¿Por qué nos estresamos tanto con los hijos?
Estudios demuestran que los padres y madres de hijos con autismo y otras diferencias neurológicas sufrimos los mismos niveles de estrés que los soldados en activo. En este post te explico por qué y cómo puedes gestionarlo mejor.
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Cuando hablo del mindfulness, de la presencia, de la conexión con nuestros hijos no me refiero a estar siempre tranquilos, ni perfectamente compuestos, ni sintiéndonos en un océano de paz.
Eso es imposible y nos crea culpa por ser un ideal.
Para conectar con los demás, y particularmente nuestros hijos con sus necesidades diferentes, tenemos que ser capaces de conectar con nosotros mismos y con nuestras emociones. Y, como todo ser humano, vamos a sentir ira, enfado, frustración, impaciencia y estrés. Solo si entendemos y honramos nuestro propio estrés podemos entender, honrar, acompañar y en ocasiones aliviar el estrés - muy real, por cierto - que sienten nuestros hijos en un mundo que no les entiende.
Pistas sobre el estrés de la crianza
1. Sistema nervioso es contagioso.
2. Los niños, sobre todo cuando son pequeños, son menos capaces de auto-regular su sistema nervioso.
3. Como padres y madres, tenemos que encargarnos no solo de la regulación de nuestro propio sistema nervioso en situaciones de conflicto o estrés con nuestros hijos, sino que también tenemos que regular SU sistema nervioso.
4. Los niños con diferencias neurológicas significativas, como el autismo, o el TDAH, o el síndrome de Down, pueden llegar a experimentar niveles más elevados de estrés por diferencias de procesamiento de sensaciones, de lenguaje, de socialización, de función ejecutiva (que tiene que ver con la planificación, la organización y la ejecución de tareas) o por toda una serie de diferencias de capacidad y de procesamiento.
5. Los padres y las madres de hijos con estas diferencias, sufren de mayores niveles de estrés que otros padres y madres. En un estudio del 2009 en EEUU se comparó a un grupo de madres de adolescentes y adultos con autismo…
6. Con esto y con todo, es fundamental entender que existe un peligro real de que el estrés madre o padre-hijo se convierta en una espiral de la que nos es muy difícil salir.
¿Qué podemos hacer?
Lo primero es entender que muchos de estos procesos son automáticos. Nuestro cuerpo y nuestra mente, lo que a menudo llamamos el cuerpo-mente, es una maquina-combinación de respuesta a nuestro entorno y muchas de estas respuestas son procesos del sistema límbico que afectan a nuestro sistema nervioso autónomo y a nuestro sistema endocrino. Es decir a nuestras emociones y a nuestras hormonas (como el cortisol, la llamada hormona del estrés).
Estamos diseñados para sobrevivir, y muchos de estos procesos automáticos y somáticos - donde la respuesta se origina en nuestro cuerpo a pesar de no darnos cuenta - tienen que ver con esto. Percibimos una amenaza y nuestro cuerpo-mente responde normalmente de 3 maneras: o huyes, o luchas, o te paralizas.
El estrés es la señal de que algo “está mal” (bajo el punto de vista de nuestro cuerpo-mente) y nos lleva a reaccionar.
Darnos cuenta de todo esto ayuda. Como? Pues disminuyendo nuestra carga y sensación de culpa. Y sobre todo, dándonos opciones para evitar reaccionar siempre de la misma manera.
Ni es fácil ni es instantáneo. Para algo se llama instinto de supervivencia. Pero lo importante es tomar conciencia, no solo a nivel mental, sino a nivel emocional y corporal, de que lo que pase alrededor nuestro no es - en la mayoría de los casos - un peligro para nuestra supervivencia.
Lo difícil de la gestión del estrés crónico es precisamente que, aunque lo entendemos e incluso podemos aprender diferentes técnicas para gestionarlo, en el momento de la pataleta de tu hijo, o de la vergüenza que te surge ante uno de sus comportamientos, no somos capaces de aplicarlo.
Por ello, hoy te invito a que sientas tu cuerpo en esos momentos de estrés. A que lo sientas y tomes nota de cómo se manifiesta. Porque el cambio verdadero empieza por vivirlo diferente y para eso hay que tomar conciencia de cómo se manifiesta.
Por hoy espero que te sirva esta corta explicación del origen de nuestro estrés y de cómo, a pesar de ser un proceso automático de nuestro cuerpo-mente, tu SI puedes crear las condiciones para que tu estrés salte menos:
Dándote cuenta de cuando estás en ese estado.
tomando nota de cómo lo sientes en tu cuerpo.
dándote cuenta de cuando estas a punto de saltar
tomando nota de cómo lo sientes en tu cuerpo.
Y finalmente, haciendo una brevísima pausa que te permita ELEGIR como quieres responder, desde tus valores y no desde el automatismo.
En vez de preguntarte “Como puedo defenderme de esto que no me gusta?” (Que es la pregunta a menudo inconsciente que nos hacemos). Pregúntate “¿Cómo puedo calmar mis nervios para calmar los de mi hijo?”