Magüi Moreno | Maternidades Atípicas

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El perfeccionismo de las madres

Se nos ha enseñado desde pequeños que los errores y los desafíos son malos: esto no es cierto pero es una fuente constante de sufrimiento en la maternidad atípica. Muchas de nosotras hemos caído en la mayor trampa mental: la de creernos que para ser valiosas tenemos que ser perfectas. Y nuestros hijos son una extensión de esta creencia: si mi hijo o hija no es perfecto, si de alguna manera es menos por ser neurodivergente, entonces tengo que demostrar aún más que valgo. En este post te doy 5 claves anti-perfeccionismo basadas en el libro “Valiente, no perfecta” de Reshma Saujani.

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En este post te quiero dar algunas claves muy concretas y prácticas para empezar a desmontar este andamiaje que nos ponemos encima llamado perfeccionismo antes de que se nos caiga y nos aplaste. Cada día nos pesa mucho, demasiado, y al final acaban pagando un precio super alto no solo nosotras mismas, sino también la relación con nuestras parejas y con nuestros hijos. Irritabilidad, mal humor, insatisfacción y una aparente incapacidad para estar bien con nada y con nadie.

Con una perspectiva histórica, como individuos nunca hemos tenido más oportunidades, más opciones y más libertad que ahora. En particular, las mujeres del mundo desarrollado tenemos un libre albedrío como nunca antes a todos los niveles: sexual, reproductivo, profesional, social, etc. Desde luego que tenemos un largo camino por recorrer, sobre todo a nivel de paridad y equidad en el hogar y en el trabajo, pero en comparación con cualquier otro momento de la historia, tenemos las mejores opciones y elecciones para forjar nuestro propio camino y determinar nuestros propios destino.

Al mismo tiempo, con estas nuevas oportunidades vienen nuevos desafíos. Las exigencias de la vida han creado niveles sin precedentes de desconexión, estrés y enfermedad en todos, y esto se ve particularmente en las mujeres que somos madres.

Nos dijeron que podíamos tenerlo todo y que debíamos ir a por todo (estudios, familia, carrera profesional, y una vida social y familiar lustrosa) y, además, mantenernos jóvenes y radiantes. Aunque tenemos opciones, también existen presiones sutiles y no tan sutiles de la sociedad, del entorno familiar y social, de nuestro propio sistema de creencias y de los patrones de hábitos que nos dicen que tenemos que ser supermujeres para ser amadas. 

Muchas de nosotras hemos caído en la mayor trampa mental: la de creernos que para ser valiosas tenemos que ser perfectas. Y nuestros hijos son una extensión de esta creencia: si mi hijo o hija no es perfecto, si de alguna manera es menos por ser diferente, entonces tengo que demostrar aún más que valgo.

Pasamos a internalizar un perfeccionismo prescrito socialmente lo que nos lleva a una exigencia de creación y, sobre todo, brutal aplicación propia. Hay una diferencia entre Socially prescribed perfectionism (miedo a fallar) vs. Self-Oriented perfectionism (miedo a no intentarlo).

En el libro “Valiente, no perfecta” de Reshma Saujani la autora nos explica que nuestro auto-concepto y nuestra autoestima depende de nosotros y no de nuestros resultados. Depende de hecho de nuestra capacidad de adaptación y de aprendizaje en lo que se considera un círculo virtuoso de adaptabilidad y de resiliencia. Desde esta perspectiva, todo es una oportunidad de aprendizaje y de crecimiento personal tanto para ti como madre, como para tu hijo.

La dificultad es que se nos ha enseñado desde pequeños que los errores y los desafíos son malos y esto no es cierto. Además, a día de hoy, las redes sociales añaden una presión adicional, al estar constantemente expuestas a visiones supuestamente perfectas (y totalmente editadas y seleccionadas) de la vida y de la maternidad de otros. Caemos en una espiral sin fondo de comparación (de la que siempre salimos mal paradas), envidia (que no nos lleva de hecho a cambiar nada en nuestras vidas) y auto-crítica (que supone un auténtico desangramiento de energía, tiempo y salud mental)

Muchos de los mitos o creencias de lo que supone una buena madre incluyen: 

1) que si lo tenemos todo controlado o perfecto, la gente solo podrá pensar cosas buenas de nosotras (incluidos nuestros seres queridos, pareja y familia de origen)

2) que cuando todo sea perfecto (o mis hijos sean felices o hablen o lo que sea…), yo seré feliz

3) que dar equivale a recibir, es decir que por tan solo dar a los demás, se me dará felicidad 

4) que la diferencia de mi hijo o hija equivale a defectos personales suyos y míos

5) que para ser una buena madre hay que sacrificarse 

6) que o es todo no es nada, es decir que solo vale lo perfecto y no lo suficientemente bueno

7) no puedo fallar. ¿Qué significa fallar? Fallar es puntual y es parte de la experiencia humana. Acepta crítica constructiva y no te tomes las cosas de manera tan personal.

