Magüi Moreno | Maternidades Atípicas

View Original

¡No conecto con mi hijo!

¡No conecto con mi hijo! ¡No entiendo las señales de mi hija! Las dificultades de conexión son parte de la problemática central con muchas diferencias de desarrollo y neurológicas de nuestros hijos neurodiversos. En este post voy al trasfondo de la cuestión que es como nos hace sentir a nosotros, los padres y te doy 4 ideas prácticas para ampliar y transformar situaciones frustrantes, cansadas y que nos pueden también cargar de culpa.

¿Prefieres escucharlo? ¡Escúchalo aquí!

See this content in the original post

Dificultades de conexión con nuestros hijos. Es la problemática central con el autismo pero también con otras neurodiversidades y diferencias de desarrollo.

En la conexión entre dos personas siempre hay dos lados, dos orillas del mismo río, fluya más o menos regularmente. Aunque te los voy a mencionar, aquí hoy no te voy a hablar a fondo de técnicas, de herramientas, de métodos específicos para incrementar el interés por conectar de tu hijo o hija, porque de eso se encargan profesionales y especialistas educativos como pedagogos, logopedas, terapeutas ocupacionales, terapeutas ABA y otros.

Más bien, hoy me quiero enfocar, como siempre, en lo que TÚ, mamá, papá, o cuidador, aportas consciente e inconscientemente a una situación que a menudo nos frustra, en la que no conseguimos conectar, o no como quisiéramos, con nuestros hijos. También te dare pautas para realizar sutiles pero importantes cambios en TU propia perspectiva que, a su vez, traerán cambios - aunque sean pequeños - en la relación con tu hijo. Porque en un binomio, si una parte de la ecuación cambia, la otra también.

Primero, vamos a examinar lo que sentimos en estas situaciones en las que no conectamos con nuestros hijos. Y como pueden causar más problemas otra cosa:

1. Se siente un rechazo. No porque conscientemente pensemos que nuestro hijo nos rechaza de plano (aunque lo haga en determinadas situaciones específicas, sabemos que nuestros hijos nos necesitan y nos aman a su manera). Sino más bien porque nos lo tomamos de manera automática como un rechazo personal, como que no estamos haciendo algo bien. Hay una proyección de rechazo que sentimos nosotras, que proyectamos está pensando nuestro hijo, y que de alguna manera “hace rebote”.

2. Es común que lo siguiente sea pensar… “es que no soy lo suficientemente x” buena, divertida, cariñosa, atenta, paciente. etc. El argumento mental puede ser “no conecto con él/ella… por lo tanto algo estoy haciendo mal”. 

3. También puede haber un rechazo soterrado a nuestro hijo, no en su ser sino en su manera de expresar su ser. Es lo que se esconde detrás del continuo enjuiciamiento, la crítica aunque sea positiva o constructiva a los comportamientos de nuestros hijos… A veces el rechazo que sentimos (aunque no lo llamemos con esa palabra) hacia nuestros hijos, sus comportamientos, sus preferencias, sus intereses, sus obsesiones, son una especie de tirita que queremos poner ante la herida del supuesto rechazo que creemos que hay por parte suya, al no “querer” conectar con nosotros. Es un mecanismo inconsciente de defensa emocional y psicológica. No quiero sentir tu rechazo, entonces te rechazo yo. 

4. Acto seguido llega la culpa (hablo de ello en el episodio 46), la desmotivación, la sensación de fracaso e insuficiencia personal y GLOBAL como padre/madre. ¿Por qué? Porque una de las creencias universales sobre la maternidad es que “una buena madre sabe lo que quiere su hijo”. Es decir, una buena madre conecta.

Pero pongámosle algo de perspectiva.

Personas neurodiversas a menudo tienen, como parte intrínseca de su diferencia de desarrollo, déficits en muchas capacidades imprescindibles para la conexión interpersonal:

  • Dificultades para atender y responder a insumos externos de tipo interpersonal (darse la vuelta ante sonidos, mirar hacia donde apunta un dedo… )

  • Déficits de atención

  • Dificultad para imitar

  • Déficits de comunicación, sobre todo intencional y social

  • Dificultades para mirar a los ojos o a la cara (y por lo tanto poder reconocer emociones y poblar un repertorio de expresiones faciales en los demás)

  • Dificultades para iniciar, mantener y terminar interacciones sociales (ej conversación) o para encadenar respuestas sociales de manera convencional (risa ante la risa ajena, etc)

  • Intereses restringidos y/o comportamientos repetitivos

Todas estos déficits o diferencias se pueden y deben trabajar con el apoyo de profesionales como te he comentado al principio.

