Magüi Moreno | Maternidades Atípicas

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El conflicto con la pareja

No es difícil imaginarse el estrés, la ansiedad, la resistencia que nos puede llegar a causar el que nuestro hijo se desarrolle de manera atípica. Y esto pone mucha presión sobre la relación de pareja. En este post te aclaro por qué el conflicto no es malo en sí mismo y te doy 5 claves de supervivencia a nivel de pareja cuando tu hijo es atípico.

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Un tema espinoso y muy común para los padres de hijos con diferencias neurológicas o de desarrollo es cuando la relación con la pareja se resiente.

Esto nos pasa a todas las parejas con hijos, sobre todo en los primeros años de crianza. Un hijo cambia todo, así que no hay que sorprenderse de que también afecte a la unidad familiar y a la pareja. Esto es así para todos los padres, independientemente de si sus hijos se desarrollan típicamente o no. Noches de poco o mal sueño, ansiedad, dificultades prácticas de todo tipo, impacto sobre nuestros niveles de energía, concentración mental, incluso sobre nuestro bienestar físico. Tener hijos pasa factura a muchos niveles. Y el tema es que cada cual en la relación sentimental, lo afronta, lo asume y lo interioriza a su manera.

Cada uno de nosotros se está teniendo que descubrir como padre o madre, y re-descubrir al otro como compañero de paternidad o maternidad. Es un camino lleno de expectativas. No es una aventura en blanco, la maternidad y la paternidad.

Todos llegamos a ella con ciertas ideas y muchas creencias al respecto. Algunas son explícitas y muchas son implícitas o no somos del todo conscientes de ellas. Creencias culturales sobre lo que es una buena madre, un buen padre, lo que es un buen hijo o hija, como tiene que ser la relación entre ambos, lo que se “debería” hacer y no hacer. Creencias familiares, de nuestra propia familia de origen, sobre que emocione son aceptables y cuales no.
Valores y reglas familiares sobre como demostrar cariño, afecto, amor. Y por supuesto, también traemos a la mesa de la maternidad nuestras propias experiencias de ser niña o niño, lo que se nos rechazó, lo que se nos aceptó, lo que se nos potenció. Y aquí puede haber grandes diferencias entre tu propia experiencia y la de tu pareja. 

Pero la creencia base de todo esto, la que realmente nos afecta de manera insidiosa es la creencia de que nuestros hijos son una extensión de nosotros mismos. De que nuestros hijos reflejan nuestra propia valía.

Así que no es difícil imaginarse el estrés, la ansiedad, la resistencia que nos puede llegar a causar el que nuestro hijo se desarrolle de manera atípica, de que sea diferente de sus coetáneos (y de la hija de tu primo, y del sobrino de tu pareja). Cómo gestionamos el estrés ante las dificultades inherentes de ser padres, y las específicas de ser padres de hijos diferentes, sobre todo en los primeros años es la clave para entender donde estás tú, donde está tu pareja y donde, si cabe, está el conflicto, la diferencia o el “problema” en tu relación.

Antes de pasar a darte algunas claves específicas sobre cómo gestionar las dificultades a dos, te hago un par de aclaraciones:

1. El conflicto en pareja, sea por los hijos, por las finanzas, o por lo que sea, no es malo. Es de hecho, necesario, pues supone un reajuste de expectativas, un intercambio de opiniones, puntos de vista, un punto de encuentro aunque sea en el desencuentro. El conflicto es una parte normal de las relaciones humanas y no se debe evitar, pues es una oportunidad para comunicarnos y desde ahí buscar soluciones o negociar compromisos. Obviamente, cuando hablo de conflicto no incluyo el abuso (sea fisico, verbal o psicológico) ni la necesidad patológica de controlar o cambiar al otro.

2. El conflicto con la pareja es sano mientras se mantenga el compromiso por ambas partes con la relación en sí, con el amor y el respeto hacia la otra persona. Mira, en las relaciones de pareja siempre hay 3: tú, la otra persona, y la unidad que formáis. Piénsalo. Muchas veces con la maternidad y la paternidad, caemos en lo que llaman en inglés el co-parenting. Básicamente somos co-padres con el otro de nuestros hijos, y poco más. Compartimos techo y somos compañeros de casa. Tenemos cuentas comunes pero cada cual va un poco a lo suyo. Si no invertimos en la pareja como área común de los dos, lo normal es que se resienta. Esto requiere un compromiso más allá de las circunstancias, un compromiso que es incondicional desde el respeto hacia ti y hacia el otro. No para compensar ni hacerte sentir de alguna manera, sino para alimentar un proyecto juntos de comunicación, apoyo y confianza. 

3. Tu bienestar es tuyo de conseguir y de mantener. No es la obligación del otro. Tampoco se trata de sacrificarse por el otro, ni siquiera por nuestros hijos. Eso solo lleva al rencor, a la infelicidad, a la frustración y a culpar a los demás de nuestra propia experiencia interior.

