Autismo y emociones difíciles

No hay nada más difícil en esos momentos de frustración, de vergüenza, de estrés, de angustia, de ira, de descontrol que tenemos como padres de hij@s diferentes que …. nuestras propias emociones. En este post te doy la clave más importante para gestionar nuestras emociones difíciles y una herramienta potente para ayudarnos en ello.

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Este es un tema “candente”. ¿Por qué? Porque te puedo asegurar (por experiencia propia) que no hay nada más difícil en esos momentos de frustración, de vergüenza, de estrés, de angustia, de ira, de descontrol que…. Pues eso, tus propias emociones. 

¿Qué hace que una situación la clasifiquemos como buena o mala? Lo que sentimos al experimentarla. En realidad nuestras emociones son como el compás, el GPS interno, de todo lo que experimentamos internamente ante una situación.                         

Y, como padres y madres, el autismo de nuestros hijos suele ser el foco de algunas emociones que son francamente difíciles de gestionar: la culpa, la vergüenza, la ira, la tristeza, la envidia… etc.

Una de las problemáticas que más trabajo con los padres y las familias de una persona con autismo es cómo gestionar estas emociones difíciles. Yo misma he sufrido de patrones de represion, en particular de la ira, que he tenido que trabajar conscientemente desde hace años (y que sigo trabajando).

Es normal que sintamos que estas emociones son difíciles porque al sentirlas, también sentimos que hay algo “malo” en nosotros. Estas emociones nos sacan de nuestra zona de confort porque más o menos conscientemente tenemos una relación con la emoción - nos disgusta, nos avergüenza, nos asusta. ¿Por qué? Pues porque de pequeños establecimos una relación disfuncional con la emoción, a través de cómo se nos educó, de las experiencias que tuvimos y que no pudimos procesar, de las condiciones que se nos impusieron (si te enfadas no te compro un helado, etc).

Y empezamos a asociar a ciertas emociones como buenas, como seguras (la alegria, etc.) por las reacciones de los seres queridos y a pensar en otras emociones como malas, o peligrosas - lo mismo, por la reacción de nuestros seres queridos. Malas si dábamos un disgusto a nuestra mamá, por ejemplo. Peligrosas si provocábamos la ira de nuestro padre, por ejemplo.

Déjame que empiece por decir que no hay emociones ni buenas ni malas. Todas tienen su función que, bajo mi punto de vista, es doble: a) proporcionarnos un mensaje sobre algo que necesitamos o que experimentamos. Y b) procesar cualquier experiencia y darle un significado interior.

Por eso lo mejor que puedes hacer con las emociones es tomar conciencia de ellas, darte cuenta de que las estas sintiendo, y DEJARTE SENTIRLAS en la medida de lo posible. Ya lo sé, ya lo sé…. Estabas pensando:

1. Pero ¿cómo voy a dejarme sentir esa ira furiosa que me abrasa por dentro? ¿Qué pasa, que entonces, puedo lanzarme a tirar cosas al suelo o a gritar o a comportarme como un poseso?

Sentir no es lo mismo que desbordarte. Sentir no necesariamente implica que hagas nada, que tomes una accion externa… ni extrema. Y desde luego no justifica la agresividad ni la agresión, ni siquiera cuando es pasiva.

Lo que pasa es que con las emociones difíciles, solemos echar “balones fuera”. La culpa la tienes tú, mira lo que me has hecho hacer, no te puedo sacar a ningún lado, etc. Y de lo que se trata es justamente de lo contrario, de hacer un giro de 180 grados y enfocarte en ti, en lo que estas sintiendo, en tu experiencia interior.

2. Ya pero también pernsarás “yo no puedo estar con mi tristeza porque me hundo” o “si me dejo sentir mi ansiedad me va a dar una taquicardia”. Lo cierto es que la emociones esta diseñadas para ser sentidas en y a través del cuerpo, se procesan de esta manera, y también se disipan de esta manera.