Aspectos tan sencillos como ponerse a su nivel (y tirarse al suelo si hace falta), seguirles la corriente cuando juegan o demuestran interés por algo (aunque a nosotras nos interese CERO), probar actividades diferentes y estar muy pendientes de sus reacciones, repetir lo que dicen y hacen, entender las necesidades sensoriales que pueden estar afectando a la interacción con nuestros hijos, no ignorar sus señales de que no están interesados y seguir insistiendo con exactamente lo mismo….

De nuevo, hay mucha información gratuita en las cuentas que te comparto al final del post para atraer poco a poco a nuestros hijos de su orilla a la mitad del puente. También te dejo 3 libros que yo misma he usado y que SUPER recomiendo específicamente para trabajar la conexión con los hijos (y que por cierto sirven, sobre todo dos de ellos, para si tienes hijos neurotípicos también). Uno se llama Comprender el autismo de Stanley Greenspan. Los otros dos solo están publicados en inglés: uno es “More than Words” de Fern Sussman, y el otro “Playing, Laughing and learning with Children on the Autism Spectrum” de Julia Moor. Aunque hablan específicamente de TEA, todos sus consejos se pueden aplicar para fomentar la atención conjunta para todo tipo de niños.

Pero en resumen, te diría que los dos objetivos principales para la conexión con tu hijo son: 1) aprovechar los intereses naturales de tu hijo, los que intrínsecamente le interesan a él o ella, y 2) entrar en un mundo compartido con tu hijo o hija. Para ambos objetivos, como ya digo, hay muchas técnicas y métodos desde el ABA, el método floortime, el Denver Early Model, etc.

Pero nosotras también tenemos que movernos, tenemos que empezar a cruzar ese puente. Entonces, ¿qué hacemos nosotras, las madres para mejorar la calidad de la interacción con nuestros hijos desde donde estamos nosotras, desde nuestra orilla?

1. Date cuenta del diálogo interior que estás teniendo. No es lo que hace o deja de hacer tu hijo, es como tu lo interpretas. Si piensas que te está rechazando o que tu hijo es víctima de alguna manera de su diagnóstico, no vais a llegar muy lejos de cara a un encuentro mutuo sobre ese puente.

Ejercicio: Cuando intento jugar a x con mi hijo, él hace Z, y esto significa que….

Cámbialo por NO significa que…

Entonces por ejemplo, darte cuenta de las resistencia mentales “este niño juega demasiado con este tipo de juguetes”. No es el tipo de juguetes, es lo que tú estás asociando a esa situación con tu valía como madre y con la valía de tu hijo.

2. Añade “en este momento” a todos esos pensamientos que te llegan en torno a nuestra capacidad de conectar  con nuestros hijos. “Mi hijo no quiere jugar conmigo” — “Mi hijo no quiere jugar conmigo en este momento”. 

Esto puede ser más difícil para las madres que pasamos mucho tiempo con nuestros hijos, sobre todo cuando son más pequeños, porque parece que no hay momento en el que haya conexión. Pero recuerda que la mente tiene configurado un filtro negativo por defecto. Es normal que tengamos más presentes las ocasiones en las que no nos ha funcionado que las muchas otras ocasiones en las que sí.

3. Enfócate en tu hijo y no en ti. Déjame que te explique: cuando hay situaciones en las que no se da la conexión que esperabas, no te pongas a pensar SOLO en términos de ti misma. No te lo tomes personalmente. En este momento que es un momento de la vida de tu hijo, en su ahora, por las razones que sean que nosotras por mucho que seamos sus madres no vamos a poder siempre dirimir, no está por la labor de conectar. O se le está dificultando en este momento. Yo se que esto puede quedar un poco cojo, o corto, cuando son muchos momentos al día. Puede llegar un momento en el que sientas que no te ayuda mucho.

Pero yo creo que sí que ayuda, porque cuando nos enfocamos en el momento presente, pero así tal cual, milimétricamente, podemos darnos cuenta de que la vida se vive momento a momento. Y a lo mejor a nuestro hijo hace 10 minutos le daba igual algo que habías planeado, y ahora, en este instante, se ha acercado o nos ha mirado de una manera, o ha hecho un amago de puesta en común, de demostrar su interés o su preferencia. En este momento no quiere soplar burbujas, pero es que tal vez en cinco minutos, sí, o incluso en 5 horas, sí.

Y, claro, lo entiendo perfectamente porque yo misma he estado ahí, aquí es donde a menudo entra el cansancio, porque pensamos esto es una campaña que no se acaba, que es minuto a minuto, hora a hora, dia a dia, mes a mes, año a año, pero es acumulativo y se llega a donde se tenga que llegar y eso no lo podemos saber a priori. 

