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Mindfulness de rescate

Aquí te doy 6 claves para practicar el mindfulness de rescate en momentos difíciles, que son muchos cuando tu hij@ tiene desafíos adicionales por sus diferencias neurológicas. Todos son sencillos, prácticos y de aplicación inmediata.

El mindfulness está muy de moda. El mindfulness vende. Pero yo no estoy aquí para empaquetarte una moda e intentar vendértela. Habrá gente que diga “esto del mindfulness en realidad es sentido común”. En parte es cierto. Pero una de las razones por las que el mindfulness está tan moda hoy en día, es que cada vez vivimos más victimizados por nuestra mente y nuestros propios pensamientos. Nuestras sociedades están cada vez más dominadas por todo aquello que tiene que ver con la mente - la ansiedad, el estrés, la tecnología, las distracciones continuas, el trabajo por encima de todo, el miedo a no ser/tener/hacer lo suficiente… 

 

Te cuento todo esto para que tomes conciencia de la importancia de comprender de donde viene nuestra infelicidad y nuestro estrés. No es lo que nos pasa, es lo que hacemos con lo que nos pasa.

 

Tu problema no es la diferencia de tu hijo o hija,  tu problema puede ser como lo vives TÚ.

 

Ante todo, ten compasión de ti mismo - cuídate y háblate bien porque la manera de pensar, de sentir y de estar en el mundo suele estar programada desde hace muchos años y a la mayoría nos cuesta tiempo y energía transformar nuestro paisaje interior para poder disfrutar mejor del exterior. O sea, ten paciencia. No decaigas. Empieza…. Y sigue…

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Pero ¿qué quiero decir exactamente con esto del mindfulness o atención plena?

 

El mindfulness es prestar atención al aquí y ahora de manera intencionada y sin emitir juicios.

 

Parece fácil, ¿verdad? La realidad es que A TODOS nos resulta extremadamente difícil mantenerlo durante más de unos pocos segundos. ¿Por qué? Porque operamos principalmente desde la mente, que siempre está mirando hacia el futuro o recordando algo del pasado. Los pensamientos son productos mentales automáticos: vienen a tu conciencia los quieras o no. Pero el proceso de pensar es opcional. Pensar equivale a seguir a esos pensamientos que nos surgen, y a menudo, perderse en ellos con consecuencias no siempre saludables para nuestro estado emocional. 

 

Aquí te doy 6 claves para practicar el mindfulness de rescate en momentos difíciles:

 

1. Respira

Respira con conciencia. La respiración es la única función automática que podemos controlar y que tiene efectos fisiológicos inmediatos. ¿Estás estresado? ¿Saturada? Respira. Hay mil técnicas diferentes, pero al final todas coinciden en lo mismo - usa la respiración como anclaje. Cuando te des cuenta de que estás pensando, vuelve a enfocarte en tu respiración. Y así, una y cien veces, a lo largo de cuantos minutos puedas dedicarle. 

 

Consejos prácticos: 

  • Si te ayuda, puedes contar un número predeterminado de exhalaciones - un mínimo de 20 por ejemplo te llevará 1 o 2 minutos.

  • Intenta respirar profundamente, es decir, que tu tripa se infle (ayuda poner las manos levemente sobre la misma).

  • No tienes que estar a solas ni en un lugar silencioso. Todos respiramos todos los minutos de nuestra vida, al final se trata solo de prestarle atención durante unos instantes.

  • Si quieres saber mas sobre técnicas de respiración consciente, mira aquí

 

 

2. Acepta lo que sientes y conecta con tu cuerpo

Cuando tus emociones te “desborden”, quédate con ellas en tu cuerpo. Siéntelas, no te resistas. Sobre todo, “no las subas a la cabeza” - date cuenta de cuando te estas contando una historia sobre lo que estas sintiendo, cuando estás racionalizando, cuando estás justificando, etc. Vuelve al cuerpo: qué sientes, dónde lo sientes, quédate ahi. Tus emociones necesitan “circular” por tu cuerpo. Son como subidones de energía que han de manifestarse y ser absorbidos en tu cuerpo.

 

Consejos prácticos:

  • Si la situación en la que estás no te permite sentir la emoción en su plenitud (no es apropiado por las razones que sean), por lo menos reconócela (“estoy enfadada”) e intenta no perderte con justificaciones ni historias mentales. Enfócate en tu respiración hasta que la intensidad baje.

  • Si estas sol@ y puedes darle rienda suelta, no tengas miedo de la intensidad de esas emociones. Nadie se ha muerto nunca de vergüenza y ademas la vergüenza es solo tu mente machacándote con historias de lo que esta bien (hacer como si nada, controlarse) y lo que esta mal (gritar, chillar, perder el control).

  • Si sientes que has de expresar fisicamente con intensidad una emoción (la de la ira sobre todo), sé compasivo contigo mism@. La ira no es negativa, pero lo que hacemos con ella si puede serlo (no hieras a nadie, ni destruyas algo que aprecies, ni hagas/digas algo de lo que luego te vas a arrepentir).

 

 

3. Enfócate en una cosa a la vez. 

Quien dijo que el llamado “multi-tasking” era la bomba, se equivocó. Bueno, ¡es una bomba de estrés en tu cabeza! Los humanos solo podemos estar a varias cosas cuando son tareas de tipo rutinario/automático (por ejemplo conducir, ir en bici, o cepillarse los dientes). Y aun así, nos perdemos mucho cuando andamos enfrascados en más de una actividad. Tenemos que realizar una autentica revolución “monotasking” - hacer una sola cosa en cada momento. Hoy en día esto es uno de los mayores desafíos de nuestro estilo de vida: estamos hablando con alguien mientras hacemos la cena, miramos nuestro móvil y le gritamos a nuestros hijos. La locura. Ni estás conectando con nadie, ni estás disfrutado de las sensaciones y los olores de la comida, ni estás prestando atención a nada. Como dijo Simone Weil:

 

Prestar atención es la forma más pura de ser generoso.

 

Presta atención a una tarea en cada momento. Lo harás mejor. Lo disfrutarás más. Serás más eficaz.

 

Consejos prácticos:

  • Bájate todo eso que te llena la cabeza. Escribe listas. Textos. Grábate. Suelta la cacofonía mental plasmando lo que te ronda por la cabeza en un papel.

  • Date cuenta de cuando la mente te interrumpe para que atiendas a otra cosa. Decide si procede o no.

  • Usa tu cuerpo, y no solo tu mente, cuando estés realizando una actividad. El cuerpo añade todo un nivel de sensaciones a lo que hacemos. No las ignores.

