Magüi Moreno | Maternidades Atípicas

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Estoy desmotivada en mi maternidad atípica

Hoy vamos a hablar de la desmotivación. Y a normalizar. Porque la maternidad atípica ES difícil. El cansancio es real. Y porque sentirnos desmotivados es de humanos.

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Nadie puede mantener el mismo nivel de energía, de productividad, y de motivación permanentemente. De hecho te confieso que yo misma estoy saliendo de una temporada bastante larga de desmotivación, a todos los niveles: de trabajo, de actividad social e incluso de intereses personales. Y esto en sí no es malo, a menudo es necesario y viene de la necesidad de bajar el ritmo para descansar o para dejar un ámbito de nuestra vida en barbecho y poder sembrar algo nuevo más adelante. 

Pero en el caso de las madres y los padres afrontando crianzas diferentes, ya sea por neurodivergencias, discapacidades o cualquier desafío adicional solemos caer en un círculo vicioso:

Sé la teoría

O no sé la teoría y me pongo a buscar por todos lados sin tenerlo muy claro

Me sobresaturo de información, sea o no relevante a mi hijo

Me canso y no tengo energía

La conexión con mi hijo se dificulta

No veo avances

Me siento culpable

Y vuelta a empezar: sigo leyendo libros, haciendo cursos o buscando información sin ton ni son

Y mientras tanto las cosas no parecen cambiar en casa con mi hijo, o no de la manera que yo quiero…


Este círculo vicioso es demasiado común y está basado en la asunción de que SABER y QUERER es suficiente. No lo es.


No es lo que sabes, es lo que ERES, es lo que HACES, es COMO y DESDE DONDE te relacionas con tu hijo o hija.

Hoy te quiero dejar dos puntos claves:

1) La importancia de que entiendas TU PAPEL (y también tus limitaciones) como madre o padre, y

2) Como evitar que la desmotivación se convierta en un patrón mental del que no puedes salir (y que además suele venir acompañado de la culpa, de esto ya te hablé en el episodio 46).

Lo primero es entender lo que podemos, y debemos, hacer en nuestro rol como padres cuando nuestro hijo es neurodivergente. Y no es convertirnos en expertos en autismo, TDAH o el diagnostico que sea. No. Es convertirnos en expertos en nuestros hijos. Tal y como son AHORA. Con sus necesidades, sus fortalezas, y su ritmo de desarrollo. Hay una diferencia, ¿la ves?

En el caso del autismo, por ejemplo, es un espectro amplísimo… mas allá de las generalidades que todos debemos conocer sobre el TEA, de lo que se trata es de que entiendas como el TEA se manifiesta en tu hijo en este momento. Que vayas a lo concreto de sus necesidades, de su manera de percibir y procesar el mundo, de su manera de interactuar. 


Y, claro, hay una dificultad doble. Por un lado, que no sabemos lo que no sabemos. Por ejemplo, ¿cuantos de nosotros conocíamos sobre la importancia del procesamiento sensorial en autismo antes de empezar a investigar sobre el autismo en general? Y por otro, que muchas familias no pueden contar con profesionales que les ayuden a conocer a sus hijos en la especificidad de su diagnostico. Y esto es no solamente una fuente de ansiedad, porque realmente necesitamos apoyos profesionales, sobre todo al principio, tras el diagnostico… sino que es totalmente injusto.


Porque la maternidad atipica no es intuitiva y no valen muchas de las pautas que nos ofrecen los demás, o que conocemos de criar a nuestros otros hijos o que son las indicaciones “normales” entre comillas de crianza de la cultura que nos rodea. 


Entonces, volviendo a este primer punto, tu papel no es marcar el ritmo, no es establecer objetivos a cumplir en ciertos plazos, no es gestionar la crianza de tu hijo como si fuera un proyecto de trabajo. Tampoco es dejarle a su buen hacer sin exponerle a situaciones de aprendizaje, de crecimiento y, por que no decirlo a las claras, de incomodidad. Porque para aprender todos hemos de salir de nuestra zona de comfort. Un padre o madre que evita a toda costa que su hijo salga de su zona de comfort está también evitando que su hijo aprenda.


