Magüi Moreno | Maternidades Atípicas

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El duelo por la diferencia de tu hij@

Nuestro duelo surge por la gran diferencia entre la idea que teníamos de quién iba a ser nuestro hij@ y la realidad de quién es realmente. Te doy 5 claves para que hagas tu duelo consciente y te des permiso para pasar por él.

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¿Has aceptado tu duelo?

¿Qué duelo?

Pues el de tener un hijo diferente a lo que te esperabas.

Es inevitable. Todos los padres y las madres nos imaginamos cómo va a ser nuestro pequeñín desde casi el momento en que nos enteramos que vamos a ser padres. Lo hagamos más o menos conscientemente, empezamos a acumular expectativas, proyectamos imágenes al futuro, nos imaginamos escenas a veces super detalladas. Yo, por ejemplo, tengo en la mente por alguna razón una imagen de estar bailando con mi hijo en su boda. ¡En su boda! El que tenga autismo no significa que no se vaya a casar tal vez, pero cuando lo pienso lo de visualizarme bailando con él de aquí a 20 o 25 años es una pérdida de tiempo y de energía que tal vez emplearía mejor anclándome en el momento presente con él.

Entonces todo este amasijo de ideas preconcebidas, de planes a corto, medio y largo plazo, de proyecto profesionales y personales para nuestros hijos… de repente se esfuman, como el humo que eran, el día que nos damos cuenta de que nuestro hij@ no es el que queríamos o nos imaginábamos. Sino que es el que es.

Y esto es duro. Es un sopetón para nuestra mente que todo lo quiere controlar, anticipar, y planificar. Y, lo cierto es que le pasa a todos lo padres y madres, y no solo a los que tienen hijos con diferencias marcadas. Pero cuando se trata de algo como el autismo, el sopetón es brutal. La distancia entre lo que nos esperábamos y lo que hay puede llegar a resultarnos insoportable por insalvable.

Y aquí, caemos en el duelo, seamos conscientes de ello o no. Lo queramos o no. Porque, para decirlo bien clarito, ha “muerto” el hij@ que teníamos en mente para ser reemplazado por una personita a menudo bien diferente.

Además, entramos en duelo no solo por esa diferencia en nuestros hijos sobre lo que nos esperábamos, sino también (y muchas veces ante todo) por esa diferencia en NUESTRA experiencia como padres o madres de lo que nos esperábamos. 

Y aquí también hay un duelo por el cambio tan radical en nuestra vida que compartimos con todos los padres y las madres. Es normal pasar de ver la maternidad con los filtros de color de rosa que nos venden ANTES de ser madres, a ver que tiene tantas sombras como luces. Si a esto le añades las dificultades intrínsecas de ser la madre o el padre de alguien con problemas de comunicación, o de socialización, o con comportamientos difíciles, o con necesidades sensoriales muy especificas pues… es un duelo que podemos arrastrar de por vida y que, en el peor de los casos, se puede llegar a convertir en resentimiento, en sufrimiento e incluso en una rabia que contamina nuestra vida.

Entonces ¿qué hacemos con este duelo? Si de alguna manera es inevitable pasar por este proceso, ¿cómo podemos hacerlo de manera consciente? ¿Cómo aceptar nuestro duelo para que no se vuelva tóxico? 

5 claves para hacer un duelo consciente

1. El duelo no es malo.

No te avergüénces de sentir pena, de sentir que has perdido algo. Porque lo has perdido, como te comenté antes (aunque solo existiera como proyecciones en tu mente). Tu duelo y tu dolor es la maxima expresion de que te importa el bienestar de tu hijo y también el tuyo. Es un reajuste necesario a todos los niveles (emocional, mental y psicológico) que te señala esa discrepancia entre lo que esperabas y lo que hay. Ese es su mayor mensaje y ahi está la puerta que te permitirá seguir adelante - aceptar esa discrepancia.

2. Cada uno lleva su ritmo con el duelo.

Esto es así para todos los duelos. Antes se pensaba que había 5 estadios progresivos del duelo basado en el trabajo de la psiquiatra americana Elisabeth Kubler-Ross. Ella habló de: negación, ira, negociación, depresión y aceptación, pero su trabajo estaba enfocado en los pacientes terminales. Hoy en dia se tiende a hablar mas de un proceso de recuperación del duelo que implica pasar por todos estos estadios del duelo de manera a veces caótica, sin progresión, o recaer en estadios que pensábamos teníamos superados.