 

 

4. Vive en el aquí y ahora. 

El único momento que existe es ahora. Nunca es ayer, nunca es mañana. Solo es ahora. Vive tu momento presente con aceptación, porque solo desde la aceptación puedes responder con presencia y tal vez crear algo nuevo (una solución, una respuesta, una conexión, un dejar ir…. lo que te surja en ese momento). Claro, que bonito y que místico, pero ¿esto cómo se lleva a la práctica? ¿Qué pasa con la planificación, tomar decisiones, encajar compromisos varios? A pesar de que nuestras mentes crean historias después sobre lo que sucedió o se pierden pensando en el futuro, todo lo que hacemos sucede en el ahora y muchas veces sin pensarlo tanto. ¿El secreto para eliminar el estrés al planificar y decidir? Enfócate en una sola decisión y ACTÚA. A menudo nos preocupamos por eventos, dificultades o situaciones que son meros pensamientos en nuestra cabeza. El futuro no existe. Es solo un pensamiento en tu mente, que proyecta algún evento pasado o emoción no resuelta en un futuro paisaje imaginario. 

 

 

Consejos prácticos:

  • Haz un experimento muy sencillo: durante una hora intenta darte cuenta de qué tipos de pensamientos tienes ¿Son sobre el pasado? (Algo que te ha sucedido) ... o por el contrario ¿piensas siempre en el futuro? (Lo que tienes que hacer..). Esto te dará muchas pistas sobre tus tendencias mentales.

  • Pregúntate: ¿realmente necesito o es realista pensar que tengo que saber cómo va a ser mi vida en 1 año, en 1 mes, en 1 día?

  • Pregúntate: ¿es cierto que sé lo que me va a pasar tan sólo por recordar experiencias pasadas? La vida parece que se repite porque nos enfocamos en lo que creemos que se repite. Recuerda que estás creando tu vida desde tu interpretación de la realidad.

  • ¿En este instante mismo… qué problema tienes? En este instante mismo.. ¿lo puedes cambiar? Entonces, actúa. ¿No lo puedes cambiar? Acepta y ábrete a la posibilidad de que haya otra solución.

 

 

5. Disfruta de no hacer nada. 

¿Sientes que no puedes parar? Esa es tu mente llevándote como jockey sobre un caballo galopando. Todos tenemos ese miedo primordial a no ser suficiente… a no hacer suficiente, a no tener suficiente. Pero ese “suficiente” es un pozo sin fondo. Incluso las personas que consiguen todo lo que se proponen pueden ser de las más infelices, porque han equiparado la paz y el bienestar con el conseguir, pero finalmente el conseguir no les ha traído lo que buscaban. Libérate de ese jockey - tu cuerpo, tu cerebro, todo tu ser necesita periodos de inactividad al igual que periodos de actividad.

 

Tu valía no depende de tus resultados. Tus resultados no siempre dependen de ti.

 

Consejos prácticos:

  • Asocia la inactividad a algo positivo: auto-cuidado, regeneración, “recargue de pilas”. No puedes dar de donde no tienes.

  • Regálate momentos libres de tecnología a diario.

  • Regálate momentos de silencio a diario (aunque sean unos minutos).

 

 

6. Da gracias. 

Esto te permite: a) enfocarte en lo bueno (¡verlo!), y b) cambiar tu mentalidad hacia lo que ya tienes en tu vida (y no lo que te falta). Porque es importante entender que la mente está diseñada para la supervivencia, es decir, para identificar lo que no va bien, lo que nos falta - es el llamado "sesgo negativo". Ademas varios estudios aseguran que el agradecimiento es un hábito muy sencillo con grandes beneficios: incremento de la felicidad, aumento de los niveles de energía,  sentirte mejor en tu cuerpo, tener más resiliencia (o aguante), mejoras en las relaciones con tus seres queridos, etc..

 

Consejos prácticos:

  • Empieza por ti mism@: Sé amable contigo mism@ (háblate y trátate bien). Da gracias por tu vida. Todos tenemos momentos difíciles, pero también momentos de gran felicidad. No puedes tener lo uno sin lo otro. Agradece todo en su justa medida.

  • Crea un ritual de dar gracias. Puede ser a diario, o semanal. Puede ser por escrito (el llamado “diario de gratitud”) o puede ser oral. Hay mil maneras de hacerlo y encontrarás mucha info online.

  • Crea un ritual de dar gracias y de conectar - o sea agradece en compañía. Por ejemplo, en mi casa, damos las gracias por 2 cosas a diario cuando estamos cenando. Así nos lo contamos y podemos conectar entre todos. Además es una excelente rutina para los hijos con diferencias neurológicas, para que vean el poder de la introspección, para sentirse vistos y oídos, y para que sus experiencias sean "validadas" tanto internamente como externamente.

 

 

No te satures. Escoge lo que más te haya resonado de esta lista y ¡adelante! Te sugiero que empieces siempre por la respiración… lo demás puedes ir probándolo en diferentes situaciones y viendo que resultados te trae.

 


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¿Cómo ayudo a mi hij@ con autismo o cualquier otra diferencia?

Aquí te planteo las claves que te puede servir a TI, como padre, madre o cuidador de una persona con diferencias de desarrollo: 1) Conoce a tu hij@, 2) Prioriza la búsqueda de info, 3) Ponte en marcha, 4) Busca una comunidad de apoyo, y 5) Confía en tu instinto.

¿Qué hago para ayudar a mi hijo diferente? Este es otro tema que da para una serie entera…. Aquí te dejo los apuntes principales y los más generales. Porque cuando conoces a una persona con autismo o cualquier otra diferencia neurológica…. ¡conoces a una persona con autismo o cualquier otra diferencia neurológica! Como imagino sabes, muchos de estos trastornos o condiciones se manifiestan de manera individualizada en cada persona y, aunque haya unas características comunes, realmente varía muchísimo de caso en caso. 

 

Aquí te planteo las claves que te puede servir a TI, como padre, madre o cuidador de una persona diferente. Mayoritariamente me refiero a hijos menores de edad y que están bajo tu tutela, aunque estas claves son genéricas para cualquier persona que tenga que tomar decisiones sobre el bienestar de alguien con diferencias neurológicas.

 

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1. Observa, pasa tiempo, invierte energía en conocer la individualidad de tu hijo.

 

Ya lo sé, que suena a perogrullo (como lo de conocerse bien a si mismo) pero… ¿cuántos de nosotros realmente invertimos tiempo en conocer a la persona que ES nuestro hijo, a fondo, con todos aquellos comportamientos que nos molestan o nos irritan o nos ponen incomodos o sencillamente no entendemos? ¿Cuántos intentamos descifrar lo que esos comportamientos significan mas allá del engorro de “lidiar” con ellos, teniendo en cuenta que todo comportamiento es comunicación? Te hago estas preguntas no para echarte nada en cara ni hacerte sentir mal, todos pasamos por épocas en las que tenemos menos energía y menos ganas (yo la primera). Te hago estas preguntas para que tomes conciencia de que no puedes luchar por lo que realmente necesita tu hijo si no entiendes primero lo que realmente necesita tu hijo (en base a su comportamiento y a lo que te puedan aportar profesionales del tema, no en base a lo que te gustaría a ti). 

