Magüi Moreno | Maternidades Atípicas

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Viajar con hijos neurodiversos

Si te gustan los viajes no tienes porque sacrificarte y dejar de viajar por tener un hijo con autismo, TDAH o con cualquier otra neurodiversidad. Si viajas de vez en cuando pero lo has ido dejando por el hecho de la diferencia de tu hijo te voy a animar a que lo retomes. Porque viajar es una escuela de aprendizaje para nuestros hijos (y para nosotros!).

En este post te doy 10 claves prácticas que puedes (y en muchos casos debes) aplicar cuando sales de casa por unos días y tu hijo tiene desafíos de comunicación, de socialización y/o de atención.

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Si te gustan los viajes no tienes porque sacrificarte y dejar de viajar por tener un hijo con autismo, TDAH o con cualquier otra neurodiversidad. Si viajas de vez en cuando pero lo has ido dejando por el hecho de la diferencia de tu hijo te voy a animar a que lo retomes. Porque viajar es una escuela de aprendizaje para nuestros hijos (y para nosotros!).

Les ayuda con muchísimos aspectos que son un déficit para ellos como la flexibilidad, la teoría de la mente, las funciones ejecutivas como la planificación, la adaptabilidad y un largo etc. Esta es la gran paradoja de los viajes: que para todas las personas, tanto neurodiversas como neurotípicas, supone un tira y afloja, una especie de vaivén o de sube y baja entre la necesidad de predictibilidad, pero también de diversidad.

¡Es todo un juego de malabarismos! Porque lo que nos gusta más a unos puede ser también lo que nos causa incomodidad a otros (sobre todo a personas con autismo): ir a un sitio nuevo, cambiar de rutinas y/o horarios, probar comidas nuevas, conocer a personas diferentes, etc….

Pero en su lado más positivo, al viajar estamos ejercitando esas capacidades de adaptación innatas a todos los seres humanos y por lo tanto aumentando nuestros niveles de tolerancia a las cosas, las personas, las comidas, los horarios diferentes. No siempre es fácil ni cómodo, ni para ellos ni para nosotros. Pero los beneficios, a la larga, son significativos.

Adrian nació como bebé expatriado. Nació en Sudáfrica cuando su padre y yo vivíamos en Mozambique. Desde entonces ha residido en tres países diferentes y ha visitado más de 13 países en total. Nació en una familia bilingüe, bicultural y nómada por elección. Y nuestro estilo de vida no ha cambiado realmente tanto a pesar de su diagnóstico. Aunque obviamente tenemos algunos factores en cuenta (por ejemplo a nivel de seguridad, de acceso a servicios de salud, de educación), pero serían los mismos si nuestro hijo fuera neurotípico. Él se ha acostumbrado a pesar de sus rigideces y de sus dificultades de comunicación. 

Aunque solo viajes una o un par de veces al año, en este post te voy a dar:

10 Claves prácticas que puedes hacer cuando sales de casa

1. Seamos realistas: Ni idealices ni descartes.

Viajar con niños en general no es siempre cómodo ni lo podemos comparar a los viajes de placer que nos echamos antes de ser padres. Cuando, además, los hijos tienen necesidades adicionales o perfiles específicos, exige mucha más preparación y claridad sobre los motivos y las necesidades de TODAS las personas que viajan. No solo las tuyas o las de los adultos en el grupo. Pero tampoco solo las de tu hijo, a exclusión de los demás. Al final se trata de maximizar el disfrute para todos, aunque no sea por igual, ni simultáneamente. 

2. Tiene que haber un equilibrio entre disfrute y aprendizaje.

De nuevo, esto es para todos, no solo para tu hijo neurodiverso. Incluso si siempre viajas al mismo lugar y te quedas en la misma casa, con las mismas personas…. una de las razones principales por las que viajamos es para salir de la rutina, para cambiar de aires. Y esto siempre lleva una adaptación. Tanto tuya, como de tus hijos.