Te cuento que, cuando Adrián cumplió 10 años le hice un video de su primera década de vida, y ciertos años me trajeron recuerdos amargos… de momentos en los que él no atendía, no mostraba interés… pero ojo, que también veo esos videos y me doy cuenta de que en muchos casos no mostraba interés por lo que yo quería que mostrase interés.

Pero definitivamente tenía intereses, sus juegos de luces y sonidos, sus juguetes electrónicos (y de esto voy a hablar en un momento), su música y cualquier cosa que le estimula sensorialmente. Para nosotros esa también fue una pieza clave del puzzle: darnos cuenta de las necesidades sensoriales de muchas de las actividades y juguetes que le encantaban. Pero al ver el vídeo, también ha sido un auténtico regalo darme cuenta de todo lo que ha avanzado. Porque, lo mismo, el presente se construye poco a poco con pasitos día a día. 

Y hacer las paces con pensamientos que nos causan una culpa tremenda: “no quiero pasar tiempo con mi hijo porque me aburro con él”. Todas y todos hemos pasado por ahí en ciertas etapas de nuestras vidas como padres de hijos neurodiversos. Y eso no significa que siempre vamos a estar en este momento en el que tal vez sentimos que el avance no es tan rapido como quisiéramos o que nunca vamos a ser capaces de conectar con nuestros hijos.

4. Sé un auténtico detective con tu hijo. Pregúntate a menudo (o mejor aún, pregúntale a él o ella si tiene capacidad de conversar) “Porque haces eso?” No se vale quedarse solo en “mi hijo hace eso porque tiene X”. Sí, vale, tu hijo puede tener el diagnóstico que sea o una serie de desafíos, pero tu hijo no es solo una serie de desafíos.

Es un ser humano con emociones, deseos y preferencias reales. Si tu hijo no es capaz de expresar sus deseos o preferencias verbalmente, tenemos como padres (y como profesionales) que deducirlos en base a lo que están haciendo.

Algunos padres me dicen “es que no entiendo las señales de mi hijo”… aqui te recomiendo dos cosas: 1) que prestes atención sostenida y curiosa, 2) que te informes (si puede ser con la ayuda de un profesional que trabaje directamente con tu hijo, mejor que mejor). No te quites el poder… eres capaz de darte cuenta de muchas cositas en torno al comportamiento de tu hijo. No tengas miedo de saber.  

¿Significa esto que siempre les tenemos que seguir la corriente? Porque muchas madres dudan de si eso hará que se estanquen en su desarrollo. ¿Cómo equilibramos dejar que ellos lideren el juego pero al mismo tiempo dando una función retadora o que les lleve al crecimiento? No se trata solo de copiar lo que hace tu hijo, o de dejarle que se entretenga solo con sus cosas todo el día. Sino de construir o incorporar retos nuevos para él o ella a través de lo que ya le interesa. Por ejemplo, con obstrucción juguetona que le lleve a tener que conectar contigo para conseguir lo que quiere. Ejemplos de coches, de esconderlos, etc. 

En definitiva, lo siento pero no hay una fórmula mágica. Se trata de prestar atención al momento que compartes con tu hijo y de soltar expectativas. Al final, es de perogrullo, pero es cierto y lo que más impacto tiene. Porque el gran desafío, desde donde estamos nosotros como padres y como adultos, no es la falta de motivación o aparente interés de tu hijo… (eso, lo repito, se puede y se debe trabajar y hay mucho al respecto) sino es el propio bagaje que traemos nosotros a la situación.

¿Qué pasa cuando son más mayores y ellos mismos nos cierran la puerta a la conexión?

1. Te lo tienes que currar. No queda otra.

2. Crear espacios e identificar momentos. Escucha activa, con todos tus sentidos.

3. Suelta expectativas de cómo se va a ver esa conexión. Tal vez sea mediante juegos de mesa que a ti no te interesan mucho, pero que son el precio a pagar para poder sentarte a la mesa y crear ese espacio de comunicación con tu hijo.

4. Espera.

5. Entiende que todo comportamiento es comunicación. ¿Por qué está haciendo o diciendo esto mi hijo? Que se esconde detrás. Al final, una gran parte de ser padre y madre es ser también detective.

Libros que menciono:

“Engaging Autism” de Stanley Greenspan y Serena Wieder

“Playing, laughing and learning with children on the autism spectrum” de Julia Moor

“More than words” de Fern Susan

Cuentas en instagram que dan muy buenos tips profesionales para fomentar la conexión con nuestros hijos:

@fabitherapy

@katherina_aba_conductual 

@abasinfronteras

@empoderandoapapas

@andreadespertar