle a encontrar las herramientas que le permitan superar o gestionar mejor esos desafíos. A mi re-enfocarme de esta manera me ha ayudado muchísimo.
A menudo recabar apoyos específicos, sean cuales sean, para nuestros hijos nos hacen sentir mejor. Nos hacen sentir que estamos “haciendo algo”. Además si sabes que durante una hora a la semana (o el tiempo que sea) tu hijo está aprendiendo “a aprender” o recibiendo ayuda específica, te puedes enfocar en planificar, en educarte sobre la condición de tu hij@, o en recabar mas info, o por supuesto en cuidar de ti mism@.
Sugerencias prácticas:
Prioriza, prioriza, prioriza… No lo puedo repetir demasiadas veces. :-) No te lances a todo. Empieza por lo más urgente e importante para tu hij@.
Piensa cómo te puedes organizar mejor… Yo soy una freaky de la organización y me encanta tener agendas, cuadernos y libretas de direcciones clasificadas, etc. Cada cual opera como quiere y puede. Date unos minutos para reflexionar cómo te quieres organizar y qué sistemas/hábitos has de poner en marcha para ayudarte.
¡Simplifica! No sirve de nada tener una agenda aparte para los temas de tu hij@ si luego no la miras. Pregúntate “¿Como me lo puedo poner fácil en este momento?”
Date permiso para hacer lo que te funciona a TI. Si los papeles te agobian, mantén solo lo estrictamente necesario y pásate a lo digital. Si te encantan los papeles, ¡adelante!
4. Busca una buena comunidad de apoyo.
Desafortunadamente los procesos administrativos para que tu hijo reciba apoyo personalizado (en educación, en salud, etc.) suelen ser complicados, largos, difíciles y a menudo sin la financiación adecuada. Las diferencias en los servicios de autismo o cualquier otra diferencia neurológica entre país y país, incluso dentro de un mismo país, pueden llegar a ser abismales. Aquí es donde una buena comunidad de otros padres y madres puede ser una auténtica salvación. Son personas que están en la misma situación, algunos de ellos con mucha más experiencia que tú, y te pueden dar información, consejo, apoyo emocional. Además te pueden ayudar a no sentirte tan solo y aislado.
Busca grupos de apoyo, ya sea online o presenciales (o ambos). Pide ayuda. Comparte. Conecta. De ellos sacarás tanto como tú mismo des. Si hasta ahora te ha dado vergüenza o reparo hablar del autismo o cualquier otra diferencia neurológica (o sencillamente no lo has querido publicitar entre tu entorno por la razón que sea), unirse a una comunidad de padres puede darte ese alivio de encontrar a personas con experiencias similares a las tuyas.
Al final todos estamos buscando lo mismo - comprensión, apoyo, bienestar.
Sugerencias prácticas:
Si lo haces online, limita el tiempo que pasas (o veras que es como un agujero negro que te chupa horas y energía).
Dentro de lo posible, busca grupos donde te sientas a gusto. Esto a veces lleva tiempo (y a veces no tenemos muchas opciones) pero se trata de que te encuentres gusto y te sientas arropada.
Ten muy presente que cada persona, y cada familia, lleva su propio camino y su propio ritmo. Sé muy consciente de no caer en las comparaciones, en las envidias, y en los malos rollos por diferencias que son inevitables.
Pregúntate si realmente te merece la pena y te aporta. Tu situación puede que cambie. No dudes en soltar cualquier grupo de apoyo que ya no te sirva o te enriquezca, pero siempre desde el agradecimiento y el respeto.
5. Como padre o madre, confía siempre en tu instinto.
¿Qué significa esto? ¿Qué hago con mi instinto? ¿Cómo lo uso? Son preguntas que a menudo me he hecho yo misma. Lo del instinto maternal o paternal queda muy bien, pero no todos sabemos bien a qué se refiere. Estoy hablando de ese sistema alternativo para saber cosas que no pasa por la parte racional de nuestro cerebro sino que surge de manera espontánea y a menudo se expresa a través de nuestro cuerpo - esas mariposas en el estomago, esa sensación en el corazón, ese nudo en la garganta… Con los hijos sabemos que sabemos algo (a veces contradiciendo lo que nos dice la cabeza o los “especialistas”) pero no siempre lo podemos explicar. Escucha a tu instinto y tómalo en consideración siempre que puedas.
Y date permiso para cambiar de opinión. Recuerda que nuestros hijos no son estáticos, cambian continuamente (sobre todo si son pequeños). Mantente abierto a lo que en inglés llaman “breakthroughs” - grandes saltos o cambios que parecen surgir de la noche a la mañana en nuestros hijos. Camina a su lado, a su ritmo, acompáñales.