 

Es importante comprender que gran parte de las dificultades del autismo o cualquier otra diferencia neurológica (para nosotros, que no lo tenemos) se derivan de que nuestros hijos aprenden de manera diferente. A menudo les intentamos enseñar a hacer o a decir algo de la manera en la que nosotros aprendimos…. Y a ellos puede que no les funcione. Esto pasa en todos los ámbitos, tanto familiares, sociales como escolares.

 

Por ello es crucial aceptar y entender que tu hijo no sólo es diferente en ciertas cosas, sino que también aprende de manera diferente.

 

Esto exige por lo tanto que tú cambies tu “chip” - requiere más trabajo y energía por tu parte (y idealmente por parte de sus educadores). Ayúdale entendiéndole.

 

Sugerencias prácticas:


  1. Crea un perfil individualizado. Es muy fácil aunque desafortunadamente la mayoría de los recursos online al respecto están en inglés. Aquí puedes acceder a dos modelos que he utilizado con mi hijo y que he traducido al español para ti.

  2. Escribe una corta historia sobre tu hijo y, si es posible, haz que el/ella contribuya.

  3. Realiza tests, pruebas, o evaluaciones dentro de tus posibles (económicos y de acceso a servicios) a nivel educativo, psicológico y/o neurológico (algunos son de acceso online y gratuito).

  4. Dos advertencias en base a mi propia experiencia personal: a) no te vuelvas loc@ coleccionando evaluaciones y pruebas (ni es bueno para tu salud mental, ni para la salud de tu bolsillo) - sé selectivo, b) evalúa la utilidad de las evaluaciones - no descartes tu propia intuición como padre o madre, pero ten en cuenta aspectos que tal vez desconoces o que te pueden servir de cara a ayudar a tu hijo.

 

 

2. Prioriza la búsqueda de información. 

 

¿Qué necesita tu hijo ahora, en este momento? ¿Ayuda para comunicarse, ayuda con independencia e higiene personal, ayuda educativa, etc? A menudo queremos que nuestros hijos se comuniquen, hablen (o hablen mejor) y - eso es fundamental, a la larga - pero podemos pasar por alto otras necesidades aún más acuciantes como por ejemplo, la independencia a la hora de ir al baño, o la falta de seguridad personal y vial, etc. Obviamente todos estos temas dependen de la edad y del perfil de tu hijo.

 

Hay muchas terapias, mucha información, muchas opiniones sobre el autismo o cualquier otra diferencia neurológica y como mejor tratarlo (¡o incluso si hay que tratarlo o si se puede curar!). Es realmente cacofónico y puede resultar muy agobiante, sobre todo porque hoy en día cualquiera puede escribir al respecto en internet. Y esto es una navaja de doble filo - es una herramienta fundamental para acceder a mucha información de manera gratuita e instantánea, pero no siempre es información relevante, contrastada o aplicable a tu situación. A menudo nos llena de angustia y de estrés - por no saber lo suficiente, por no hacer lo suficiente, por no tener lo suficiente.

Tu conoces a tu hijo mejor que la mayoría de personas a tu alrededor, seguramente mejor que nadie.

 

En estos momento en los que estas intentando aprovechar tu tiempo para ayudar a tu hijo, recuerda: prioriza, mantén el foco en sus necesidades, y hazte estas preguntas:

Lo que estoy leyendo en este momento, ¿es relevante para mi hijo? ¿Es información nueva? ¿Es útil? ¿Cómo me sien to al leer esta información?

 

(Esto es como un barómetro interior sobre si lo que estás leyendo te nutre, te anima, te motiva, te hacer sentir empoderad@ o al contrario te hunde, te entristece, te desmotiva, o te distrae - ¡ojo! A veces nos sentimos mal primero, nos hundimos un poco, para luego pasar a la acción. La clave está en que la información te dé al menos un resquicio de esperanza o energía).

 

Recuerda que a veces internet sera de una gran ayuda. Y otras veces, es mejor para ti y para tu hijo que uses ese tiempo para conectar o cuidar de ti mism@.

 

Sugerencias prácticas:

  1. Prioriza 1 o 2 areas de apoyo para tu hijo y centra tu búsqueda de info al respecto (siempre puedes cambiarlas o ampliarlas según evolucione o cambie tu hijo).

  2. Organiza la info - te aconsejo que tengas algo físico (una carpeta, un archivador, un cuaderno, etc.) o un sistema virtual (carpeta de favoritos en tu buscador de internet, Evernote, Trello, aplicaciones de notas de tu móvil, etc.) para mantener la info accesible y fácil de encontrar.

  3. Reserva un tiempo limitado a la semana para buscar info, o leer info que previamente has encontrado - puede ser 1 hora, puede ser menos, puede ser mucho más. Eso lo marcas tú. Mi sugerencia es que lo delimites en el tiempo (pongas una alarma en tu móvil) porque si no, te puedes “perder”. Si es el mismo día a la semana, mejor, porque se convertirá en un hábito mas rápidamente.

  4. Si quieres puedes tener un diario o un cuadernillo mas personal donde apuntas tus propias preguntas o señalas asuntos importantes a investigar.

 

 

3. Ponte en marcha.

 

Sobre esto, la comunidad científica y los servicios educativos están totalmente de acuerdo: cuanto antes ayudemos a las personas con autismo o cualquier otra diferencia neurológica con cualquiera de sus desafíos, mejores resultados para ellos veremos. Sobre todo porque el cerebro tiene neuroplasticidad - es decir, tiene la capacidad de crear nuevos circuitos neuronales (de pensar de otras maneras) cuanto más joven es. Aunque nunca perdemos nuestra neuroplasticidad, cuesta más cambiar nuestra programación mental, nuestro software conforme avanzan los años y nuestros circuitos están más establecidos.

 

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Afortunadamente, cada vez se oye más el debate sobre si hemos de cambiar / modificar a las personas con diferencias neurológicas o simplemente aceptarlas tal y como son y apoyarlas. Sobre si esta diferencia neurológica es o no es una discapacidad, o simplemente una diferencia. Se habla cada vez más de neuro-diversidad [si te interesa saber mas del tema escucha esta conferencia TED Talk - aunque está en inglés le puedes poner subtítulos en español]. Aquí tan solo te quiero decir algo muy sencillo:

 

Si tu hijo diferente tiene algún desafío en algún ámbito de su vida, entonces ponte en marcha para ayudarle desde la aceptación, el respecto y el amor más incondicional.