En esta adaptación, aunque sea mínima, siempre hay aprendizajes. No olvides que viajar nos amplia los horizontes y nos invita a conectar con nuestro entorno cada vez que lo hacemos, aunque sea siempre al mismo lugar. Una mezcla de nuevo y conocido es necesaria para tu hijo, y también para ti. Lo conocido pueden ser rutinas, horarios (que no cambias aunque estés de viaje) o incluso un muñequito, o una prenda, o algo que nos haga sentir “como en casa” aunque no lo estemos. 

3. La tercera es preparación, preparación, preparación.

Si como neurotípico ya te preparas y planeas algo más ante un viaje, cuando viajas con alguien neurotípico esto se debe aumentar a la enésima potencia (sin caer tampoco en la rigidez y el estrés porque ya sabemos todos que una cosa son los planes y otra la realidad).

Investiga el lugar al que vas a ir a visitar habla con tu hijo sobre ello pues mirar mapas ver vídeos juntos hay muchas maneras de crear también interés y de ir informando a nuestros hijos sobre el lugar al que planeamos ir.

4. Ofrece información anticipada, especialmente que sea de interés para tu hijo (tanto de forma como de fondo).

A Adrián le fascinan los aviones, los trenes, en fin… todo tipo de maneras de viajar y entonces le explicamos con detalle el viaje cuánto vamos a tardar como vamos a ir las diferentes paradas…. Pero siempre añadiendo la coletilla de “este es el plan, pero tal vez las cosas sean algo diferentes.

Tú no tienes que preocuparte porque mamá y papá podrán gestionar cualquier cambio y tú también”. Le preparamos para posibles imprevistos retrasos cambios de planes con las historias sociales y con pequeño problema pequeña reacción. No podemos controlarlo todo pero podemos preparar al máximo la situación porque al final la comunicación y la información siempre ayudan en este tipo de situaciones.

5. Inclúyele en los planes.

Pregunta que le gustaría hacer. Dale algunas opciones (pero no muchas, porque eso lleva a la saturación y a la indecisión). Si tiene intereses especiales, encuentra un equilibrio entre lo que quiere hacer él y lo que quieres hacer tú, tu pareja o el resto de tus hijos. Poner límites específicos o usar el “primero esto, luego-su actividad” ayuda. Nosotros por ejemplo, siempre intentamos incluir lugares con agua (ya sea piscina o mar) porque a nuestro hijo le encanta y le regula mucho a nivel sensorial.

6. Inclúyele en los preparativos.

Dependiendo de su edad y de su desarrollo, puede ayudar desde hacer una lista de cosas que se quiere llevar, hasta hacer su propia maleta o decidir qué objeto personal se lleva. Son situaciones en las que podemos practicar las funciones ejecutivas con ellos, o practicar contar números, o decir colores, o practicar la escritura (para esas listas). ¿Cuántos calcetines necesitamos según los días, el clima? Se puede hacer divertido, y es una oportunidad de comunicar, de dialogar, e incluso de jugar juntos. Es decir, no hacerlo TODO por ellos sino probar a involucrarse porque al final son habilidades para la vida misma.

7. Cuando surjan situaciones de crisis o intensidad emocional, HABLA MENOS y usa apoyos visuales.

Escribe. Garabatea. Dibuja. Ten claridad sobre lo que necesitas que entienda en esa situación, pero también sobre sus necesidades en ese momento (está cansado, aburrido, saturado sensorialmente, tiene hambre, pensaba que ibais a ir a otro sitio, hay mucho ruido, tiene miedo?). tenemos que ser auténticos detectives para ver mas alla de los comportamientos de nuestros hijos y entender su función.

8. Enfócate en TU gestión emocional.

A veces nos ponemos en lo peor y no es para tanto. O nos tensamos cuando percibimos una rigidez en nuestro hijo. No podemos recurrir a soluciones o pensar en alternativas cuando estamos atacadas de los nervios. Sencillamente entramos en bucle con nuestro hijo y nos desregulamos.