Sugerencias prácticas:
Cuando tengas que tomar una decisión con respecto a tu hijo, escucha a tu cuerpo. ¿Cómo te sientes físicamente? ¿Nervioso pero el cuerpo te dice “si, adelante”? ¿O te sabe mal, te deja un sabor amargo? Esto te puede llevar algo de tiempo, es una práctica que muchas personas encontramos difícil, pero con la práctica, se va volviendo más fácil al ser capaz de notar los cambios más sutiles en nuestra fisiología.
Si sientes resistencia a algo, pregúntate: “¿Qué miedo siento? ¿Qué pasa si lo intento? ¿Qué pasa si no lo intento?”
Si tienes que soltar o dejar algo (actividad, persona, servicio) en relación a tu hijo, pregúntate: “Lo dejo por miedo (al fracaso, a cambiar, etc).? O lo dejo por amor (porque ya no aporta, porque tengo que priorizar, porque hay cambios)?”
Por supuesto te podría enumerar muchas cosas más, pero con estas 5 empezamos a re-enfocarnos y a darnos permiso para ayudar o buscar ayuda para nuestros hijos de manera centrada, presente y más empoderada. A menudo la primera búsqueda de apoyo después de un diagnostico es caótica, desesperada… Muchas veces nosotros mismos restamos importancia a nuestro rol como padres o madres, encomendándonos a profesionales (¡y menos profesionales!). Aunque la buena ayuda externa es crucial (y desafortunadamente escasa), no pases por alto que TU eres el mejor defensor y conocedor de las fortalezas y las dificultades de tu hij@.
Espero que esto te ayude y te inspire a pasar a la acción o a re-enfocar tu papel. Como siempre, si tienes cualquier duda o pregunta no dejes de hacérmela llegar por aquí.
¿Qué te ha parecido este post? ¿Qué te llevas de él? ¿Has echado en falta algo? ¿Quieres compartir alguna otra idea? No dudes en dejar un comentario aquí abajo y te contestaré en breve. Recuerda que todo lo que aportes le puede servir a otro padre o madre en una situación similar. Si te ha gustado, ¡compártelo y ayúdame a llegar a más personas! 💙
Si aún no recibes mis correos semanales, apúntate aquí. En ellos cuento cosas más personales sobre mi viaje como madre de un niño con autismo, además de darte recursos adicionales exclusivos y gratuitos (incluido mi Kit de Primera Ayuda para Padres de Hijos Diferentes).
[Aviso Legal: Al realizar comentarios en esta página aceptas la Política de Privacidad. Tus datos serán usados única y exclusivamente para publicar tu comentario y recibir respuestas.]
Crianza consciente
Mi hijo me ha ayudado dándome la motivación, el deseo y la creencia de que vivir con conciencia, ser consciente, es la mejor manera de comunicarse y estar presente para los demás. Él lo hace todos los días. Porque realmente nuestros mejores maestros son nuestros hijos. Nosotros no les enseñamos, ellos nos enseñan a nosotros. Todos los días nos muestran un espejo y reflejan lo que les damos.
Nuestros mejores maestros son nuestros hijos. Nosotros no les enseñamos, ellos nos enseñan a nosotros.
Todos los días nos muestran un espejo y reflejan lo que les damos. Ellos son grandes maestros de la conciencia. Pequeños Budas iluminados. Profetas de la presencia. Gurús de la atención plena. Sí, incluso cuando se enfadan. Incluso cuando gritan. O tiran cosas al suelo. Están perfectamente sintonizados con su "aquí y ahora", al menos en sus primeros años de vida.
Escribir acerca de la relación con los hijos es invitar al desacuerdo. Es un tema sobre el que todo el mundo tiene una opinión, incluida la vecina de tu tía (a pesar de que nunca ha tenido hijos). Todos tenemos una opinión y además todos queremos llevar la razón. Nuestra voz más crítica salta al ruedo cada vez que hablamos de cómo criar, educar y vivir con los hijos. ¡Parece como si saliesen del armario nuestros críticos internos más feroces!
Aquí, en este blog, te cuento mi experiencia porque es la única que conozco íntimamente. Cada contexto (personal, familiar, social, cultural) es diferente, cada hijo es diferente y cada condicionamiento o programación (¡y todos tenemos!) es diferente. Y con esto me refiero a la compleja maraña de factores emocionales, mentales, de experiencia y religiosos / filosóficos que afectan la forma en que vemos y vivimos la vida. No podemos vivir la vida de otra persona, o la paternidad / maternidad de otra persona. Pero si podemos practicar la empatía (ponernos en el lugar de otra persona) y, mejor aún, la compasión (sentir lo mismo que ellos sienten aunque nuestras circunstancias sean diferentes). Yo creo firmemente que la conexión y el compartir enriquece nuestra vida y nos abre puertas que no sabíamos que existían.
Mi hijo tiene ahora 7 años. También tiene autismo. Tenemos una relación muy estrecha. Nos enfadamos el uno con el otro, jugamos juntos, le hago cosquillas, él me habla (aunque nos haya costado llegar a este punto un poco más que a la mayoría de la gente). Nos comunicamos con y sin palabras, al igual que todos los padres y niños.