O sea que si te aproximas a tus emociones difíciles como la tristeza o la vergüenza con apertura, curiosidad y compasión y te dejas sentirlas en el cuerpo veras que, contrario a lo que podrías pensar, no te vas a perder en ellas, sino que van a perder intensidad, poco a poco.

Hay estudios que dicen que la vida de una emoción en el cuerpo, el tiempo que perdura en tu cuerpo, puede ser muy corto - de menos de 2 minutos. El problema es que mantenemos las emociones “vivas” porque entra la mente a pensar sobre ellas, a rumiar, a obsesionarse con ellas… y entonces no hay manera de que se procesen rápidamente y saludablemente a través de nuestro cuerpo como estamos diseñados la mayor parte de los mamíferos.

Bueno, entonces vamos a aterrizar esto a nuestra vida como padres de hijos con autismo.
¿Oportunidades para sentir todas estas emociones difíciles a lo largo del día? ¡Hay un porron! ¿Y qué pasa? Que cada vez nos vamos sintiendo peor, y todo esto contribuye a nuestro estado general de ansiedad y a una pobre calidad de vida.

Ya, pero ¿entonces qué hago cuando mi hijo reacciona de una manera totalmente imprevista o inapropiada en una situación social?? ¿O cuando es “maleducado”?¿ O cuando dice algo que me causa vergüenza, o me deja en evidencia?

Lo primero, diferenciar entre SU accion (o reaccion) y la TUYA. Intenta no responsabilizar a tu hij@ de tus emociones. Esto es difícil, lo se. Por lo que decía antes de que constantemente echamos balones fuera. Y porque, como padres, a menudo mezclamos la intensidad de nuestra reacción con nuestro deseo de ayudar a nuestros hijos. No porque grites mas o te enfades mas, vas a poder evitar el comportamiento de tu hijo.
Los castigos no funcionan y no son moralmente validos, y mucho menos con personas que no siempre entienden las reglas sociales.
Si tu hijo necesita ayuda para comprender lo que es socialmente aceptable y lo que no, ayúdale (con historias, con terapias, con juego imaginativo, etc.). Pero no vincules su comportamiento a TUS emociones. “Si haces esto, mamá se va a enfadar o se va a poner triste”. El cerebro de nuestros hijos funciona de manera diferente y el chantaje emocional es poco eficaz y puede incluso llegar a ser cruel con ellos, pues hay ciertos comportamientos que o no pueden evitar o les cuesta entender.

Lo segundo, es que des ese giro de 180 grados y te enfoques en TU experiencia interna de tus emociones. Aqui te quiero dejar un método que a mi me gusta mucho de la psicologa y profesora de meditación Tara Brach:

R - reconoce

A - acepta

I - investiga

N - nutre

Finalmente, insistir en lo importante de la compasión hacia nosotros mismos. No es lo que sucede fuera, es lo que sucede dentro, en nuestro interior. Desafortunadamente, muchos de nosotros, estamos acostumbrados a huir de nuestras emociones y sobre todo de las difíciles. Es normal que no nos fiemos de ellas, que no queramos pasar un ratito con ellas. Pero esta es la fuente de nuestra libertad - darnos cuenta de que si no aceptamos lo que estamos sintiendo, no podemos cambiar nuestra realidad interior, y mucho menos, la exterior.

Darse permiso para sentir las emociones difíciles no significa que no las vamos a volver a sentir. Significa que, cuando vengan, se van a ir antes y vamos a poder entender el mensaje que nos traen y por lo tanto, decidir como queremos actuar. Y actuar desde la integración de nuestras emociones es como tener super-poderes cuando antes ibas cojeando. Te permite tener una visión más completa de tu vida y dejar de perder tanto tiempo y energía en luchar contra ti mismo. 

¿Qué harías con toda esa energía extra?¿ En que te podrías enfocar? ¿Qué podrías conseguir?

Magüi Moreno

Life coach and mindfulness expert. My mission is to support special needs parents to achieve fulfilled and happy lives for themselves and to increase their family’s wellbeing.

http://www.maguimoreno.com
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