 

No sientas que has de cambiarle a él o ella (porque a parte de imposible - no podemos cambiar a nadie - en el fondo es un rechazo a su ser). Enfócate en ayudarle a encontrar las herramientas que le permitan superar o gestionar mejor esos desafíos. A mi re-enfocarme de esta manera me ha ayudado muchísimo.

 

A menudo recabar apoyos específicos, sean cuales sean, para nuestros hijos nos hacen sentir mejor. Nos hacen sentir que estamos “haciendo algo”. Además si sabes que durante una hora a la semana (o el tiempo que sea) tu hijo está aprendiendo “a aprender” o recibiendo ayuda específica, te puedes enfocar en planificar, en educarte sobre la condición de tu hij@, o en recabar mas info, o por supuesto en cuidar de ti mism@. 

 

Sugerencias prácticas:

  1. Prioriza, prioriza, prioriza… No lo puedo repetir demasiadas veces. :-) No te lances a todo. Empieza por lo más urgente e importante para tu hij@.

  2. Piensa cómo te puedes organizar mejor… Yo soy una freaky de la organización y me encanta tener agendas, cuadernos y libretas de direcciones clasificadas, etc. Cada cual opera como quiere y puede. Date unos minutos para reflexionar cómo te quieres organizar y qué sistemas/hábitos has de poner en marcha para ayudarte.

  3. ¡Simplifica! No sirve de nada tener una agenda aparte para los temas de tu hij@ si luego no la miras. Pregúntate “¿Como me lo puedo poner fácil en este momento?”

  4. Date permiso para hacer lo que te funciona a TI. Si los papeles te agobian, mantén solo lo estrictamente necesario y pásate a lo digital. Si te encantan los papeles, ¡adelante!

 

 

4. Busca una buena comunidad de apoyo.

 

Desafortunadamente los procesos administrativos para que tu hijo reciba apoyo personalizado (en educación, en salud, etc.) suelen ser complicados, largos, difíciles y a menudo sin la financiación adecuada. Las diferencias en los servicios de autismo o cualquier otra diferencia neurológica entre país y país, incluso dentro de un mismo país, pueden llegar a ser abismales. Aquí es donde una buena comunidad de otros padres y madres puede ser una auténtica salvación. Son personas que están en la misma situación, algunos de ellos con mucha más experiencia que tú, y te pueden dar información, consejo, apoyo emocional. Además te pueden ayudar a no sentirte tan solo y aislado.

 

Busca grupos de apoyo, ya sea online o presenciales (o ambos). Pide ayuda. Comparte. Conecta. De ellos sacarás tanto como tú mismo des. Si hasta ahora te ha dado vergüenza o reparo hablar del autismo o cualquier otra diferencia neurológica (o sencillamente no lo has querido publicitar entre tu entorno por la razón que sea), unirse a una comunidad de padres puede darte ese alivio de encontrar a personas con experiencias similares a las tuyas.

 

 

Al final todos estamos buscando lo mismo - comprensión, apoyo, bienestar. 

 

Sugerencias prácticas:

  1. Si lo haces online, limita el tiempo que pasas (o veras que es como un agujero negro que te chupa horas y energía).

  2. Dentro de lo posible, busca grupos donde te sientas a gusto. Esto a veces lleva tiempo (y a veces no tenemos muchas opciones) pero se trata de que te encuentres gusto y te sientas arropada.

  3. Ten muy presente que cada persona, y cada familia, lleva su propio camino y su propio ritmo. Sé muy consciente de no caer en las comparaciones, en las envidias, y en los malos rollos por diferencias que son inevitables.

  4. Pregúntate si realmente te merece la pena y te aporta. Tu situación puede que cambie. No dudes en soltar cualquier grupo de apoyo que ya no te sirva o te enriquezca, pero siempre desde el agradecimiento y el respeto.

 

 

5. Como padre o madre, confía siempre en tu instinto.

 

¿Qué significa esto? ¿Qué hago con mi instinto? ¿Cómo lo uso? Son preguntas que a menudo me he hecho yo misma. Lo del instinto maternal o paternal queda muy bien, pero no todos sabemos bien a qué se refiere. Estoy hablando de ese sistema alternativo para saber cosas que no pasa por la parte racional de nuestro cerebro sino que surge de manera espontánea y a menudo se expresa a través de nuestro cuerpo - esas mariposas en el estomago, esa sensación en el corazón, ese nudo en la garganta… Con los hijos sabemos que sabemos algo (a veces contradiciendo lo que nos dice la cabeza o los “especialistas”) pero no siempre lo podemos explicar. Escucha a tu instinto y tómalo en consideración siempre que puedas.

 

Y date permiso para cambiar de opinión. Recuerda que nuestros hijos no son estáticos, cambian continuamente (sobre todo si son pequeños). Mantente abierto a lo que en inglés llaman “breakthroughs” - grandes saltos o cambios que parecen surgir de la noche a la mañana en nuestros hijos. Camina a su lado, a su ritmo, acompáñales.

 

Sugerencias prácticas:

  1. Cuando tengas que tomar una decisión con respecto a tu hijo, escucha a tu cuerpo. ¿Cómo te sientes físicamente? ¿Nervioso pero el cuerpo te dice “si, adelante”? ¿O te sabe mal, te deja un sabor amargo? Esto te puede llevar algo de tiempo, es una práctica que muchas personas encontramos difícil, pero con la práctica, se va volviendo más fácil al ser capaz de notar los cambios más sutiles en nuestra fisiología.

  2. Si sientes resistencia a algo, pregúntate: “¿Qué miedo siento? ¿Qué pasa si lo intento? ¿Qué pasa si no lo intento?”

  3. Si tienes que soltar o dejar algo (actividad, persona, servicio) en relación a tu hijo, pregúntate: “Lo dejo por miedo (al fracaso, a cambiar, etc).? O lo dejo por amor (porque ya no aporta, porque tengo que priorizar, porque hay cambios)?”

 

 

Por supuesto te podría enumerar muchas cosas más, pero con estas 5 empezamos a re-enfocarnos y a darnos permiso para ayudar o buscar ayuda para nuestros hijos de manera centrada, presente y más empoderada. A menudo la primera búsqueda de apoyo después de un diagnostico es caótica, desesperada… Muchas veces nosotros mismos restamos importancia a nuestro rol como padres o madres, encomendándonos a profesionales (¡y menos profesionales!). Aunque la buena ayuda externa es crucial (y desafortunadamente escasa), no pases por alto que TU eres el mejor defensor y conocedor de las fortalezas y las dificultades de tu hij@.