¿Cuál es uno de los mayores desafíos de la vida al que la mayoría de nosotros nos sometemos voluntariamente? Tener hijos. Es una de las cosas más estúpidas que te puedes hacer a ti mismo. (Este es mi voz egoica y egoísta hablando, por cierto). Es un desafío lleno de altibajos, con alegría y tristeza. Exige muchísimo trabajo y dedicación, y nada está garantizado (como en el resto de la vida). Es tal vez la mayor oportunidad para el autodescubrimiento y el crecimiento de cualquier persona. Yo suelo decir que tenemos los niños que necesitamos tener. En mi caso desde luego que fue así. Mi hijo es el mayor maestro que conoceré en mi vida.
Verás, soy una persona muy mental. Respiro, vivo, amo mi mente. YO SOY MI MENTE. Excepto que no es verdad porque soy más que eso. Soy conciencia en un cuerpo físico (llámalo energía, llámalo alma, llámalo conciencia, llámalo como quieras) y además tengo emociones, soy un ser emocional. Todos somos más que nuestras mentes, pero muchas personas, como yo, han sido secuestradas por su propia mente. ¡Nuestro cuerpo se ha convertido en un mero taxi del cerebro!
Yo misma solía pasar la mayor parte de mis horas de vigilia pensando (y a veces todavía lo hago, no me voy a engañar). Vale, pero no hay nada de malo en pensar, ¿verdad? De hecho, es necesario para operar en el día a día, a todas horas ¿no? Bueno, excepto que cuando estoy tan enfrascada pensando, preocupándome, planificando, juzgando, analizando, clasificando, recordando, o cualquier otra forma de ejercicio mental, no estoy completamente presente con ese hijo (o esos otros seres alrededor mío). O, en otras palabras, cuando estoy preocupada pensando en lo que voy a hacer de cena (¡ponte a ello o deja de pensar en ello!), no estoy del todo apreciando que mi hijo me acaba de guiñar el ojo, o ha dicho una palabra que nunca antes le había escuchado usar.
Mi hiperactividad mental y mi diarrea verbal (hablo mucho, muchísimo) finalmente han encontrado a contrapunto perfecto: la comunicación verbal y social retrasada de mi hijo. Perfecto. Simplemente perfecto. Ahora no sólo tengo una mente mandona, sino también aterrorizada. Desastre, ¿verdad? Bueno, sí, y un golpe de fortuna. Si mi hijo hubiera estado hablando con frases completas con 2 años, mi vida no se habría abierto en canal de la forma en que lo hizo. Él me ha brindado (y sigue brindándome) una oportunidad de oro para ser realmente consciente en el aspecto más crucial de mi vida, donde lo que está en juego (mi felicidad y la suya) es lo más importante. Donde el amor siempre está presente. Donde podemos ir más allá de pensamientos, emociones, circunstancias e historias. Quedarnos con la pureza de una relación fundamental en nuestra vida - la relación con nuestros hijos.
Un corazón roto es un corazón que está abierto - U2
Sean cuales sean los principales desafíos que surgen con la crianza de los hijos (¡hay donde elegir!), ahí, en ese desafío, radica la mayor oportunidad de aprendizaje. ¿Los berrinches de tu hijo te llevan al borde del abismo de tu propia ira (y el repugnante sabor de la culpa)? Ve allí. Mira allí. Probablemente heredaste patrones de mala gestión de la rabia en tu propia infancia por parte de tus padres y otros educadores. Es probable que tu hijo solo esté reflejando lo que te ha visto hacer (y de lo que no siempre te das cuenta). Tu hijo te está mostrando dónde mirar, en tu interior.
Mi hijo me ha ayudado dándome la motivación, el deseo y la creencia de que vivir en conciencia, que ser consciente, es la mejor manera de comunicarse y estar presente para los demás. Él lo hace todos los días. Él me mira, se ríe, o baila, o salta arriba y abajo, o me abraza. Y a veces, sin una sola palabra, transmite la alegría de vivir, la felicidad de SER que mi mente no puede captar. Y ni siquiera tengo que sentarme a meditar o hacer yoga.... ;-)
¿Algo de esto que te acabo de contar ha resonado contigo? ¿Tienes alguna pregunta o duda? Te invito a que comentes aquí abajo y, entre todos, pongamos el foco sobre lo que más nos importa - la relación con nuestros hijos.
Si aún no recibes mis correos semanales, apúntate aquí. En ellos cuento cosas más personales sobre mi viaje como madre de un niño con autismo, además de darte recursos adicionales exclusivos y gratuitos (incluido mi Kit de Primera Ayuda para Padres de Hijos Diferentes).
[Aviso Legal: Al realizar comentarios en esta página aceptas la Política de Privacidad. Tus datos serán usados única y exclusivamente para publicar tu comentario y recibir respuestas.]