4. El cambio es parte de la vida. A lo largo de una relación podemos tener épocas en las que nos sentimos más cercanos a nuestra pareja, y épocas en las que no. Puede haber cambios grandes en la relación, por ejemplo la llegada de un hijo, o puede haber cambios en uno, o en el otro. A veces los cambios nos llevan por senderos diferentes y la relación se acaba.

Pero esto no tiene por qué ser así. Somos nosotros, tanto uno, el otro, o en conjunto, los que decidimos si la relación se ha acabado. No dejemos que sean las dificultades, la falta de comunicación, el retirar el amor al otro sin ser conscientes de ellos los que nos lleven al camino de la ruptura. Recuerda que los cambios no tienen por qué ser sinónimo de separación. Aprende con tu pareja a surfear las olas del cambio en la vida, y no tenéis por que hundiros.


Bien, ahora sí te dejo con :

5 claves de supervivencia a nivel de pareja cuando tu hijo es atípico

 1. Entiende que cada uno lleva su ritmo

Si la imagen es de dos personas caminando por un mismo camino familiar, no te resultará difícil ver que tu puedes ir un poco más adelante o un poco mas atrás que tu compañero/a. Esto es normal en todos los ámbitos de la vida. Cuando surge un desafío como el diagnóstico (o incluso la sospecha) de autismo en uno de tus hijos, lo más común es que uno de los progenitores lo procese antes (a veces mucho antes) que el otro.

Cada cual tenemos nuestros mapas mentales, nuestro software, y aunque el autismo de tu hijo se manifieste ante ambos, cada uno lo va a interpretar de manera diferente. Porque a cada uno le va a resonar con sombras propias, historias propias, creencias y valores propios. Por mucho que vivamos juntos veremos la realidad de manera diferente. La mente es el filtro por el que pasa todo lo que nos ocurre, y tu filtro no es igual que el de tu pareja. 

Un tip práctico es que, cada vez que tengais un desacuerdo sobre algo que tenga que ver con tu hij@ diferente, reflexiones sobre en que punto estas tu y en que punto parece estar tu pareja. Si puedes comunicarlo, mejor. Pero si no, recuerda esta diferencia de ritmo y no te lo tomes de manera personal. Seguramente su diferencia de opinión o de perspectiva tiene que ver más con su proceso de aceptación del diagnostico de tu hij@ que con el asunto concreto en si.

2. Las recriminaciones no sirven al bienestar de la familia. 

Si a tu pareja le cuesta más aceptar el autismo de tu hijo, ¿crees que echándoselo en cara vas a conseguir algo mas que crear un mal ambiente? La crítica es una reacción normal ante un desafío - todos tendemos a echar balones fuera y a enfocarnos en como repartir responsabilidades en nuestro alrededor. Es totalmente normal. Cumple una función de defensa - en la mayoría de los casos inconsciente. Estamos proyectando nuestras frustraciones a la persona que más cerca tenemos - a la pareja.

Lo primero es darte cuenta de esto. La culpa y la rabia son las astillas que nutren el fuego de la recriminación. El autismo no tiene una causa conocida (de momento, aunque se habla de muchos factores) y por lo tanto buscar cabezas de turco o personas a las que echarle la culpa es no solo una perdida de energía sino que es ademas contraproducente. Date cuenta de qué necesidad emocional estas queriendo saciar con tu pareja y busca satisfacerla de otra manera.

¿Tienes una rabia que te desborda y no sabes como enfocarla? Busca ayuda profesional, practica el mindfulness a diario, escribe un diario sin auto-censura, apúntate a una clase de kick-boxing… Hay mil maneras de saciar esa pulsión a expresar nuestra rabia (que por cierto es totalmente normal y ha de ser descargada).

Dedicarte a criticar a tu compañer@ de camino, ya sea con broncas descomunales o con el jode-jode de las pequeñas recriminaciones constantes, ni te ayuda a ti, ni ayuda a tu pareja, ni ayuda a la unidad familiar. Finalmente, toma conciencia de si estás juntando frustraciones, quejas u otros temas bajo el paraguas del autismo de vuestro hijo para criticar a tu pareja.

El autismo no tiene la culpa de lo que pasa en tu relación. Este puede ser un buen momento para sanarla desde dentro, tomando conciencia de lo que tú mism@ aportas a tu relación.

3. Estamos todos en el mismo barco (y no tiene por qué hundirse). 

Invierte en el futuro de tu familia y de tu pareja. La familia, y la pareja, son un ecosistema. Lo que afecta a una parte, afecta al todo. No seas desleal (y ojo, por a veces lo somos sin darnos cuenta). Estás en el mismo equipo, no juegues a meter goles en portería propia. El conflicto es inevitable, pero sufrir por ello no.  Aunque no siempre estés de acuerdo con tu pareja, ¿puedes estar de acuerdo con el hecho de que él o ella tiene sus propias ideas y tiene derecho a expresarlas? Es decir, aunque no pienses como él o ella, ¿puedes respetar su punto de vista? La mayoría de nosotros diríamos que si, por supuesto, pero en la práctica no actuamos en consecuencia.