 

Espero que esto te ayude y te inspire a pasar a la acción o a re-enfocar tu papel. Como siempre, si tienes cualquier duda o pregunta no dejes de hacérmela llegar por aquí o por email a maguimoreno@icloud.com.

 


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Si aún no recibes mis correos semanales, apúntate aquí. En ellos cuento cosas más personales sobre mi viaje como madre de un niño con autismo, además de darte recursos adicionales exclusivos y gratuitos (incluido mi Kit de Primera Ayuda para Padres de Hijos Diferentes).

 

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¿Lo cuento o no lo cuento?

En este post te doy varios apuntes para que reflexiones sobre tu situación, tus necesidades y las de tu familia para llegar a la mejor respuesta para ti en este momento. Esta es una decisión muy personal porque es contextual, dependerá de muchos factores que cambian de persona a persona.

La mayoría de nosotros nos hemos hecho esta pregunta por el camino de la diferencia neurológica de nuestro hij@.


En este post te doy varios apuntes para que reflexiones sobre tu situación, tus necesidades y las de tu familia para llegar a la mejor respuesta para ti en este momento. Esta es una decisión muy personal porque es contextual, dependerá de muchos factores que cambian de persona a persona. Aquí te dejo algunos apuntes muy generales que te pueden ayudar u orientar. Como siempre, te invito a que cojas lo que te sirve (o pueda servir) y dejes lo que no (o lo que no se aplique a tu situación actual). 

 

Lo primero es que es una decisión puntual que seguramente irá cambiando y evolucionando al igual que tus circunstancias personales y familiares. Al igual que nadie es estático, y que la vida constantemente cambia a nuestro alrededor (y qué decir de nuestros hijos que están cambiando mes a mes!), no te agobies si no lo tienes nada claro. Aunque parezca de perogrullo, es importante que te des permiso para ir cambiando de opinión al respecto (o no!).

Muchos de nosotros empezamos el viaje del autismo con altas dosis de vergüenza y decepción (incluso cuando lo negamos) y nos hace falta tiempo para aceptar nuestra situación o sentirnos cómodos hablando de ello.

 

Lo segundo es que entiendas tus necesidades, que también irán cambiando a lo largo del tiempo. Si al principio no lo cuentas, tal vez es porque necesitas, como he comentado antes, asumir la situación, gestionar tus propias emociones, vivir tu propio shock o tristeza antes de poder expresárselo a otras personas. No hay nada malo en ello, de hecho es crucial que entiendas lo que necesitas en cada momento para darte a ti mismo el apoyo que requieres antes de abrir la caja de Pandora que en muchos casos supone contárselo a los demás. Sin embargo para muchos de nosotros llega un punto en nuestro viaje que sentimos la necesidad de contárselo a alguien porque en ese momento nuestro deseo de compartir o de recibir apoyo de alguien es mas importante que otras consideraciones. Así que: entiende tus necesidades (las tuyas primero) y actúa en consecuencia.

 

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Siguiendo con este ultimo punto, es importantísimo que entiendas y no cargues con las necesidades de los demás. Aquí es donde muchos de nosotros nos equivocamos… Por ejemplo es común contar el diagnóstico de autismo o cualquier otra diferencia neurológica de nuestro hijo a personas muy cercanas (padres, hermanos, familia política) que no siempre son capaces de darnos: a) lo que nosotros buscamos (comprensión, amor incondicional, apoyo emocional, ánimos, etc) y que b) además nos cargan (a menudo de manera inconsciente) con sus propias necesidades emocionales. ¿Quien de nosotros no se lo ha contado a su madre o padre en busca de consuelo y hemos acabado teniendo que consolarles nosotros a ellos? Entiéndeme, no hay nada de malo en tener que consolar a nuestros progenitores por el shock que les puede suponer tener un nieto diferente (al final ellos son tan humanos como nosotros y tienen las mismas necesidades de apoyo y querencias de felicidad). Pero a menudo tú estás en una situación de crisis emocional y lo último que necesitas es cargar con la frustración, las críticas o la tristeza de otra persona, sobre todo alguien tan allegado y con el que, probablemente, vas a reaccionar en base a patrones inconscientes y muy bien establecidos.

 

Un tema relacionado es la crítica ajena donde esperábamos apoyo. A veces sucede que nos sentimos traicionados por personas de las que esperábamos un apoyo total. Comentarios mas o menos negativos, críticas más o menos abiertas, consejos condescendientes, información errónea o anticuada o sacada de contexto, agravios comparativos… Muchos de nosotros hemos recibido esto en vez de las palabras amables que buscábamos. Incluso comentarios aparentemente neutros nos pueden herir profundamente (el típico “¿ves? Ya te lo había dicho yo que a este niño le pasaba algo”). No ayudan y nos hacen sentir incómodos, con ese trasfondo de culpa que es tan común en nuestra situación. Aquí te sugiero que te hagas dos preguntas: 1) “Esta persona, ¿realmente me quiere hacer daño?” (verás que en la mayoría de los casos no), y 2) “Este comentario o crítica, ¿qué me dice de lo que está sintiendo esta persona?” Por ejemplo, si tu madre te hace ese típico comentario de “ya te lo había dicho yo”, en vez de tomártelo como una crítica personal, entiende que tal vez ella se siente impotente y necesita ventilar su frustración. El que lo haga contigo es bastante contraproducente, pero en definitiva es una manera de mostrar su preocupación por la situación y de querer “hacer algo” (aunque como digo no sea la mejor manera de demostrarlo).

A menudo la crítica de nuestros seres queridos esconde sentimientos de impotencia, de preocupación, de culpa incluso.

Es más fácil pasar estos comentarios por alto y apreciar los sentimientos que se escoden detrás cuando nos damos cuenta de esto.

 

Así y todo te diría que escojas muy bien el momento. Como dicen en inglés “timing is everything”, el momento adecuado es fundamental. Entiende tu estado emocional, entiende lo que buscas al contárselo a alguien más, y entiende las potenciales reacciones a la noticia por parte de esa persona. A veces pensamos que alguien va a ser nuestra roca, nuestro apoyo emocional principal y lo cierto es que se hunden ante tus propios ojos. No pasa nada mientras sientas que puedes ser honesto con ellos. Repito. Somos humanos, no somos máquinas. Desde la inteligencia emocional te sugiero que tengas tus propias defensas emocionales listas para no cargar con historias ajenas que ni son tuyas ni son de tu hijo… Con esto no me refiero a que “abandones” a tus seres queridos o que te retires de sus vidas. Sino que seas capaz de ver lo que no es tuyo y por tanto no cargues más aún tu sobrecargada maleta emocional.

