¿Qué hago con mi frustración y la de mi hijo?
Pero, ¿qué hago con la frustración que siento a diario?
Cuando tu hijo no te responde, o no te mira a los ojos. Cuando tu hij@ no para. Cuando es impulsivo. Cuando no comprendes por qué es tan sensible, porque llora tanto, o por qué tiene ciertos comportamientos en ciertas circunstancias. Cuando, sencillamente, no entiendes a tu hijo.
A menudo la frustración viene de no aceptar que o no está en nuestras manos o tenemos que DECIDIR. Y decidir supone hacer algo y dejar de hacer algo. Y eso nos puede costar mucho.
En este post te doy 3 claves fundamentales para gestionar mejor la frustración y reducir tu estrés.
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Hoy te vengo a hablar de un tema crucial en la crianza y sobre todo cuando tu hijo es diferente. De hecho es uno de los desafíos mayores para muchas de las madres y padres con los que trabajo y es: ¿qué hago con la frustración que siento? Y que además, siento casi todos los días'
Ejemplos de la vida cotidiana con un hijo diferente hay millones. Cuando tu hijo no te responde, o no te mira a los ojos. Cuando tu hijo se frustra porque no se puede abrochar la ropa y tú te frustras igual. Cuando solo quiere pantallas y juguetes electrónicos y no hay manera de quitárselos. Cuando no eres capaz de salir de casa puntual porque tu hijo tarda mucho o tiene un berrinche. Cuando tu hijo es inflexible y obstinado hasta un punto de saturación. Cuando tu hij@ no para. Cuando es impulsivo. Cuando no comprendes por qué es tan sensible, porque llora tanto, o por qué tiene ciertos comportamientos en ciertas circunstancias. Cuando, sencillamente, no entiendes a tu hijo. No sabes que quiere, no consigues comunicarte… o no consigues mantener su atención.
Seguro que en algún momento te ha pasado.
Lo primero es diferenciar TU frustración de la frustración de tu hij@. Esto es crucial.
A menudo las dos frustraciones se mezclan. ¿Por qué? Porque ya sabemos que muchos estados emocionales son “contagiosos”. Es común impacientarse cuando vemos que nuestro hijo se impacienta. Y es normal que nuestro hijo frustre cuando nos ve y nos siente a nosotras frustradas, sobre todo por fallos en la comunicación y en la atención conjunta.
¿Qué hacer para ayudar a que tu hijo se frustre menos? Apoyos profesionales, hacer una lista ABC para entender mejor las situaciones que le provocan frustración, y llevar a cabo actuaciones preventivas (que no es lo mismo que sobre-proteger o hacer las cosas por ellos). En este caso, se trata de prepararle a el/ella o preparar la situación para minimizar la reacción de frustración, aumentar el nivel de tolerancia, etc.
Y vamos a hacer una lista ABC para nosotros también. Esto va de obtener la mayor cantidad de información sobre las situaciones, circunstancias, y condiciones en las que nos frustramos. Porque, al hacerla, te vas a dar cuenta de que se suelen repetir. Y mucho. Entonces, para que sirve? Para RECORDARNOS que puede ser un momento álgido y tener así más posibilidades de neutralizar nuestra reactividad. También nos permite ser más amables con nosotros mismos y criticarnos menos por sentir esa frustración.
Te voy a dar un ejemplo que me ocurrió a mi ayer mismo.
Lo segundo es darnos cuenta de las creencias que se esconden detrás de nuestra frustración. Esto no debería de ser así, mi hijo debería, yo no debería, etc. ¿Cómo? Vuelve a esa hoja ABC y, una vez pasado el momento de crisis, recuerda que estabas pensando en ese momento.