Sé por experiencia propia y ajena que aqui entra el tema de la desregulación emocional y la ansiedad ante los cambios, los imprevistos, y también la necesidad de control elevada que tienen muchos de nuestros hijos. Te remito a los episodios 86 donde hablo de flexibilidad vs control y al 137 donde entrevisto a Isabel Paula sobre ansiedad.


Te desmotivarás menos y con menos intensidad si entiendes que tu papel como padre y madre es el de ACOMPAÑAR a tu hijo en su propio proceso de aprendizaje. Tú tienes tu propio proceso de aprendizaje (como madre o padre) y el o ella el suyo. Tú eres el adulto que investiga, organiza y dirige la búsqueda de apoyos. El que se desarrolla a su ritmo es tu hijo. Con tu apoyo. 


Si te desanimas porque tu hijo no consigue hacer algo en cierto plazo, sufrirás y te desmotivarás más. Una mejor alternativa es entender el por qué y evaluar si se le está apoyando de la mejor manera o si ese objetivo es realista para tu hijo.


Si te desmotivas porque en el fondo quieres que tu hijo se crie solo (y créeme, esto es mas común de lo que estamos dispuestas a admitir), sufrirás y te desmotivarás más. Te lo repito: tu hijo o hija neurodivergente procesa el mundo de otra manera y aprende de otra manera. Necesita APOYOS y tú, como su padre o madre, tienes la responsabilidad de dárselo y/o de buscarlos con profesionales. 


NO hay formula mágica ni rápida. Es un trabajo constante de años, de toda la vida incluso, pero no tiene por qué ser desmotivante.


Y aquí pasamos al segundo punto que te quiero transmitir. Es normal sentirse desmotivada en ciertos momentos, pero si se convierte en un estado casi constante o del que te resulta demasiado difícil salir, te invito a que examines TUS EXPECTATIVAS.


Si mi hijo va bien, genial. Si mi hijo no va como yo querría, mal. Reflexiona sobre ese “como yo querría”. ¿Es realista? ¿Está basado en las necesidades de tu hijo o en la comparación con otros niños? ¿Tiene algo que ver con tus propios miedos?


Como padres, a menudo caemos en dos sesgos mentales muy comunes: los pensamientos catastrofistas y los pensamientos absolutistas. Con los primeros estamos sobrestimando el impacto de que nuestro hijo haga o no haga algo. Con los segundos o todo es blanco o todo es negro sin recordar que la realidad es siempre una gama de grises. Tu hijo puede que no tenga muchos amigos, pero eso no significa que se sienta solo, por ejemplo. 


Para evitar la desmotivación en definitiva, hay que cuestionar nuestros propios pensamientos. Y también los del entorno, porque a menudo también nos desmotivamos por la critica constante de familiares, amigos o docentes que nos quitan energía con sus propios pensamientos catastrofistas, absolutistas, o con su propia falta de información.


Finalmente, te doy aquí algunas pautas más para recuperarte de la desmotivación y no caer en ella con tanta facilidad:

 

Llena tu vaso: gestiona tu bienestar a todos los niveles (físico, emocional, y mental). Te desgastarás menos si tus pilas están recargadas. Aquí puedes encontrar recursos gratuitos y de pago para mejorar tu bienestar.

No te satures. Es una de los factores que más nos llevan a la desmotivación.

Cultiva tu propio criterio y la confianza en ti misma y tus decisiones.

Reduce el impacto de las criticas ajenas.

Enfocate en CONECTAR con tu hijo por encima de todo.

Espero que este post te haya re-motivado. De nuevo, te recuerdo que no se trata de estar siempre a tope de energía y de ideas. Se trata de observar cuando estamos desmotivados y cuestionar si es una cuestión de cansancio (adelante, descansa) o de pensamientos críticos y expectativas poco realistas.


Cuéntame en los comentarios, ¿a menudo te sientes desmotivada en tu maternidad? ¿Por qué crees?