 

Cuando tu pareja y tú no estáis de acuerdo al respecto, solo queda llegar a acuerdos de comunicación. Es probable que no estéis en el mismo punto de necesidades emocionales. Que por ejemplo, tú lo quieras contar y él o ella no, o al revés. Encontrar un compromiso no es fácil, pero es posible. Para ello hay que comunicar en la pareja las necesidades respectivas de cada uno - si tu lo quieres contar porque necesitas sentirte acompañada, ¿podrías limitar el número de personas a las que se lo cuentas hasta que tu pareja se sienta más cómodo hablando del tema? Y ¿asegurarte (y asegurarle a tu pareja) que esas personas son discretas y dignas de confianza? O por ejemplo, ¿pedirles a estos confidentes que no hablen del tema delante de tu pareja? Aunque al principio te parezca incomodo o complicado, te aseguro que con el paso del tiempo, las personas suelen ir cambiando/ampliando/aceptando la situación y por tanto, la comunicación en torno a ella.

 

Otro punto es que te des permiso para crear las reglas que te sirven a ti. ¿Quien ha dicho que se lo tengas que contar a todo el mundo porque se lo has contado a una o varias personas? ¿O que se lo tengas que contar a tu prima Pilar porque se lo has contado a tu otra prima Maribel? Es tu vida, son tus reglas. Tú sabrás por qué se los has contado a una y no a la otra (o por lo menos no hasta ahora). Y además tienes tus razones que te invito a que no justifiques. Tú sabes quién mejor satisface las necesidades que tienes en este momento, y no tienes por qué dar explicaciones a no ser que quieras. Eso si, asegúrate de que las personas en las que has confiado realmente se merecen esa confianza.

Explícales tus reglas y no entres a debates al respecto. Son tus experiencias y tienes todo el derecho a que respeten los parámetros que tú marcas. 

 

Hay un tema complicado y es el derecho a la privacidad y también al auto-conocimiento de tu propio hijo afectado por el autismo o cualquier otra diferencia neurológica. Este tema lo trataré más adelante, pero simplemente te sugiero que reflexiones en conciencia sobre cuánto y a quién cuentas aspectos de la diferencia de tu hijo y sobre todo, por qué. ¿Es para aliviarte a ti mismo? ¿Para conectar con otros en situaciones similares? ¿Para celebrar los logros de tu hijo?¿Para intercambiar información y potencialmente ayudar a otros en situaciones similares? Busca un equilibrio entre el por qué de contar y el derecho a la privacidad de tu hijo (sobre todo si es menor de edad). Y sobre la pregunta de si le hablo de autismo o no a mi hijo con autismo…. Te diría que todo lo que te he contado hasta ahora aquí se aplica por igual en ese caso. Entiende tus necesidades al respecto, la suyas, busca el mejor momento, espera si no crees que esté preparado…Pregúntate: “¿Le va a ayudar o no saberlo en este momento?” Recuerda que la información es poder, pero esto incluye pasar más allá de una mera etiqueta. Requiere enseñar a tu hijo a que se conozca, a que se entienda, a que se acepte tal y como es… Pero volveremos sobre este punto en otro momento.   

 

Finalmente, escúchate a ti mismo en profundidad. Mas allá de la cacofonía de la mente y de los “peros, y sies, y porques”… Como siempre digo, cambia la pregunta. En vez de “¿Lo cuento o no?” hazte una mejor pregunta. Las preguntas binarias (o si o no) no suelen ayudarnos, al contrario, nos encallan, nos bloquean, nos impiden avanzar de ninguna manera porque la mente se suele atascar buscando razones para el si y razones para el no. Una mejor pregunta seria: “¿A quien se lo quiero contar?” siendo las respuestas: a nadie, a fulanito, a todos, a unos cuantos. E incluso “de momento a nadie”, “por el momento tan solo a mi madre”, “ahora mismo a mi mejor amiga y a mi familia cercana”, etc.

 


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Emociones Magüi Moreno Emociones Magüi Moreno

Esto me desborda

¿Te sientes superado? ¿Agobiado? ¿Presa de la ansiedad ante el diagnostico de trastorno del desarrollo en tu hijo? En este artículo te doy 2 claves para superar los momentos de crisis emocional.

Es normal.

 

Muchos de nosotros queremos seguir como antes, como si no hubiera pasado nada. Pero tarde o temprano, verás que no puedes. Que tienes que enfocarte de otra manera.

 

Muchos autores filosóficos, espirituales y de psicología hablan de los obstáculos y las dificultades como el camino. Los desafíos a los que nos enfrentamos en la vida son necesarios para poder cambiar. Ya, pero ¿y si yo no quiero cambiar? Pues te diría que la vida es cambio. La vida es constante transformación. Mira, a nivel biológico, cambiamos de células cada 7 años. Literalmente no somos las mismas personas que hace 7 años. Cada instante de cada día nos transformamos a nivel molecular. Se transforman las personas al rededor nuestro, se transforman los seres vivos (los árboles, las plantas, nuestras mascotas…), incluso se transforman los seres inanimados (las rocas por la erosión, los mares por las mareas y la acción humana…). No hay nada ni nadie que sea estático.

 

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Lo que pasa es que la mente, el ego, cumple su función a la perfección: querer mantener la ilusión de la continuidad, de que todo tiene que seguir “bien”, de que las cosas las tenemos que tener bajo control. De que nos va la vida en ello. Pero esto es imposible y lo de que nos va la vida en ello es mentira, es una tendencia de una parte de la mente a pensar siempre en clave de supervivencia. Por eso estamos todos tan estresados, con o sin hijos, con o sin hijos con autismo o cualquier otra diferencia neurológica.

Todo lo vemos como un riesgo a nuestra supervivencia e integridad física, cuando en realidad no lo es.

 

Aquí hay dos temas que me gustaría explicarte: 1) cómo funciona nuestro cerebro reptiliano (la parte que se encarga de hacernos reaccionar para nuestra supervivencia), y 2) cómo las emociones muy intensas se quedan atascadas en nuestro cuerpo. Te prometo que seré breve.

 

Entender como funcionamos es fundamental porque muchos de estos procesos son inconscientes y automáticos, o sea no nos damos cuenta de ellos pero nos hacen sufrir.

 

1) El estrés. Tu cerebro es el órgano que dirige todo tu cuerpo. Eso lo sabemos todos. Pero de lo que mucha gente no se da cuenta es de que la relación cuerpo-cerebro es bidireccional - es decir que es de ida y vuelta. Ante una situación real de peligro, el cerebro dirige al cuerpo para reaccionar con rapidez: para huir o para luchar. Pero también si te imaginas una situación peligrosa (aunque no sea real), tu cerebro hará lo mismo: producir cambios físicos en el interior de tu cuerpo para responder de la misma manera - huir o para luchar. Hoy en día a menudo vivimos en continuo estrés porque nuestra mente identifica demasiadas circunstancias como un peligro para nuestra integridad física, aun cuando no lo son. Y además nos va costando cada vez más volver a un estado de paz y tranquilidad, a un estado neutro desde el que operar. Es como una goma que se ha dado demasiado de sí.