A menudo queremos “ganar” y quedar como el aceite, por encima del otro. O tenemos expectativas de que nuestra pareja tiene que hacer esto o lo otro. Las expectativas son pedruscos que nos ponemos en el camino y que solo sirven para tropezarnos.

Tu pareja es adulto y tú no puedes controlar su comportamiento ni su manera de ver el mundo o el autismo de tu hijo. Ya sea sobre temas del diagnóstico, de las terapias, de pedir apoyo adicional en el cole, de como financiar los costes adicionales, de si contarlo y a quien… potencialmente hay muchas decisiones en torno al autismo de vuestro hijo sobre las que no vais a estar de acuerdo. ¿La clave para avanzar? Empezar desde el respeto y la empatía (entendiendo de donde viene el otro y qué necesidades está intentando cumplir con su punto de vista). 

Y una sugerencia práctica: crear acuerdos explícitos de convivencia, reuniones semanales prácticas (para hablar del calendario de la semana, por ejemplo). Y lo siguiente es seguir con una buena comunicación. Todos. Los. Dias. ;-)

4. La comunicación es crucial. 

La comunicación asertiva y no agresiva es fundamental. Es como la piedra de toque del edificio entero. Sin comunicación abierta, sin vulnerabilidad, sin deseo de escuchar al otro de verdad, el edificio se tambalea y, mas tarde o mas temprano, se cae.

Todo comportamiento es comunicación… tanto el comportamiento de nuestros hijos como el de nuestras parejas. A menudo no decimos las cosas con palabras pero las decimos con acciones. Y ademas enseguida nos enfocamos en lo que esas palabras o esas acciones significan para nosotros (y por tanto nos metemos en nuestro propio laberinto mental), en vez de estar presente con lo que la otra persona nos está comunicando de SUS propias necesidades o inquietudes. Con tal solo aceptar que todo comportamiento es comunicación, podemos re-enfocarnos del qué al por qué. Intentar lanzar un puente hacia la otra persona para darles y darnos la oportunidad de encontrarnos a medio camino.

Recuerda que el objetivo de la comunicación consciente no es modificar el comportamiento de la otra persona, sino comunicarnos de corazón a corazón a través de la aceptación y la expresión objetiva de necesidades con honestidad y vulnerabilidad. La intención es buscar maneras cooperativas para maximizar la satisfacción de las necesidades de nuestra pareja y las nuestras propias (aunque no sea del todo - aquí entra el compromiso). 

Este es un tema muy amplio pero mi recomendación práctica es que: expreses cómo te sientes de manera objetiva sin culpar ni recriminar al otro, incluso cuando sea consecuencia de sus acciones. El esquema es: has hecho o dicho x y yo en este momento me siento así.

5.  Redescubre y disfruta de tu pareja. 

Aunque esto pueda sonar a un lujo que no nos podemos permitir… la salud de tu relación amorosa e íntima depende de que le dediques tiempo y energía. No hay atajos.

Si desatiendes el jardín, se llenará de malas hierbas, se secará, y no querrás pasar tiempo allí. Claro, pero con todo lo que tenemos encima, ¿cómo encontramos tiempo y ganas de estar en pareja? Lo primero, comunícalo a tu pareja, entabla una conversación sobre lo que os gustaría hacer juntos. Si el o ella necesitan tiempo de distracción, de desconexión de su día a día, de la problemática del autismo, entiende que puede asociarte a ti a esa problemática y por ello necesitar una cierta distancia de ti.

Como comentaba en el punto 1, no siempre vamos al mismo ritmo. Cuando ambos estéis en el mismo punto de querer invertir de nuevo en vosotros, buscad ayuda y sobre todo oportunidad para realizarlo. Tal vez tengáis familia con la que poder dejar a los hijos y salir un par de días fuera. Tal vez tenga que ser por la noche, cuando se acuestan los peques. No digo que sea fácil ni siempre posible, pero desde luego que si ni siquiera está sobre la mesa, no ocurrirá. El autismo no tiene por que  secuestrar a tu relación de pareja ni más ni menos que el hecho de ser padre o madre tiene por qué limitar la conexión con el padre o la madre de nuestros hijos.

Una recomendación practica es agenda citas de pareja regularmente (aunque sea una vez cada mes o cada dos meses). Si os es difícil salir, no hace falta, pero la invitación es que no hables de cosas de la casa ni de los hijos. Son momentos para reconectar el uno con el otro, para redescrubriros.

¿Cual de estas 5 claves te ha resonado más? ¿Por qué? ¿Echas de menos algo que te parece importante? Tu aportación es valiosa y le puede servir a otras personas como yo y como tú, en una situación similar.