Ninguna de estas creencias son ciertas para nadie. Todas provienen de un modelo de control social hacia las mujeres (y las madres en este caso). Es la extensión natural y modernizada del patrón histórico de las  sociedades patriarcales en las que la división del trabajo estaba muy bien establecida y a las mujeres les tocaba de lleno el tema casa e hijos.

Aunque trabajasen fuera de casa (como lo hicieron tanto mi madre como mi abuela materna, por ejemplo), les tocaba absolutamente todo lo de dentro de casa también. Y eso había que hacerlo cumplir… ¿cómo? Con este discurso de que las buenas madres son madres entregadas al 100% (incluso más allá de lo posible y saludable) y las malas madres son aquellas mujeres que se ven como algo más que madres y que son tachadas de “egoístas” por querer velar también por su salud y su realización personal.

Cómo ser valiente y no perfecta:

1. Construye una mentalidad de valentia, amor propio:

Cuídate

Aprende a decir “aún no” (en vez de pensar, “no tengo ni idea!”)

Es drama o es sabiduría (cuando dejas de hacer cosas, siente si viene de tu intuición que te dice que por ahí no, o si viene de que tienes miedo de salir de tu zona de confort)

Busca una zona de límite y poco a poco avanza hacia allí, pueden ser cosas pequeñas por hacer a diario. O tal vez una vez a la semana.

¿Qué te da más miedo? Piensa en el precio de no tener valentía, para ti y para los tuyos.

¿Qué consejo le darías a una amiga? A menudo somos mas objetivos y honestos cuando se trata de otra persona a la que amamos. 

2. Date permiso para intentarlo

Pide feedback (y piérdele el miedo a la crítica constructiva)

Entiende las señales de peligro de tu cuerpo-mente (el 99% son falsas alarmas)

Empieza antes de estar lista

Acepta que vas a fallar

Intenta algo que no se te da bien, incluido algún desafío físico.

Separa tus pensamientos de tu identidad

3. Corta de raíz la necesidad de agradar a los demás

Confia en ti

Es un hábito, encuentra ejemplos donde no has agradado y aún así te ha ido mejor

Pregúntate: “vale, y luego que va a pasar?” (Plantate de cara ante las peores situaciones que se invente tu mente, te darás cuenta de que son películas de terror). “Que pasara si esta persona piensa mal de mi?”

Practica decir que no

Practica pedir cosas a otros (usa técnica de comunicación no violenta)

Suelta lo que no es tuyo

No aceptes situaciones que te molestan

4. NO exijas perfección de los demás.

Muéstrate vulnerable o hecha un desastre ante otras personas

Apoya a otras madres y mujeres lidiando con lo mismo

5. Cuando las cosas van mal

Aprende de los errores

Acepta que te duele y date compasión, no te metas prisa en querer levantarte como si ahí no hubiese pasado nada

Celebra tu cagada

Mueve tu cuerpo para soltar las emociones que se te han quedado atascadas (ejercicio físico, baile, etc.)

Revisa, revalora, reordena. Son ejercicios mentales útiles que aumentan la flexibilidad cognitiva que todos potencialmente tenemos independientemente de nuestra edad y experiencias. Cambia de perspectiva: que aprendiste, qué harías diferente, que necesitas cambiar desde ya, etc.

Vuelve a intentarlo, pero con todo lo que has aprendido.

Sé amable contigo misma, especialmente cuando te has equivocado o cuando te sientes mal por algún resultado que te deja triste o decepcionada. Recuerda que tú eres la única persona con la que vas a pasar todos y cada uno de los días de tu vida.

Para acabar, evita estos patrones o hábitos emocional muy poco saludables:

Las comparaciones

El cotilleo

Ofuscarse en cambiar lo que no depende de nosotras (o no exclusivamente como las diferencias de nuestros hijos)

Enfocarse SOLO en lo que fue mal (el sesgo negativo). Como ejercicio o contrapunto a lo que es una tendencia muy natural, te animo a que escribas lo que hiciste bien cada día (dar de comer a tu familia por ejemplo).

O a que compartas algo por lo que das las gracias a diario y que tenga algo que ver contigo (por ejemplo, pasear un rato al aire libre - estamos dando gracias por nuestra salud y el paseo y también por nuestra decisión de darnos ese tiempo).