 

2) Las emociones no gestionadas. De manera muy sencilla, cuando nos pasan cosas que provocan fuertes emociones en nosotros, nuestro sistema está diseñado para que esas emociones se suelten en nuestro cuerpo y las expulsemos o transmutemos a través de acciones involuntarias como llorar, gritar, correr, sacudirnos o temblar. Cuando la mente nos impide realizar estas acciones que cumplen la función de soltar la rabia, el miedo, la tristeza… lo que sea, pues básicamente estamos “atrapando” estas emociones en nuestro cuerpo y nos pueden llegar a causar trastornos físicos y psicosomáticos a la larga. Estamos impidiendo que nuestro cuerpo utilice sus mecanismos para lidiar con estos desajustes emocionales (que además no podemos evitar).

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Muy bien. Super interesante, pero saber todo esto ¿para qué me sirve a mí en este momento? Pues para darte cuenta. Es decir para pasar de lo inconsciente a lo consciente. Esto te permite ELEGIR.

Elegir como te quieres sentir, elegir como quieres pensar y elegir como puedes por lo tanto actuar.

 

Te oigo decir: pero si yo no puedo elegir que sentimientos o pensamientos tengo. Muy bien. Vamos a especificar un poquito más aún: los sentimientos vienen y se van, los pensamientos vienen y se van. Lo que TÚ haces con ellos si que esta en tus manos. Porque puedes engancharte a ellos o puedes observarlos y dejarlos pasar. Engancharte a ellos o no está en tus manos. Por eso conocerte es fundamental. Por eso el mindfulness está tan de moda en la actualidad. Porque vivimos victimizados por nuestros propios pensamientos y emociones, porque nos somos capaces de des-identificarnos de ellos, de despegarnos de ellos.

 

Un par de apuntes finales sobre el desbordamiento emocional y mental:

 

Lo primero, date permiso para pasar por el duelo de lo que has perdido: unas expectativas que no se van a cumplir, o no como tu pensabas.

El hijo o hija que te imaginabas (todos los montamos unas películas muy bonitas en nuestras cabezas sobre como va a ser esa personita que llegará a nuestras vidas) no es el hijo o hija que tienes. Esto nos pasa a todos los padres, y es fuente de frustraciones, decepciones y sufrimiento. A los padres de hijos que son muy diferentes de lo que nos esperábamos (nadie se espera que nuestros hijos tengan “problemas”) este abismo entre lo que queríamos y lo que tenemos es a menudo insoportable. Es normal. Date tiempo y sobre todo date permiso para sentir lo que te surja (rabia, enfado, duelo, envidia, tristeza y todo lo demás). Si puedes, busca apoyo profesional. Muchas de las emociones fuertes y sombrías (a veces se dicen que son negativas, pero las emociones ni son positivas ni negativas) nos abren la caja de pandora de heridas internas propias no sanadas.

 

Lo segundo, por favor quiérete. Amate. Cuídate.

Suena cursi y suena vacío pero es fundamental. Para amarnos hay que aceptarnos y para aceptarnos hemos de tener compasión de nosotros mismos. Que la vida sea cambio, que las dificultades sean inevitables no quiere decir que no nos pasen factura. Somos humanos, no somos maquinas. Todos queremos ser felices y ser amados. Créeme, ambas cosas dependen de TI, no de tus circunstancias externas. La felicidad es vivir y apreciar que vivimos. El amor empieza por uno mismo. A menudo somos mas compasivos y empáticos con los demás que con nosotros mismos. Yo te pregunto Tu le hablarías a una buena amiga como te hablas a ti misma? ¿A que no? Date cuenta de tu dialogo interior hiper-crítico y cámbialo. 2 consejos prácticos super potentes que puedes usar en cualquier momento:

  • Utiliza el tacto, demuéstrate con gestos que te aprecias (mira este video en que demuestro la postura del "auto-abrazo" en el minuto 13:40)

  • Háblate bien. Presta atención a tu diálogo interno. Dite cosas como "no te preocupes", "lo haces lo mejor que puedes”, “ya está, ya está”, “no pasa nada” o “yo me quiero”, “yo me doy permiso para ser como soy” "me doy permiso para equivocarme" etc. Te las puedes decir en voz baja o en silencio. Pero dítelas con convicción.

 

Por mi parte nada mas. Espero que te haya servido y recuerda que estos cambios son sutiles pero muy potentes. Lleva tiempo cambiar la manera en la que nos hablamos, nos tratamos, nos relacionamos con nosotros mismos y con nuestra realidad. Pero definitivamente está en tus manos… yo diría que en tu corazón.

 

Desde mi corazón me despido deseándote mucha presencia contigo, con tu hijo y recordándote que una vida plena es tu derecho y tu futuro.

 


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Mentalidad Magüi Moreno Mentalidad Magüi Moreno

¿Por qué a mí?

Esto no es una pregunta. Es una trampa porque no tiene respuesta. En realidad el “por qué a mi” a menudo son otras preguntas (y las creencias que se esconden detrás). Además te sugiero cómo las puedes cambiar y liberarte de esta trampa mental que solo te hace sufrir...

Esto no es una pregunta. Es una trampa.

Te podrías pasar toda tu vida preguntándote ¿Por qué a mi? Para cada cosa que te pasa. Toda la vida. Y ¿sabes qué? Que no vivirías. 

Esto no es una pregunta porque no tiene respuesta. Nunca tiene repuesta. Todo lo que nos pasa es factible. Absolutamente posible. Incluso lo más increíble. Si nos pasa es porque nos puede pasar.

Además es una trampa porque la mente quiere saber algo que no se puede saber. ¿Por qué? Porque la mente quiere control. Así funciona la mente; la tuya, la mía, y la de todos. Cada uno de nosotros vivimos a diario bajo la ilusión de que tenemos control en nuestras vidas. Pero en realidad, en cualquier momento nos puede pasar algo que no nos esperábamos.

Con esto no te quiero criticar por plantearte esa pregunta. Es totalmente normal que surja en nuestra mente. Pero ahora sabes que es una trampa así que, cuando asomen sus orejas de lobo, simplemente obsérvala y déjala marchar sin que te enganche.