3. Te tienes que dar permiso para sentir lo que sientes.

No puedes evitar sentir lo que sientes y todas las emociones tienen un mensaje para nosotros. No hay emociones positivas y negativas. Todas son válidas. Claro que algunas son muy difíciles de sobrellevar y creemos que nos vamos a hundir. Pero las emociones solo son “peligrosas” cuando las reprimimos, cuando las negamos, porque se esquistan en el cuerpo y en nuestra psique - se vuelven inconscientes y nos pueden controlar la vida sin que nos demos cuenta. Siempre ayuda tener apoyo, ya sea profesional o simplemente de nuestros seres queridos. Y ese apoyo ha de ser en forma de escucha. Las personas en duelo necesitan ser oídas, al igual que nuestras emociones necesitan ser oídas tambien.

4. No se le puede meter prisa al duelo.

Si quieres pasar de puntillas y rápidamente, más tarde o mas temprano te darás cuenta (tal vez cuando tu hij@ este pasando por una mala racha o cuando tengas problemas a nivel de pareja) de que aún andas empantanada en el duelo.

Muchos amigos y familiares con las mejores intenciones del mundo nos animan a que pasemos la página, a que nos enfoquemos en el futuro de nuestros hijos… y , por supuesto que esto ayuda a tomar perspectiva. Pero nunca a costa de negar nuestras propias emociones o procesos emocionales. Podemos estar presentes con nuestras emociones, por difíciles que sean, y presentes con los demás.

En realidad lo hacemos a menudo de manera inconsciente o semi-inconsciente, reprimiendo al máximo lo que nos duele. Es una reacción común. Pero nadie se muere de dolor emocional, sino más bien del dolor emocional no sanado que se puede convertir en dolores físicos, enfermedades ya sea físicas o mentales. La única manera de sanar el dolor emocional es aceptarlo y pasar por él - con la ayuda que haga falta, por supuesto.

5. Cuando la vida nos duele, y lo hace para todo el mundo, tarde o temprano… darnos permiso para sentir nuestro duelo nos conecta con nuestra vulnerabilidad.

Eso es exactamente lo que cada uno de nosotros quiere evitar. Porque se nos ha ensenado que ser vulnerables es peligroso, que te abres a que te echen sal sobre la herida… sin tener en cuenta de que la herida, una vez aceptada, es inmune a cualquier sal. Porque al final nadie puede herirte sin que tu te dejes herir. Pero lo mas importante es que al abrirnos a sentir nuestro duelo, nos abrimos a conectar con tantas personas alrededor.

La vulnerabilidad llama a la vulnerabilidad y a menudo se materializan apoyos de todos los lados cuando somos capaces de ser honestos sobre lo que estamos sintiendo, sin cargar o manipular a los demás.

Yo, personalmente, desde que he hecho las paces con mi duelo (y no digo aqui que sea un proceso acabado; en realidad tal vez no se acabe nunca), me siento mucho mas arropada. He creado y encontrado comunidad.

No te pueden llamar si no das tu número. No te pueden ayudar si no estas dispuesta a que te ayuden. Sea de la manera que sea. Esa vulnerabilidad también te permite tener empatía de otras personas en situaciones de duelo, sean parecidas o no. No es egoísta ni egocentrico.

Un corazón en duelo es capaz de sentir compasión hacia cualquier otra persona que está pasando por un momento de dolor emocional.

Mi experiencia personal con el duelo por el autismo de mi hijo es gradual, como para casi todas las madres y padres en esta situación. Pero también te puedo decir que, a través del mindfulness y de criar y vivir con mas conciencia y presencia, llegó un momento en el que me “liberé” del enganche mental de querer que mi hijo fuese diferente o de lamentar todo lo que (a dia de hoy) es su realidad. Mi hijo Adrián es hijo único y nunca conoceré de primera mano lo que es criar a un hijo neurotipico. Y sin embargo para mi no es una pérdida. ¿Cómo puede ser una pérdida cuando tengo a Adrian?

Finalmente te recuerdo que, si el duelo es la señal de que hemos perdido algo y que sufrimos por ello, cuando los hijos son diferentes lo único que hemos perdido es la idea que teníamos de ellos y que no se ajusta a su realidad. No hemos perdido a nuestros hij@s, sea cual sea la gravedad de su condición. Así que te invito a que tengas esto en cuenta para aceptar tu duelo pero no quedarte estancada en él… pues tu hij@ te espera.

Un fuerte abrazo.