Entiende que primero hay que PAUSAR, luego ver y entender qué está pasando, para poder probar diferentes soluciones. Lo que solemos hacer es que algo no sale como esperábamos o nuestro hijo entra en crisis, y rechazamos eso que esta sucediendo, activando nosotras mismas la respuesta del estrés. Así que de nuevo, enfócate tu primero en calmarte (y por supuesto mantener a tu hijo seguro) para desde ahí ver la situación con mayores opciones. Los viajes nos dan muchas oportunidades para practicar esto.

9. Ten claridad sobre lo que buscas con ese viaje.

¿Paz y tranquilidad? Que te dejen sola? (Viajar en familia no es la mejor manera de conseguirlo!). Cambiar de aires? Ir a sitios que ya conoces y que te gustan? ¿Practicar idiomas? ¿Comer comida exótica? Todas estas razones y muchas más son válidas, pero no siempre van a ser compatibles con las necesidades de nuestros hijos. Por ejemplo, a mi marido y a mí nos encanta la falta de planes cuando viajamos por placer, el dejarnos llevar según nos apetezca. Pero la falta de estructura (por lo menos en parte del día) es como criptonita para Adrián. Es una búsqueda y reajuste constante. Pero nos merece la pena y su flexibilidad ha aumentado muchísimo.

Además ha descubierto intereses nuevos que ahora podemos integrar en los próximos viajes. Es decir, nos gustaría tener menos planes, pero sabemos que a él le vienen bien y estamos dispuestos a encontrar un punto medio que nos sirva a todos más o menos.

10. ¡Déjate sorprender!

A menudo nos ponemos la venda antes de la herida. Pensamos, asumimos que no podemos hacer ciertas cosas por nuestros hijos, cuando en realidad esto no es así. A veces hay que probar… y si no sale bien, dejarlo por un tiempo. Los niños están en constante cambio y desarrollo y lo que no les gustaba hace un año ahora puede que sí. O tal vez aún no, pero no lo sabrás si no lo pruebas y lo expones.

Muchas veces usamos las diferencias de nuestros hijos como excusa para no hacer algo que en realidad no queremos hacer, o nos da miedo hacer. Y eso está bien, pero no uses a tu hijo de excusa. Ten claridad sobre tus propios límites y cuestionátelos también de vez en cuando.

A menudo les exigimos a nuestros hijos neurodiversos tanto, tanta flexibilidad, que aprendan tanto, que hagan esto y lo otro, que prueben cosas nuevas… pero nosotros, los adultos en sus vidas, no queremos tampoco salir de nuestra zona de confort. No le pidas a tu hijo algo que tú no estás dispuesto a hacer. Viajar es un potente espejo para conocernos mejor.

En conclusión, cada viaje es una oportunidad de adquirir, practicar y generalizar nuevas habilidades sociales, comunicativas y de flexibilidad mental. Te puedo decir con total honestidad que en el caso de Adrián su amor por la aventura y los viajes y, lo que yo llamo, el buen vivir, es una combinación de suerte porque su personalidad ayuda pero también de mucha exposición por nuestra parte.

Su diagnóstico de TEA presenta algunas dificultades adicionales a nivel de viajes y no te voy a negar que hemos tenido situaciones de tener que salir corriendo detrás de él en aeropuertos hemos tenido situaciones de crisis en público situaciones de gestión emocional muy intensas como casi todos los padres con niños que tienen autismo pero decidimos hace mucho tiempo que esto no tenía porqué ser una limitación. Claro que en ese momento lo pasé mal. Pero a nosotros nos sigue mereciendo la pena. 

Si te merece la pena a ti o no, si le merezca la pena a tu familia o no, lo tienes que decidir tú y los demás adultos responsables, por supuesto.