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Vamos a desgranar un poco más lo que se esconde detrás de esta pregunta. Porque en realidad el “por qué a mi” a menudo son otras preguntas (y las creencias que se esconden detrás):

 

1. ¿Qué he hecho yo mal?. La culpa. Uf! Es tan común. ¿Quién de nosotros no se ha preguntado si el autismo o la diferencia de nuestros hijos no se debe a que hemos hecho algo mal? ¿Tal vez no jugar lo suficiente con ellos? ¿O darles demasiados juguetes electrónicos? ¿O marcharnos de viaje unos días cuando eran pequeñitos? O cualquier otra cosa que se nos venga en mente y que nos haga sentir culpables. Tu mente racional ya lo sabe, pero te lo voy a repetir por si acaso: tu no has hecho nada mal. Eres un buen padre. Eres una buena madre. Lo que pasa es que la culpa es un sentimiento inevitable cuando nos sentimos responsables de otra persona. Aunque parezca increíble, preferimos echarnos la culpa a nosotros mismos (aún cuando sabemos que no es así) a no poder echársela a nadie, y mucho menos echársela a nuestro hijo diferente. Nos consuela de alguna manera, aunque nos hunda de otra. Nuestra mente prefiere creer que “sabe lo que ha pasado” a no tener ni pajolera idea del por qué. Pero, repito, no hay un por qué objetivo (por lo menos no hasta que se sepa más de los trastornos y las diferencias neurológicas y de sus causas).

Lo que podemos hacer es, desde nuestro centro interior más profundo, cambiar la pregunta “¿Qué he hecho yo mal?” por “¿Qué puedo hacer para ‘mejorar’ esta situación?” -eso si está en tus manos.

 

2. Otra pregunta muy similar es “¿que he hecho yo para merecer esto?” Pues nada, claro. La diferencia de tu hijo no tiene nada que ver con tu valía como persona ni como madre o padre. Aquí hay una creencia muy arraigada de que los hijos son extensiones nuestras, que de alguna manera lo que les pasa a nuestros hijos es un reflejo de lo que nosotros somos. Te invito a que examines esta creencia y decidas si te vale o no. Ten en cuenta que no puedes siempre controlar lo que te pasa a ti y mucho menos lo que le pasa a tu hijo, así que cuidado con vincular lo exterior al valor intrínseco que tu y tu hijo tenéis como seres humanos. ¿Realmente quieres vivir para demostrar? ¿A qué precio? 

 

3. A veces el “¿por qué a mí?” equivale a preguntar “¿por qué me toca esto tan difícil cuando yo lo que quería era una vida “normalita?” Aquí se esconde la otra creencia de que una buena vida es una vida fácil. Vale. Todos lo queremos fácil. Es que a una parte de nuestro cerebro lo único que le interesa es sobrevivir… esta parte ve cualquier desafío como una amenaza a nuestro bienestar y a nuestra integridad física. Queremos quedarnos en nuestra zona de confort. Pero, ¿qué pasaría si no saliéramos de nuestra zona de confort? Pues que la humanidad no hubiera avanzado nada desde las cavernas. Es parte de nuestra neurología (a nivel biológico) y de nuestra evolución (a nivel espiritual) afrontar desafíos y superar adversidades. A un nivel más personal, reflexiona: ¿cuántas cosas te hubieras perdido si no hubieses tenido problemas en tu vida? ¿si no hubieses tenido que salir de tu burbuja y explorar nuevos horizontes? Recuerda no es lo que nos pasa, es lo que hacemos con lo que nos pasa.

Te invito a que cambies esta pregunta por “¿qué aprendizajes u oportunidades me trae esta situación?

Aunque te cueste mucho pensar en positivo, recuerda que tú puedes cambiar tu enfoque mental. Aún en las situaciones más difíciles nos es posible ver lo positivo, o por lo menos aceptar que en todas las situaciones la felicidad está en nuestras manos (y sobre todo en nuestra “mirada”).

 

4. La cuarta pregunta que se esconde detrás del “por qué a mí?” es “¿Por qué no a la vecina?” ¡El insidioso agravio comparativo! Igual que no podemos contestar al ¿por qué a mí?, tampoco podemos contestar al ¿por qué no a esta otra persona? Perder tiempo y energía en compararnos con los demás es común, pero totalmente opcional. Es otra trampa de la mente para “lanzar balones fuera” y enfocarse en los demás en vez de en cambiar NUESTRO enfoque. ¿Por qué? Porque mientras estamos rumiando lo perfecta que es la vida familiar de nuestra prima, nos estamos ahorrando tener que hacer nada para cambiar la nuestra. Suena fuerte, pero es así. La comparación es una tendencia humana de la que nadie se salva, pero no nos lleva a ninguna parte - mas bien nos lleva a la amargura, a la victimización, y a la procrastinación. Si no te gusta tu vida, cámbiala. El poder de hacerlo es tuyo. Además no olvides que los demás, por muy espectacular que parezca su vida, también tienen dificultades y desafíos, aunque tú no los veas, o no los aprecies como tales. Las creencias inconscientes que se esconden detrás de la comparación son varias, desde la falta de merecimiento (los demás se merecen ser felices pero yo no), hasta la falta de suerte (a mi la vida no me va bien), o la victimización (a mi todo me va a costar mucho más que a los demás). Te invito a que examines qué creencias tienes con respecto a tu merecimiento y que consideres si te ayudan o no. Muchas de estas creencias ni siquiera son tuyas, las has heredado de tus propios padres o de tu entorno familiar.

Y te sugiero que, cada vez que te surja esta pregunta en tu mente, la cambies por “¿Por qué no a mí?”. ¡Pruébalo! 

 

Para terminar quiero dejarte aquí un pasaje del libro Souls (sólo disponible en inglés) de Sharon Rosenbloom y Thomas Balsamo. Es una colección fotográfica sobre niños con autismo con el precioso e inspirador texto de una madre. (La traducción es mía)

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Experimentar la vida al lado de aquellos que tienen autismo nos da una perspectiva diferente, nos brinda una nueva visión de todo lo que dimos por sentado al recorrer con prisa la senda de lo que pensábamos eran las principales prioridades en la vida. Porque a medida que llevamos a la persona con autismo a cruzar el puente hacia a nuestro mundo una y otra vez, descubrimos que en nuestra empeño en orientarlos, a menudo somos nosotros los que estamos siendo transformados. A medida que nos convertimos en una guía para ellos, vamos descubriendo lo que verdaderamente nutre nuestras almas. El destello de una sonrisa cuando dominan un botón o navegan por las turbias aguas de una multitud, aterrizando de forma segura en nuestros brazos, producen una alegría tan dolorosa, tales momentos de puro placer que experimentamos y entendemos el mundo de una manera profundamente diferente. Y si nos sale marcarnos un baile de alegría porque han conseguido realizar una tarea simple, no es que nos hayamos reducido a celebrar los míseros despojos de sus logros, sino que apreciamos más profundamente el asombroso regalo inherente incluso en la conexión más pequeña que descubren y reconocemos la gran distancia que han recorrido para llegar allí.

 


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