Volviendo a mi ejemplo… yo estaba pensando “soy mala madre porque después de todo el día de campamento, le he dejado que vea tele dos horas, y aún así no he acabado todo lo que tenía que hacer de trabajo y ahora encima me toca hacer la cena, y este niño no se entretiene con nada y chun chun chun. ¿Qué se esconde detrás de todo este rollo mental? La creencia de que no lo estoy haciendo bien. De que soy un fracaso. Y, claro, a la luz del día después esto parece una exageración, pero lo cierto es que es una creencia (o un patrón de pensamiento) muy común. La creencia es “tengo que ser perfecta” y el patrón es: mira, mira, todas las maneras en las que no eres perfecta!! Lo ves!! No eres perfecta!! Y además estás a punto de perder los estribos!!
Lo tercero es aceptar. Aceptar que la frustración tiene una función positiva. Te está queriendo decir algo para que cambies algo en tu vida. La frustración viene para decirnos que algo no funciona. Si surge mucho es porque ese algo que no funciona sigue sin funcionar…. Porque no lo hemos cambiado, o por que no hemos hecho las paces con ello (si no lo podemos cambiar).
Aquí es fundamental entender que hay 3 tipos de asuntos: los tuyos (sobre los que tienes poder - tus pensamientos, tus emociones, tus acciones y reacciones, y los factores externos sobre los que tienen algún nivel de control como por ejemplo a qué hora te vas a dormir o lo que comes). Los de otra persona (sus pensamientos, sus emociones, sus acciones y reacciones, sobre los que tú no tienes realmente control) y los factores externos que les afectan a ellos (sobre los que puedes tener algo de control, dependiendo de lo que sea). Y la tercera categoría es los asuntos de la vida, del mundo, de Dios, de la energía cósmica, de los cambios sociales y políticos o de como lo quieras llamar. Son los asuntos sobre los que ni yo, ni tú, ni otra persona tenemos control. Son los factores medioambientales, si llueve o no, si hace frío o si hay un golpe de estado. Ahora te pregunto? El origen de tus frustraciones son sobre qué tipos de asuntos?
Ya sabes lo que te voy a decir: no te frustres por lo que TÚ no puedes cambiar. Eso es una pérdida de tiempo y energía.
Si te frustras por que no entiendes a tu hijo, pasa más tiempo observándole, considera usar métodos alternativos de comunicación, invierte en terapias de lenguaje, busca soluciones tanto de apoyo a él o ella como de motivación interna para ti. Lo mismo si te frustras porque tu hijo no te entiende a ti. Pero empieza aceptando que esa frustración tiene una razón de ser - ahí hay algo que merece ser estudiado, modificado y aceptado.
Si te frustras porque tu hijo es como es, lo llevas mal. Te lo digo así de claro. Porque tu hijo es quién es, y no se trata de cambiarlo, sino de ayudarle en los desafíos más prácticos para mejorar su vida, y la calidad de la interacción y la relación contigo.
Así que te resumo: entiende que la frustración es contagiosa, separa lo tuyo de lo de tu hijo, identifica el mensaje de cambio que te trae la frustración y actúa para llevarlo a cabo pero siempre desde la aceptación de que hay cosas que son tuyas y que puedes por lo tanto cambiar, y cosas que no son tuyas y no puedes cambiar. Ahorrate disgustos y frustración en este último caso.
Y ahora, para acabar, te cuento lo que saqué en claro de mi frustración.
Primero, a nivel situacional, que era muy mala hora y tanto yo como mi hijo estábamos cansados e irritables. A modificar: a esas horas no intentar nada nuevo ni hacer multitasking. Segundo, que tengo que seguir prestando atención a mi auto-exigencia. A modificar: o hago la cena o juego con mi hijo, no puedo estar a todo y exigirme eso por un sentimiento de culpa es una receta para la frustración. Elegir dejarle ver la tele para poder hacer la cena sin sentirme culpable. O posponer la cena (o pedir pizzas a domicilio) si decido jugar con él.
A menudo la frustración viene de no aceptar que o no está en nuestras manos o tenemos que DECIDIR. Y decidir supone hacer algo y dejar de hacer algo. Y eso nos puede costar mucho.